España ayer y hoy
La pretensión de hacer historia con imágenes es similar a la que ha guiado las diversas muestras organizadas por López Mondéjar con el título global Las fuentes de la memoria, pero en su caso de forma ordenada y sistemática. En éste, la diversa procedencia de los fondos no evita la sensación, cierta o imaginada, de "ya visto" que nos asalta ante muchas de estas imágenes. La causa es, probablemente, su acumulación desordenada, que lima la significación de cada una de las imágenes y las convierte en un conjunto un tanto arbitrario y deshilvanado.
Mucho más contundentes son, por tanto, las series realizadas por García Rodero, Koldo Chamorro, García-Alix, Rick Dávila, Carma Casulá, Miguel Trillo, Humberto Rivas, Carlos Cánovas, Rafael Trobat, Xurxo Lobato y Txema Salvans. Todas son certeros reportajes, documentos sociales, por más que la mirada sea característicamente subjetiva. Por eso sorprende más aún la dureza que se recoge en cada una de las imágenes, ya sean de bares de alterne o de domingueros felices, escenarios industriales o carreteras. La mirada de nuestros contemporáneos difiere de la de viejos fotógrafos aquí presentes como Kaulak, Centelles, Ortiz Echagöe, o más próximos, como Maspons, Miserachs, Pomés o Masats. Pero existe una sorprendente continuidad en el paisaje y el paisanaje reflejados, subrayada con acierto al salpicar la muestra de inesperadas parejas de fotografías separadas entre sí por casi un siglo. Lo que las asemeja es la penuria, moral o material, que aparece en muchas de ellas.
La exposición tiene más connotaciones sociológicas que estéticas. Resulta fácil verificar ciertos tópicos, por ejemplo, la influencia del turismo como vehículo de introducción de unos modos culturales distintos. Un fenómeno que registraron los propios fotógrafos. Tras la ruptura del continuum cultural que tuvo lugar en la década de los ochenta, todas las imágenes de la España anterior parecen tan fabulosas como escenarios de zarzuela. Máxime cuando momentos especialmente graves, como la guerra civil, se obvian con una elegante elipsis.