Image: Ciuco Gutiérrez

Image: Ciuco Gutiérrez

Exposiciones

Ciuco Gutiérrez

4 abril, 2001 02:00

Estatua de la libertad, 2001. Cibachrome

Galería My Name’s Lolita Art. Avellanas, 7. Valencia. Hasta el 15 de abril. De 150.000 a 600.000 pesetas

Bajo el título Bodegones 01, Ciuco Gutiérrez (Torrelavega, Cantabria, 1956) presenta un conjunto de obras de mediano formato en el que saca a relucir las propiedades de una fotografía de maneras pulcras. A medio camino entre Brossa y Carlos Pazos, Ciuco Gutiérrez la emprende con todo tipo de objetos de muy diversa genealogía plástica, proyectando sutiles paradojas visuales. En base a una simple asociación de elementos y una esmerada iluminación -en la que saltan a la vista efectos ópticos ensoñadores-, diversas naturalezas muertas van cobrando vida conforme muestran sus encantos táctiles.
Estas fotografías -como en general todo el trabajo de Ciuco Gutiérrez- no son, sin embargo, asequibles en un primer golpe de vista. Si bien el dominio técnico del fotógrafo es impecable, la elección de sus motivos y los focos con los que acentúa su puesta en escena resultan incómodos. Un cierto aire nostálgico envuelve los ensamblajes de objetos con reflejos kitsch en atmósferas que tan pronto emborrachan al espectador, trayéndolo con sus aromas embriagadores, como lo sacan fuera de escena, empalagándolo de tan intensa dulzura. Y éste es uno de los elementos de interés que ofrece la obra de Ciuco Gutiérrez; la capacidad de la que hace gala para no dejar impasible al espectador, provocando abiertamente su rechazo o seduciéndolo con frenesí.
No hay medias tintas en sus fotografías. Son claras, aun cuando las imágenes que recrean admiten todo tipo de lecturas, desde las más sesudas hasta las banales. Como Chema Madoz -con quien comparte el gusto por la animación de las más variadas paradojas visuales-, Ciuco Gutiérrez echa mano del universo surrealista para sacar a primer plano sus fantasiosas estelas. Lo absurdo y equívoco, lo extraño y engañoso, lo ridículo y chocante toman cuerpo en objetos de diversa condición y figura. Iluminados de forma, a veces, hiriente, dejan ver sus calidades sensibles pero también sus burdas cualidades, en un mínimo escenario en el que tienen a bien desnudarse de toda su semblanza excesiva.
El formidable exhibicionismo con el que estas naturalezas muertas muestran sus anatomías con todo lujo de detalle, contrasta con los desarropados fondos en los que recortan sus bien perfiladas siluetas. Con ello, Ciuco Gutiérrez pone en un brete al espectador cuestionando sus buenas formas visuales, trasladándolo a un paisaje visual en el que todo cabe, más allá de la seductora apariencia con la que sus imágenes saltan de la publicidad a los señuelos infográficos.