Íntimo Alberto Corazón
Círculo de Bellas Artes. Alcalá, 42. Madrid. Hasta el 10 de noviembre
Un conjunto de 74 piezas (48 pinturas, 10 dibujos y 16 esculturas) se han convertido en esta muestra en resumen del quehacer artístico de Alberto Corazón (Madrid, 1942) durante los últimos 10 años. El mundo de lo conceptual fue el lenguaje del creador hasta los 90, cuando apuesta por la reivindicación de lo introspectivo, recorriendose en esta exposición el trecho que hay entre expresionismo y arte povera. El montaje de la muestra se ciñe a agrupaciones temáticas, comenzando con unos bodegones en los que se homenajea a la pintura de género y donde se busca la complicidad del espectador.
La segunda sala se nutre de iconografías complejas que podrían resumirse en la serie titulada Problemas del maestro en el taller, en la que Corazón asegura plantearse la enumeración de la problemática del creador con la plasmación de las sombras, la perspectiva, la dualidad de elementos y de iconografías, con el fuego, las manos, las sillas y otros espacios habitables. El conjunto de trabajos es tratado como series, como objetos que fraguan a modo de síntesis de un correlato textual que distingue el lugar de los sueños y los parámetros de la vigilia, donde se acentúa el interés por la preparación de telas y pigmentos con el marchamo de la antigöedad, en concreto de Van Eyck, para citar una fórmula con planteamiento alquímico.
La última sala se dedica a lo que podríamos denominar, centrándonos en la terminología clásica, como paisajes, acantilados o extensiones vegetales elaboradas exclusivamente con carbón y grafito, despojando al color de su valor expresivo, y vinculando así estos cuadros con una expresividad de los sentimientos y una cierta reminiscencia de Twombly o Klee. Y es que Corazón también saca de paseo a la línea. La exposición se clausura con unas máscaras que tienen bastante de goyescas y unas macetas que bien pueden ser una proyección naturalista.