Image: El sexo según Picasso

Image: El sexo según Picasso

Exposiciones

El sexo según Picasso

24 octubre, 2001 02:00

La siesta, 1932

Son más de 300 obras del Picasso más sensual y más sexual. La exposición, que mañana se inaugura en el Museo Picasso de Barcelona (y que se podrá ver hasta el próximo 20 de enero), muestra una importante selección de pinturas, dibujos, grabados, esculturas y cerámicas cuyo nexo de unión es el erotismo, constante (por otro lado) en la obra del maestro malagueño. Desde los primeros dibujos de adolescente, las prostitutas de Barcelona, las modelos, hasta sus últimas mujeres desnudas de principios de los 70, todo está presente en esta magna exposición que, comisariada por Gérard Régnier, ya ha pasado con éxito por París y Montreal.

Otra exposición sobre Picasso y sin embargo Picasso siempre es diferente, siempre inagotable. El Picasso erótico es un recorrido cronológico por la obra del artista pero a partir de un tema o un punto de vista que, aunque conocido, ha estado poco estudiado: el sexo. Siempre ha sido difícil la representación del sexo en la pintura y en el arte pero aquí Picasso nos lo muestra todo y en todas sus dimensiones: erecciones, penetraciones, felaciones, primeros planos, escenas de prostíbulo, etc. Simplemente no hay censura.

¿Pero por qué este tema, acaso no es un tema menor? En Picasso existe una vinculación entre sexo y arte. Su iniciación y aprendizaje como artista parece relacionada con la sexualidad: el primer dibujo de la exposición consiste en el aparejamiento de dos asnos con una anotación soez, manuscrita por el mismo Picasso; en aquel momento debía tener unos trece años. Pero incluso más allá de la representación concreta del sexo, todo Picasso es sensualidad: es la carne hecha pintura, es la pintura de la carne. El propio artista declaraba: "el arte y la sexualidad son la misma cosa". Este Picasso secreto que ahora se nos muestra es fundamental para comprender el misterio de su acto creativo, para comprender el proceso interior del pintor.

No todos, pero existen artistas de una gran sensualidad, como si su arte se originara en la chispa del sexo. En alguna ocasión he comentado los diarios íntimos de Eugène Delacroix, en los que la pintura y el sexo se entremezclan. En aquellos diarios, el pintor francés apunta sus expansiones amorosas -casi siempre con modelos- y también las sesiones que corresponden a la pose. En muchas ocasiones indica los honorarios en una misma anotación, de manera que no queda claro lo que corresponde estrictamente al suplemento amoroso o a la parte estrictamente artística, por decirlo de alguna manera. Esta alusión viene al caso porque uno de los temas más recurrentes de Picasso es precisamente el pintor y la modelo; con todas las connotaciones implícitas, aquí se expresa la relación de Picasso con la pintura: el arte esta mediatizado por la modelo. Así Delacroix, así Picasso, en ambos el arte y el sexo "son la misma cosa". Sexo -o sensualidad- y pintura son inseparables. Quien dice sexo dice también muerte en un sentido amplio. Las referencias a la muerte, al canibalismo, al malestar... son constantes en la obra de Picasso. El sexo está unido a la muerte como en aquellos suplicios en que el condenado es atado a un cadáver sin la posibilidad de escaparse. El sexo y la muerte son cara y cruz de una misma moneda.

Contado esquemáticamente, el recorrido de la exposición posee varios núcleos de interés. El primero corresponde a la época azul (1901-1904) y rosa (1904-1906) que culmina con El harén (1906), cuando Picasso está a punto de realizar Las señoritas de Aviñon, de la cual se presentan algunos bocetos. Otro momento clave de la exposición es el final de los años 20 y principios de los 30, la época de sus bañistas al borde del mar y de las Metamorfosis, en las que figuras amorfas se transforman en acoplamientos y alusiones al sexo, amables unas veces, brutales y negativas otras. También en este período aparece la figura simbólica del Minotauro, autorretrato del propio Picasso como fuerza bruta, pero también capaz de una ternura infinita. El tercer punto fuerte es la serie de grabados inspirada en los amores de Rafael y Fornarina, en las que Picasso plasma el tema del pintor y la modelo. Finalmente las últimas obras, habitadas por un deseo que ya no se puede materializar. Es la imagen temblorosa de un viejo arrugado y decrépito atrapado lamentablemente en un sillón.