Montserrat Soto, la ruina de nuestro tiempo
Sin título, (arco ciudad), 2003
Bajo el título Escrito sobre la piedra Montserrat Soto presenta sus últimos trabajos consistentes en dos series de fotografías de gran formato y una videoproyección, distribuidas por el espacio de la galería a modo de instalación. En ellas, insistiendo sobre los temas que caracterizan su trabajo, la artista dilata su particular visión de un paisaje abatido por el paso del tiempo, que sale al encuentro del espectador, invitándole a integrarse en él. De este modo es cómo sus arquitecturas ponen al descubierto su precaria desnudez, para ser arropadas por el espectador, para que sea éste quien habite su soledad y recomponga su frágil sustancia constructiva.Derivadas de las últimas investigaciones que han ocupado los viajes de Montserrat Soto en los últimos años, una primera serie de fotografías conducen al espectador a ciudades como Chinguetti y Ouadane. En ellas, la desolación salta a la vista. No hay sin embargo, en estas ciudades efectos dramáticos que evidencien la situación ruinosa que las sostiene. Sin necesidad de hipérboles, la destrucción y el drama se manifiestan a flor de piel. Diversos muros de piedra, magnificados en algunos extremos, dejan paso al espectador para que se adentre en ellos y recorra sus frágiles perfiles. A su alcance, tienden sus paredes para ser acariciadas. Dejan atravesar umbrales y, a la vez, ciegan ventanas y puertas para dejar oculto su decaimiento. Como libros abiertos, en estos muros se parapetan las lecturas de una destrucción que se va haciendo tan lenta, que, a veces, parece definitivamente detenida. No hay edad para la pérdida y el aniquilamiento. Aun cuando en las construcciones de Montserrat Soto se pueden observar las huellas de la desolación, éstas se muestran como cicatrices varadas en el tiempo; tan lejanas como próximas. La rugosa piel de sus muros muestra, a la vez, su frágil y poderosa sustancia. De esta forma, es cómo a través de estas fotografías, se pasa página a la ruina de nuestro tiempo, para volver de nuevo a ella.
Ese recorrido circular, de desorientación y pérdida en el tiempo, resulta particularmente dramático en una videoproyección que nos remite al escenario de la Guerra Civil en el pueblo de Belchite. Como símbolo de todas las guerras, este escenario se muestra quieto, en tanto la tragedia gira a su alrededor sin ser vista. El sonido actúa aquí imprimiendo en la imagen proyectada un pulso sobrecogedor que envuelve al espectador en un cegado recorrido por la nada.
De otra parte, y derivada de la extraordinaria serie de los invernaderos, Montserrat Soto presenta unas últimas imágenes no mostradas anteriormente. Como en la serie anterior, aquí la destrucción campa a sus anchas. De gran riqueza plástica, estas imágenes dan detenida cuenta del sometimiento de nuestro entorno, de su transformación y abandono. Aquí, los muros se vuelven transparentes sin eludir, sin embargo, la opaca ruina que aún los sostiene. A partir de un complejo entramado de elementos que desestabilizan el pulcro ordenamiento de la visión, el espectador se ve obligado a moverse de un lado a otro, llevado a atravesar un paisaje que acaba apoderándose de él, sometido a su laberíntica autodestrucción. Como es habitual en el trabajo de Montserrat Soto, no hay tampoco aquí muestras del ser humano que, sin embargo, está siempre presente en el espectador, siendo partícipe de la ruina.