Image: Tàpies, entre el amor y la muerte

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Exposiciones

Tàpies, entre el amor y la muerte

6 febrero, 2003 01:00

Retrat de K, 2002

ToniI Tàpies. Consell de Cent, 282. Barcelona. Hasta finales de marzo. De 30.000 a 245.000 euros

¿Qué aporta a estas alturas una exposición de Tàpies? Yo no la veo de otra manera que como una suerte de autorretrato, muy similar a la muestra que se presentó hace aproximadamente un año en este mismo espacio. Una galería que, además, es de su hijo, y esta circunstancia le añade, si cabe, más significado. Ahora, el artista acaba de cumplir ochenta años; se sabe también que el pintor sufre una evolución degenerativa: pérdida de la vista que le impide escribir, desgaste del oído que le imposibilita de gozar de la música... Estoy convencido de que esta muestra de obra reciente es una reflexión o un posicionamiento sobre este proceso: es el autorretrato del artista frente a la vida al final del trayecto.

Cuentan que cuando Joan Miró estaba en plena madurez, le preguntaron sobre cuál sería su última expresión. En definitiva, le interrogaban por su testamento como artista y como persona. Miró contestó con rabia contenida una única palabra: ¡MIERDA! Esta exposición de Tàpies es como un testamento y el pintor también responde con dureza y espanto. La muestra posee imágenes atroces. Una de ellas -que se utiliza como cubierta de catálogo- representa un martillo golpeando una cruz, el signo que más se identifica o se asocia con el artista. Es como si aquel martillo agrediera al pintor. Aún más: formas que aluden a anos y defecaciones, materias que representan carnes desahuciadas, bastidores invertidos, símbolo de la negación de la pintura... Es la expresión de un alma desesperada, aunque desde siempre el mundo de Tàpies ha sido -no sin autocomplacencia- de una tristeza infinita.

Y sin embargo esto no es todo. Existen otros signos. Por primera vez, en la anterior exposición, tuve una revelación: observé inscripciones que hacían referencia al amor. Mensajes ocultos, mensajes que se expresaban como jeroglíficos, mensajes escritos de forma invertida entre la ocultación y la voluntad de manifestarlos. Entonces, como ahora, había cierta contradicción entre, por un lado, el pesimismo y, por otro, el amor y una afirmación humanista. Dicho sea de paso, los mensajes de amor siempre aparecen contaminados por la oscuridad, lo putrefacto o las heridas. Pero lo que interesa señalar es la ambigöedad entre lo uno y lo otro como aportación de Tàpies en su última etapa creativa.

Quiero ver el testamento de Tàpies como algo muy distinto al erupto de Miró. Un mensaje consciente de los límites y del dolor de la vida, pero que también se afirma en la palabra amor frente la nada y la muerte próximas. Quiero ver el itinerario vital del artista como una iluminación humanista que acontece en el punto final. Esto es lo que da sentido a su trayectoria.