Image: Pilar Albarracín, ¿la imagen del sueño?

Image: Pilar Albarracín, ¿la imagen del sueño?

Exposiciones

Pilar Albarracín, ¿la imagen del sueño?

9 enero, 2003 01:00

La expulsión del paraíso, 2002. Fotografía

Fundación "La Caixa". Sala Montcada. Montcada, 14. Barcelona. Hasta el 2 de febrero

Dentro del ciclo Ficciones de la Sala Montcada, Pilar Albarracín (1968) presenta lo que ella misma califica de videoinstalación, Buscando a Herr Traumerreger. El ciclo, comisariado por Mª José Balcells y Pepa Palomar se define como una reflexión sobre la ficción y ha seleccionado una serie de trabajos que, en palabras de las comisarias, "se sitúan en la frontera entre el sueño y la realidad".

En este sentido, la propuesta de Pilar Albarracín gira en torno al mundo de los sueños. En el texto que se facilita al público se aclara el título: "Según Freud los sueños se producen por una serie de estímulos, principalmente anímicos, denominados Traumerreger, ligados a una impresión emocional o sensorial ocurrida en los últimos días". El punto de partida es muy sugerente, pero yo diría que hay más intenciones que logros. Pilar Albarracín nos habla de eros, del deseo, de la muerte, de la pintura, del paraíso, del sexo, del castigo, del paso del tiempo... En el texto que sirve de introducción a la exposición se alude a la angustia, al misticismo, al dolor y al placer, se invita a la liberación de nuestras tensiones y a hacer posible nuestros propios deseos. Su discurso es un discurso de lo profundo y de lo sublime y, sin embargo, es tan tópico y trivial... Peor aún, tan pretencioso que resulta de una ingenuidad enternecedora. Es como si se nos quisieran contar muchas cosas, tantas y tan importantes que uno se queda simplemente con la ansiedad y con la intención de contarlas.

Pero no creo que éste sea un caso aparte. En el arte contemporáneo se utilizan grandes palabras, se alude a sistemas de pensamiento, se autojustifican con el manoseado término de la ironía, cuando muchas veces se trata de algo banal. Me pregunto, de todos modos, si se ha de censurar la banalidad o al contrario celebrarla. Al fin y al cabo, quien esto escribe tampoco escapa del mundo que le ha tocado vivir.