Image: Dibujo, esencia y comunicación

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Exposiciones

Dibujo, esencia y comunicación

Arte Termita contra Elefante Blanco

11 marzo, 2004 01:00

Zush: Utso, 1998

Comisario: Pablo Llorca. Fundación ICO. Zorrilla, 3. Madrid. Hasta el 11 de abril

Entre los muchos tópicos que se han creado respecto a la organización artística contemporánea, uno de los más extendidos es el que rechaza la existencia de los comisarios de exposiciones -sustituidos por meros coordinadores cuando no por agentes culturales que comercian directamente con la compra y venta de muestras envasadas-, a los que se califica de "estrellas" o "artistas", con parecida intención despreciativa. Arte Termita contra Elefante Blanco, subtitulada Comportamientos actuales del dibujo, es un alegato perfecto en contra de esa manida especie. Pablo Llorca ha seguido en su carrera como comisario independiente -paralela a la de cineasta- una línea de trabajo tan personal y singularizada como coherente con su entendimiento de lo que es y lo que importa en la existencia humana, sustentada, además, en la fidelidad a un núcleo de artistas, nacionales y foráneos, con los que o mantiene relación directa o los ha conocido en sus estancias en el extranjero. La cicatriz interior (1998) o Cruce de caminos (2000) son buena prueba de ello.

Viene lo anterior, no por un halago innecesario a un colega, sino porque su interpretación y análisis de lo que el dibujo es y representa en la escena internacional son tan subjetivos como interesantes, y sin esa primera condición creo que perdería bastante de su calado la segunda.

Parte Llorca de una idea matriz: que el dibujo pone en primer plano lo esencial de la práctica artística y aprecia que un elevado número de artistas iniciaron, en la última década del siglo pasado, un alejamiento del amaneramiento presente en el mundo de las artes plásticas y la recuperación de lo más básico de su función, la comunicación. Dicho en palabras de Louise Bourgeois: "El arte no habla del arte. El arte habla de la vida y eso lo dice todo".

Casi ciento cincuenta piezas de cuarenta y seis artistas explicitan ese argumento según distintas premisas. Así, según sus orígenes visuales, el influjo o la dependencia del tebeo -que amplía a las relaciones generales entre grafismo y palabra, lo que le lleva a clasificaciones atrayentes, "obras algo habladas" y "obras muy habladas"- y del cine en su tratamiento narrativo secuencial y fragmentado. También, en su relación con la escultura o la instalación, la desaparición del boceto previo a la erección de la obra definitiva y su disponibilidad como "proyección de un deseo" o "proyección de una imagen ilusoria". La visibilidad de las energías invisibles -una ambición y un empeño que se retrotraen mucho antes de las fechas que maneja Llorca- viene a encontrarse en la relación que establecen los dibujantes entre la figura concreta y lo informe o los vínculos entre lo que puede ser denominado y se muestra larvado.

El retrato -y digo retrato porque es la figura humana la protagonista de ese conjunto- tiene excesiva impronta determinada por la apropiación de los modelos infantiles -una consideración que el comisario ha mantenido en hipótesis precedentes-, pero ello no es óbice para que comparezcan las que podemos considerar como principales preocupaciones, pretensiones y congojas del ser hoy, desde la identidad a la relectura de la historia política reciente, desde el estereotipo a la originalidad de los sueños.