El universo urbano de Juan Ugalde
Subway, 1995
Durante los años 80 la obra de Juan Ugalde (Bilbao, 1958) formó parte de una de las muchas subpoéticas pictóricas que configuraron la escena artística de aquella década. Junto a Patricia Gadea y Manuel Dimas definió una pintura aparentemente descuidada en términos formales, de gran densidad narrativa y fuerte ironía, condición ésta última sustentada en una particular iconografía: los personajes de las historietas cómicas, mayoritariamente españolas.La presente muestra se inicia en 1992, año que viene a marcar la apertura de una nueva etapa que alcanza hasta el presente. En la obra que abre el conjunto todavía es notable el protagonismo de un personaje de cómic, si bien la imagen principal está constituida por una fotografía que tiende a ocupar la mayor parte del espacio plástico, anticipando la seña de identidad de su posterior trabajo. Hay, entre ambas fases, algo más que distancias formales, ya que si la primera podría calificarse de pintura gamberra, la segunda muestra un perfil crítico volcado hacia el lado de lo social. En cierto modo la experiencia del artista en Estrujenbank -un grupo que recuperaba el discurso político- resultaría decisiva en aquel viraje de su pintura.
La fotografía en blanco y negro se convierte en el elemento central del cuadro. Se trata casi siempre de imágenes capturadas en las zonas suburbiales en las que unas veces se describe el paisaje urbano desgarrado y otras se centra en las gentes que lo habitan. Los monótonos bloques de viviendas, los espacios semiurbanizados, las chabolas, ofrecen una inequívoca muestra no sólo del carácter inhóspito de estos bordes urbanos sino también del ámbito social que acogen. Cuando el objetivo se aproxima a las personas estas imágenes ampliadas adquieren el sentido de fotografía documental, asemejándose a la óptica que siguen desarrollado fotógrafos coetáneos del artista, como Koldo Chamorro o Baylón, autor éste último de cuyas imágenes se ha servido en una ocasión para la elaboración de sus obras. Por sí mismas constituyen testimonios sociales concluyentes. El artista las interviene pictóricamente; lo hace respetando de manera escrupulosa los elementos iconográficos centrales que las manchas arrastradas de pintura, o las puntuaciones con iconos, refuerzan. En ciertos casos: Insumisión o Eva, los gestos pictóricos se tornan agresivos, punzantes, convirtiendo la escena en dramática, algo que generalmente está ausente en sus imágenes.
De manera implícita, la obra de Juan Ugalde explora de forma continua en el ámbito de la hibridación entre pintura y fotografía. En las obras recientes hace uso del desenfoque, añade elementos tridimensionales o invierte el protagonismo de los dos medios, al sustituir la reproducción fotográfica por un tratamiento específicamente pictórico de toda la superficie en la que se integran, a modo de collage, pequeños signos icónicos. Pero más allá de estas fluctuaciones formales, esta pintura da absoluta prioridad al discurso social. El artista se interesa por ese universo urbano que se halla en el borde espacial de la ciudad, gozne entre la integración y el desarraigo social. La delicada ironía de Juan Ugalde no rebaja un ápice la carga de profundidad crítica que se desprende de este universo que el artista trata con ternura; un acercamiento casi sentimental que palia la aspereza ambiental.