El viaje inmóvil, el tiempo obicuo
Michael Snow: In Medias Res, 1998. Fotografía en color, 260 x 360.
La muestra ofrece una variedad de puntos de vista respecto al uso de diferentes técnicas, como la fotografía, el cine, el vídeo y los medios infográficos y cibernéticos
Para ello, han sido reunidas obras de artistas de generaciones y procedencias diversas, y que vienen sustentadas por soportes como la fotografía, el cine, el vídeo y los medios infográficos y cibernéticos; recursos, por lo general, deficitarios en la mayoría de los museos españoles de arte contemporáneo. Desde esta perspectiva, las obras seleccionadas, más que acordes con un único hilo temático, vienen a ofrecer una variedad de puntos de vista respecto al uso de diferentes técnicas, en manos de los artistas Marin Kasimir, David Blair, Edmund Kuppel, Josu Rekalde, Francisco Ruiz de Infante y Michael Snow.
De entrada, Marin Kasimir (Múnich, 1957) presenta una interesante serie de fotografías de vistas panorámicas, enmarcada en cajas de luz, cuyo objetivo se centra en la captación de la descomposición y recomposición de la imagen de la ciudad actual, expresada a través de su influyente arquitectura. Michael Snow (Toronto, 1929) muestra, por una parte, la obra In Medias Res (1998), consistente en una fotografía de gran formato, a modo de alfombra, que pone los pies en el suelo cuando, vista desde varios metros de altura, despliega toda su magia virtual. Por otra parte, el mismo artista presenta la obra Slidelength (1969-1971) en la que, a partir de una proyección de diapositivas en ciclo continuo, cuestiona la realidad de la imagen secuenciada.
En tanto planea por la exposición el espectro de Marcel Duchamp con sus deslumbrantes juegos retinianos y cinéticos, Edmund Kuppel (Blumenfeld, 1947) recurre, sin más, al primitivo efecto de la imagen en movimiento, echando mano de una serie de artefactos y artilugios varios, mientras en otra obra, de ejecución reciente, consistente en una doble proyección, acierta en introducir sus indagaciones sobre la percepción, en un círculo de imágenes que rondan una y otra vez un mismo paisaje visual. El estadounidense David Blair deja sus soluciones infográficas proyectadas en manos del espectador, que se ve inmerso en un rompecabezas digital, más aclaratorio, quizá, en la cabeza de un ordenador que en la propia sala de exposiciones. Por su parte, Josu Rekalde (Bilbao, 1959) ofrece dos fallidas instalaciones que no consiguen llamar la atención, más allá de un banal despliegue de efectos. Francisco Ruiz de Infante (Vitoria, 1966) logra, sin embargo, atrapar al espectador en la extraordinaria instalación Explicando colisiones, la obra más brillante y poderosa de la exposición. Haciendo alarde de un derroche de imaginación, inteligencia y dominio técnico asombroso, el artista conduce al espectador, sujeto en la silla que así lo nombra, por un laberinto en el que, al final, le espera una proyección en la que se conjugan una impecable imagen, mediada por un agudo uso del sonido, y una intervención ingeniosa.