Exposiciones

Santiago Serrano y la casa del cuadro

24 mayo, 2000 02:00

"Orillas II", 1999.

Galería Miguel Marcos. Jonqueres, 10. Barcelona. Hasta el 14 de junio. De 1.300.000 a 4.500.000 pesetas

Santiago Serrano (Villacañas, Toledo, 1942) que inició su trayectoria artística en Madrid en los años setenta, en aquel contexto de recuperación de la pintura, presenta su serie de reciente producción, Orillas, en Barcelona. Esta serie está formada por piezas de gran formato, de una rara simplicidad y a la vez de una gran contundencia. Se trata de una pintura de grandes planos de color, con una estructura lineal elemental que articula y divide la superficie del cuadro y una suerte de manchas de grandes dimensiones que se expresan como un contrapunto o contradicción a esta composición ideal de campos de color. Hay mucha sensibilidad en esta pintura: la superficie está tratada artesanalmente, con un sinfín de veladuras; igualmente, los bordes están difuminados. Se trata, en definitiva, de una pintura del matiz. Un detalle importante: el marco, de gran grosor, es definido, en palabras del mismo artista, como "la casa del cuadro", metáfora de un mundo aparte: la pintura como un microuniverso.

Este tipo de obra remite a grandes rasgos a la tradición de los Mondrian, de los Malevich, de los Rothko, etcétera. En estos creadores existe un esfuerzo de esencialización o si se quiere de depuración y simplificación; se elimina lo anecdótico y lo accesorio para encontrar la poesía esencial. A la búsqueda de una forma elemental, su principio se podría describir como "menos es más": cuanta más simplicidad, más fuerza poética, cuanta más depuración, más pureza. En definitiva, se trata de un trabajo de una especial complejidad que consiste en restar todo aquello que signifique la materialidad, retórica o accidentalidad para intensificar la expresividad. Y es que en la mística, tanto en la oriental como en la occidental, existe un principio muy importante, el vacío; el vacío no como una ausencia, sino como producción de sentido. Tal es el caso de los románticos; la noche profunda o las nieblas opacas no son para éstos una negación sino un estímulo para la imaginación, un medio para la creación del espíritu. El mensaje de Mondrian, de Malevich, de Rothko es un mensaje espiritual.

¿Acaso el de Santiago Serrano podemos calificarlo del mismo modo? Su obra es como la de aquellos, una ventana abierta al infinito y a la imaginación, que posee un profundo carácter simbólico. Pero se diría que en él existe algo más, algo profundamente humano. Mondrian, Malevich o Rothko representan una expresión ideal y sin mácula. En cambio, Santiago Serrano introduce justamente la mancha; esto es, contradicción y ambigöedad, dramatismo y ese calor profundamente humano ausente en los maestros de la espiritualidad infinita e ilimitada. Ya sabemos que la obra de Santiago Serrano esta abierta a multitud de interpretaciones. Precisamente a propósito de la serie Orillas se ha hablado de "aura"; pero para nosotros, este término de "orillas" remite a su acepción más convencional de límite, dificultad u obstáculo. En este sentido, los papeles, otra de sus facetas artísticas, están poéticamente heridos o maltratados; más aún, en uno de ellos se ha plasmado una especie de carcoma o gusano que devora el papel, la composición espiritual inmaculada, metáfora de aquella noción de límite y contradicción que apuntábamos. Si la obra de Santiago Serrano posee un registro humano es porque frente a aquella dimensión espiritual, cósmica, infinita y absoluta, introduce algo de terrenal, una especie de confrontación entre un ideal de espiritualidad y la mácula, expresión de su contradicción. Aunque existen muchas otras lecturas, si me preguntaran qué me sugiere la obra de Santiago Serrano, diría que las tensiones de un mar, de una casa, de un cielo entre el deseo y la imposibilidad de un mundo ideal o, mejor, de una espiritualidad infinita.