Ojos de Dora Maar
El retrato de Dora Maar es un dibujo de cierta ternura y de exaltación de la belleza de Dora, que contrasta con aquellos otros "retratos hocicudos"
Frente por frente a la gran grisalla del "Guernica" y al conjunto de sus reveladores dibujos preparatorios y de sus fastuosos "postcriptos", en la pequeña sala 8 de la planta segunda del Museo Reina Sofía se ha dispuesto esta exposición -de registro íntimo- que recoge una selección de los fondos fotográficos adquiridos recientemente por el museo sobre obras realizadas en los años 30 por Dora Maar (París, 1907-1977), pintora, dibujante y fotógrafa íntimamente relacionada con los integrantes del grupo surrealista, y que fue compañera de Picasso entre 1935 y 1943.La parte fundamental que se exhibe la integran las series tomadas entre los meses de mayo y junio de 1937, documentando el proceso de siete fases seguido entonces por Picasso en la realización del imponente lienzo mural del "Guernica", encargo del gobierno republicano de España para su famoso pabellón en la Exposición Internacional de París que se inauguró en julio de aquel año. Se trata del conocido reportaje que publicó por primera vez la revista "Cahiers d’Art" en el mismo 1937, y que tantas veces vienen repitiendo las historias del arte. A ese fondo se suman dos retratos fotográficos de Picasso y dos fotografías que testimonian el tono surreal de la obra de Dora Maar, la cual mantenía algunos contactos con España, pues había visitado Barcelona en 1932 con el fin de realizar unos reportajes sobre la construcción del templo de La Sagrada Familia y sobre la vida callejera, y en 1935 había tomado parte en la Exposición surrealista de Tenerife. Sobre el testimonio del reportaje de la realización del "Guernica", la crítica suele señalar las dificultades en la expresión formal y los titubeos que el pintor manifiesta en las tres primeras fases del trabajo, sobre todo respecto a la disposición de los motivos. Se ha destacado la crisis sustancial que el cuadro experimentó en su cuarta etapa, aunque quedaran aún problemas de dramatización y de superación de lo meramente narrativo del tema elegido, que se resolverían progresivamente en los ciclos finales del trabajo.
A todo ello se ha añadido aquí un penetrante dibujo picassiano, "Portrait de Dora Maar de trois-quart" (1937), igualmente de adquisición reciente, uno de los muchos retratos que el pintor dedicó a su compañera y principal modelo de la década de 1930. Se trata de un dibujo de cierta ternura y de exaltación de la belleza de Dora, que contrasta con aquellos otros "retratos hocicudos" o "perrunos" -según la dominación del pintor- en que la interpretó tantas veces, aplicándole, además, un feroz maquillaje "day glo", en los momentos en que el artista se exasperaba por la angustia y por los trastornos que él mismo solía provocar sobre la salud de Dora. Como luego ha recordado John Richardson, "en su papel de Minotauro, Picasso manipularía a la mujer amada para que sacrificase no sólo su cuerpo y su voluntad, sino también, en el caso de Dora Maar, su equilibrio mental". En efecto, Dora, junto con las esposas del maestro, Olga Koklova (con la que se casó en 1918) y Jaqueline Roque (con la que contraería matrimonio en 1961), están reconocidas como "las tres mártires personales" de Picasso. De todas formas, en el caso de Dora, el destino final de su quehacer se certifica ahora, una vez más, relacionado con la obra del genio, a la que continúa sirviendo y de la que se sigue iluminando, por más que Dora Maar, desde finales de los años 40, se desentendiera de sus vanidades de artista e iniciara un proceso de religión y espiritualidad que no abandonaría nunca.