Exposiciones

Patricia H. Azcárate

13 junio, 1999 02:00

Torreón de Lozoya. Plaza de San Martín, 5. Segovia. Hasta el 27 de junio. De 70.000 a 470.000 pesetas

Esta exposición de Patricia H. Azcárate (Madrid, 1959) constituye, a lo largo de sus dos series de salas, una de las muestras más numerosas en obras y coherentes en sentido que he tenido ocasión de ver en los últimos tiempos. El recorrido abarca desde 1986 hasta este mismo año y ante los cuadros hemos de admitir que el título elegido para la exposición, "Fluido", es un término que se ajusta impecablemente a la evolución. A través de los años la pintora ha explorado las posibilidades de la abstracción, en un continuum sin desmayos que constituye una revisión de algunos de los episodios más notables del arte abstracto de este siglo.
Quizá todos los artistas realizan en sí mismos -deben hacerlo- el trayecto que el arte que practican ha experimentado a lo largo de la historia. Azcárate hace pues incursiones en el informalismo, en el expresionismo, en un tipo de grafismos y geometrías de elegancia oriental y en una abstracción renovada que se alinea con la de maestros contemporáneos como Richter. Y, sin embargo, llama la atención una especie de retraimiento de la artista, que deja a la pintura vivir según sus leyes. Es un "fluido" cromático y gestual que parece recorrer de forma autónoma y autista lienzos y maderas, vidrios y metales como si gozara de vida propia. Episodios de la biografía del trazo, que como una fuerza de la naturaleza busca reproducirse, instalarse, durar. La referencia a la naturaleza aparece una y otra vez, porque ante estas obras es difícil sustraerse a la impresión de estar ante paisajes microscópicos, constelaciones de líquenes, enmarañamientos de follaje, gotas de sangre o de oro.
De entre las diversas obras yo prefiero las del año 1992 y las más actuales. Las primeras son de una simplicidad casi conmovedora, alegorías del nacimiento del mundo en las que la biología y la astronomía se enuncian con sobriedad religiosa. En las obras recientes, muchas de ellas sobre vidrio, la paleta se hace mucho más luminosa, rica, fogosa, orgánica y dramática. Cercanas en el tiempo son también las composiciones en las que Azcárate combina la abstracción con los planos geométricos, que crean composiciones elegantes y decorativas que abren o cierran una trayectoria rigurosa y tenaz. La complejidad y extensión de la muestra coloca, sin embargo, a la pintora en un tesitura comprometida. Porque ahora está en el momento decisivo de consolidar una obra completamente personal o peregrinar por las infinitas variaciones de la forma.