Image: Impecable Edward Steichen

Image: Impecable Edward Steichen

Exposiciones

Impecable Edward Steichen

21 junio, 2000 02:00

F. Carlos de Amberes. Claudio Coello, 99. Madrid. Hasta el 16 de julio

Sin ser uno de los raros creadores originales, absolutos, Edward Steichen fue un artista impecable en todos los géneros y estilos de fotografía que cultivó. Nacido en Luxemburgo y criado en los Estados Unidos, se formó primero como litógrafo y pintor. En 1900, sus ensayos fotográficos llamaron la atención de Alfred Stieglitz, y Steichen se integró en la Photo-Secession, exponiendo en la galería 291 y colaborando en la revista Camera Work. Durante sus largas temporadas en París siguió la evolución del arte moderno; trató a Rodin, a Matisse, a Brancusi. Por entonces, Steichen era todavía pintor (más tarde destruiría casi todos sus cuadros) y en su fotografía persistía el pictorialismo: en sus imágenes de bosques crepusculares y damiselas enigmáticas explotaba las supuestas cualidades poéticas de lo borroso.

La Gran Guerra terminó definitivamente con eso. Steichen se incorporó al servicio de fotografía aérea del ejército americano, donde aprendió las virtudes de la precisión; desde entonces se disiparon en su obra las últimas brumas pictóricas, para dar paso a un estilo nítido y directo, muy Nueva Objetividad. Al mismo tiempo, apartándose del puritanismo de Stieglitz, Steichen entendió que la fotografía comercial podía crear su propia estética. En los años 20 y 30 trabajó para Vogue y Vanity Fair, y se convirtió en un cotizado retratista mundano.

En 1938, la fotografía comercial dejó de interesarle, y en la última etapa de su vida, entre 1947 y 1961, Steichen dirigiría el departamento de fotografía del MoMA, donde organizó decenas de exposiciones.

La muestra actual, integrada por más de 150 piezas procedentes del Museo Nacional de Historia y de Arte de Luxemburgo, nos presenta una antología de la obra de Steichen centrada en el retrato y dividida en secciones temáticas. Loados sean los hombres célebres es una amplia galería de efigies de políticos, financieros, escritores y artistas: por ejemplo, junto al perfil rembrandtiano de George Frederick Watts, encontramos un retrato casi mondrianesco de Luigi Pirandello. Bajo el rótulo Familia y amigos se reúnen fotos de los parientes de Steichen (pero también, inesperadamente, las fotografías de tipos humanos realizadas en México en 1938) y Sic transit agrupa a diversos personajes sociales o mundanos. Broadway y Hollywood recogen respectivamente las imágenes de actores de teatro (como John Barrymore en el papel de Hamlet) y de estrellas de cine (de Greta Garbo a Charlie Chaplin). Junto a estas secciones de retratos, La América soñada está dedicada a las fotografías publicitarias de los 30 (que a veces alcanzan cierta intensidad surreal, como esas manos que bordan en el anuncio de la loción Jergens y que evocan ciertos planos de Buñuel). Bajo el título Lugares encantados hallamos las piezas tempranas de gusto pictorialista, algunas tan famosas como el Balzac de Rodin a la luz de la luna, o Isadora Duncan danzando en el Partenón. Y en fin, Naturaleza yuxtapone paisajes y bodegones de la primera y la última etapa, con reveladoras coincidencias. Por otra parte, la mezcla de distintas épocas a lo largo de la exposición no siempre resulta tan afortunada; a veces induce a la confusión. Sobre todo porque en muchas de las cartelas falta toda indicación de fecha (por no hablar de otros detalles técnicos). Como no se ha publicado catálogo y el texto del tríptico es un mero resumen de la vida de Steichen resulta que casi todo en esta exposición tiene el aire de algo improvisado.