¿El fin del dinero?
The End of Money
22 julio, 2011 02:00Christodoulos Panayiotou: 2008, 2008
Una gran montaña de color verdoso ocupa con su poderosa escala la primera sala de esta colectiva titulada The End of Money producida por el Witte de With de Rótterdam. Parece hierba húmeda y fresca recién cortada y también un trabajo típico de la herencia postminimalista. Tal vez haya algo de ambas cosas, y seduce en cualquier caso, hasta que comprendemos que se trata de algo decididamente más pedestre: un número indeterminado pero ingente de billetes de libra chipriota, retirados de la circulación y convenientemente triturados con la entrada de Chipre en el hoy agotado euro. La obra es de Christodoulos Panayiotou y sintetiza muchas de las aspiraciones de esta ambiciosa exposición que, sin embargo, no siempre aporta la pulsión apocalíptica que desprende su título.The End of Money, nos dice el comisario Juan Gaitán, es una muestra que explora los conceptos de "tiempo" y de "valor", un valor que no sólo acapara el dinero sino también otros activos como el petróleo o la tecnología. Son tres de los motores que sustentan la ardiente ambición de progreso de las sociedades contemporáneas. Los tres llaman al progreso y éste les llama a ellos en un loop inagotable. Lo cuenta muy bien el francés Pierre Bismuth en una compleja instalación que lleva la noción de tecnología hasta un paroxismo absurdo. Su título, que podría traducirse como "el desarrollo tecnológico es por ahora el único futuro para el ser humano", es la frase con la que concluye un texto del propio artista al que otorga la forma de un manifiesto. Como sabemos, el manifiesto es una opción narrativa paradigmática de la Modernidad, tanto como la idea de progreso, que Bismuth no sólo no pretende inculcar sino que envilece atribuyéndole las cualidades alienantes que hoy traban nuestro mundo.
Por otra parte, la exposición se detiene ante las similitudes entre la circulación de las imágenes y la del dinero. Hay un conjunto interesante de trabajos del joven estadounidense Zachary Formwalt que traza analogías entre los cambios de valor en la moneda que propician los diferentes episodios históricos y las ideologías que alientan los modos de representación. En In Place of Capital (Production Stills) se asocian las limitaciones técnicas que encontró Henry Fox Talbot al fotografiar el Royal Exchange Building de Londres (sus imágenes no consiguen dar suficiente definición a los símbolos del Imperio Británico que dominan el tímpano del edificio) con el hecho de que ese mismo edificio fuera la imagen de cubierta de El Capital de Marx y el mismo tímpano quedara cubierto por cuestiones de diseño en la segunda edición de la casa Pinguin. No sabemos si éstas responden a una decisión ideológica pero, tal vez para equilibrar la balanza, Formwalt simula una ampliación del tímpano de la foto de Talbot haciéndolo así plenamente visible. Si la ideología puede transformar el sentido de las imágenes, ¿por qué no va a hacerlo la tecnología?, parece preguntarse el artista.
Representación y capital. Es el trasfondo verdadero de esta exposición, o al menos el común a un mayor número de trabajos. El trabajo de Goldin+Senneby nos habla de las analogías entre el mundo del teatro y el de las finanzas y subrayan la importancia de las maquetas, elemento muy común en el trabajo cotidiano en los dos ámbitos, para crear situaciones ficticias pero muy instructivas que facilitan la comprensión de los objetivos a alcanzar. Aquí muestran una maqueta del espacio que ocupa la exposición en el Witte de With. Junto a ella hay una proyección que remite a una performance que en ese mismo lugar realizaron en la inauguración. La proyección no es un mero documento sino que consigue prolongar la performance en el tiempo, enfatizando el ya de por sí cargado contenido teatral del trabajo. Es, nuevamente, un drástico ejercicio autorreferencial que es recurrente en la exposición.
The End of Money se pregunta si se puede vivir en una sociedad en la que el desarrollo y el progreso, la relación con nuestro entorno urbano o natural y los modelos que rigen las relaciones afectivas puedan ser determinadas por otros agentes que no sean el dinero. Vista así, la perspectiva es utópica y muy sugerente. Una fotografía de Tomás Saraceno muestra a un hombre perdido en un paisaje sin horizonte. No hay fronteras ni límites en un espacio abierto y abstracto, y aflora cierto ideal romántico. Pero no es el tono general de la exposición, que se centra más bien en las relaciones entre el concepto de capital y asuntos como la ideología, la representación, el tiempo, el ocio, la historia… No sé si es tanto el fin del dinero como la constatación de su inmenso poder para condicionar todos los aspectos de la vida.