Image: El viaje inmóvil, el tiempo obicuo

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Exposiciones

El viaje inmóvil, el tiempo obicuo

18 octubre, 2000 02:00

Michael Snow: In Medias Res, 1998. Fotografía en color, 260 x 360.

Movimiento aparente. Espacio de Arte Contemporáneo de Castellón. Prim, s/n. Castellón. Hasta el 3 de diciembre

La muestra ofrece una variedad de puntos de vista respecto al uso de diferentes técnicas, como la fotografía, el cine, el vídeo y los medios infográficos y cibernéticos

Mientras la fachada del EACC presenta ya un proceso de envejecimiento prematuro, derivado de las prisas con las que se forjaron sus cimientos, su interior muestra, sin embargo, un buen estado de salud, debido al programa que lo alimenta. Con el título Movimiento aparente, seguido del subtítulo: La invitación al viaje inmóvil en las tecnologías ubicuas del tiempo, la imagen y la pantalla, resulta difícilmente imaginable el interés que presentan algunas de las piezas seleccionadas para esta exposición, así como el contenido de la misma. Pues bien, con ello, lo que propone Eugeni Bonet, comisario de la exposición, al hilo del planteamiento temático que caracteriza el programa del EACC, consiste -según sus propias palabras- "en mostrar en qué manera se trasladan al presente las técnicas de elaborar y estudiar las ilusiones; los principios de la perspectiva retiniana y el movimiento aparente; los ardides de la representación dinámica y de la simulación asistida técnicamente".

Para ello, han sido reunidas obras de artistas de generaciones y procedencias diversas, y que vienen sustentadas por soportes como la fotografía, el cine, el vídeo y los medios infográficos y cibernéticos; recursos, por lo general, deficitarios en la mayoría de los museos españoles de arte contemporáneo. Desde esta perspectiva, las obras seleccionadas, más que acordes con un único hilo temático, vienen a ofrecer una variedad de puntos de vista respecto al uso de diferentes técnicas, en manos de los artistas Marin Kasimir, David Blair, Edmund Kuppel, Josu Rekalde, Francisco Ruiz de Infante y Michael Snow.

De entrada, Marin Kasimir (Múnich, 1957) presenta una interesante serie de fotografías de vistas panorámicas, enmarcada en cajas de luz, cuyo objetivo se centra en la captación de la descomposición y recomposición de la imagen de la ciudad actual, expresada a través de su influyente arquitectura. Michael Snow (Toronto, 1929) muestra, por una parte, la obra In Medias Res (1998), consistente en una fotografía de gran formato, a modo de alfombra, que pone los pies en el suelo cuando, vista desde varios metros de altura, despliega toda su magia virtual. Por otra parte, el mismo artista presenta la obra Slidelength (1969-1971) en la que, a partir de una proyección de diapositivas en ciclo continuo, cuestiona la realidad de la imagen secuenciada.

En tanto planea por la exposición el espectro de Marcel Duchamp con sus deslumbrantes juegos retinianos y cinéticos, Edmund Kuppel (Blumenfeld, 1947) recurre, sin más, al primitivo efecto de la imagen en movimiento, echando mano de una serie de artefactos y artilugios varios, mientras en otra obra, de ejecución reciente, consistente en una doble proyección, acierta en introducir sus indagaciones sobre la percepción, en un círculo de imágenes que rondan una y otra vez un mismo paisaje visual. El estadounidense David Blair deja sus soluciones infográficas proyectadas en manos del espectador, que se ve inmerso en un rompecabezas digital, más aclaratorio, quizá, en la cabeza de un ordenador que en la propia sala de exposiciones. Por su parte, Josu Rekalde (Bilbao, 1959) ofrece dos fallidas instalaciones que no consiguen llamar la atención, más allá de un banal despliegue de efectos. Francisco Ruiz de Infante (Vitoria, 1966) logra, sin embargo, atrapar al espectador en la extraordinaria instalación Explicando colisiones, la obra más brillante y poderosa de la exposición. Haciendo alarde de un derroche de imaginación, inteligencia y dominio técnico asombroso, el artista conduce al espectador, sujeto en la silla que así lo nombra, por un laberinto en el que, al final, le espera una proyección en la que se conjugan una impecable imagen, mediada por un agudo uso del sonido, y una intervención ingeniosa.