Image: Mayte Vieta

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Exposiciones

Mayte Vieta

22 noviembre, 2000 01:00

La presencia del instante, 1999. Cibachrome, 150 x 150

Club Diario Levante. Traginers, 7. Valencia. Hasta mediados de diciembre

La IV Convocatoria fin de siglo -por medio de la que la Fundación Cañada Blanch y el Club Diario Levante promocionan el arte joven-, coincidente con una exposición en la galería Silvia Ortiz de Denia, da cabida a los últimos trabajos de Mayte Vieta, junto a otros realizados con anterioridad. Utilizando el soporte fotográfico como hilo conductor de la exposición, Mayte Vieta (Blanes, 1971) propone un recorrido a través de tres grupos de obras. La primera serie, titulada La presencia del instante (1999), consiste en dos fotografías que, a su vez, reproducen otras fotografías instaladas en la fachada de una casa. Montadas sobre una estructura de aluminio e iluminadas tenuemente por detrás, estas fotografías, a modo de ventanas abiertas a un paisaje nocturno, proponen una mirada de la fotografía a través de la fotografía, como un espacio dentro del espacio; efecto muy recurrente en toda la obra de Mayte Vieta.

Derivada de la espectacular instalación presentada en la Sala Metrònom bajo el título Silencio, la segunda serie de fotografías muestra la mudez de una natación circular que sigue la estela de un cuerpo femenino desnudo. También estas fotografías, como todas las aquí expuestas, se muestran montadas sobre estructuras de aluminio con un pequeño foco de luz halógena en su parte trasera, rudimento instalativo mediante el cual Mayte Vieta pretende generar una atmósfera que se dilate en un efecto tridimensional. Este artificio, a su vez, da soporte a la serie La bise noire (1992), quizás uno de sus trabajos más concluyentes. A media luz, una serie de fotografías en blanco y negro, alternadas con espejos del mismo formato que las fotografías, introducen al espectador en un juego de reflejos. A base de largas exposiciones, los paralizados y desnudos nadadores capturan las sombras del espectador, sumergiéndolo en un mar de incomunicación. Con esta exposición Mayte Vieta tiene el acierto de alumbrar las posibilidades de su trabajo, escapando a los fáciles y evidentes efectos que acusan sus esculturas e instalaciones, peligrosamente recordatorias de las de otros artistas.