Vincenzo Castella
Milano. San Siro. Finale copa Italia, Milan-Sampdoira, 1989
La relación de los artistas contemporáneos con la fotografía de arquitecturas se inicia en los últimos años sesenta con la incorporación de la fotografía de arquitecturas al arte conceptual, como una deriva crítica del minimalismo y, también, como una declaración del posicionamiento civil y político del artista.El napolitano Vincenzo Castella (1952) encuadra su trabajo entre esas dos coordenadas: una mirada minimalista y un discernimiento de la realidad social de lo que contempla. Las suyas son tomas -procesadas o no en el ordenador- de conjuntos urbanísticos, carentes de monumentos o de singularidades arquitectónicas, que reflejan la uniformidad y el mimetismo constructivo de las ciudades en las que habitamos. No siente Castella la fascinación por las grandes obras de la arquitectura de las vanguardias de artistas como Gunter Fürg o Thomas Ruff, tampoco las concomitancias históricas derivadas del uso de los edificios, como ocurre con su compañera de galería Candida Hüfer. La suya es una mirada reflejada sobre el anonimato y la semejanza, sobre esa identidad "repetida" y vulgarizada que podemos reconocer en la arquitectura suburbial de las grandes ciudades europeas.
Formalmente, cumple con las condiciones de la fotografía contemporánea de arquitecturas; así, renuncia al reportaje, muda el instante por la inmovilidad, ignora la idea de instante decisivo y se ciñe a la inmovilidad impasible de lo construido y elevado, reprime cualquier gesto que desvele sentimientos y excusa a los humanos de comparecer. Por último, Castella acentúa la frialdad de lo que observa tanto por su compromiso con la ortogonalidad de las imágenes, como por su inclinación a un bañado último de blanca luminosidad que neutraliza la particularidad individual de sus opciones.