Image: Stieglitz, un profeta en Nueva York

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Exposiciones

Stieglitz, un profeta en Nueva York

Nueva York y el Arte Moderno: Alfred Stieglitz y su círculo, 1905-1930

24 febrero, 2005 01:00

Stieglitz: Georgia O’Keeffe-Torso, h. 1918. Paul Getty Museum. Los Ángeles

Comisarias: D. Tilkin y F. Heilbrun. MNCARS. Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 16 de mayo

Alfred Stieglitz (1864-1946), como fotógrafo, editor y galerista, concita una serie de cuestiones fundamentales en el arte estadounidense de las tres primeras décadas del siglo XX. Esta exposición, procedente del Musée d’Orsay, debe ser vivamente recomendada a quienes quieran comprender la evolución anterior al Expresionismo Abstracto del arte de aquel país, de la que sabemos más bien poco y que está representada en España sólo en la colección Thyssen. Pero, además, hay aquí pinturas, dibujos y fotografías muy valiosos entre los que pueden hacer algún descubrimiento, y el discurso aparece bien estructurado, siempre que se tenga alguna información previa (lean al menos el folleto; el catálogo, bien planteado y documentado es, como siempre, demasiado caro).

La primera sala presenta a Stieglitz como fotógrafo, atrapado entre dos épocas y entre dos mundos: la del pictorialismo y la de la "fotografía pura"; el de la Naturaleza espiritualista y el de la rugiente Nueva York, donde desarrolló su vida profesional. La principal preocupación del joven Stieglitz es consolidar la apreciación de la fotografía como arte con la fundación de la Photo-Secession, grupo de fotógrafos pictorialistas cuyas obras -magníficos Steichen, Langdon Coburn- promocionó en su revista, Camera Work, y en su primera galería, "291". En ésta, de otro lado, mostró pronto, en primicia, obras de la vanguardia europea, francesa, de la más alta calidad, favoreciendo la asimilación de los nuevos lenguajes por parte de los artistas americanos. Como galerista le importaban menos las ganancias que el proselitismo y solía adquirir obras de los artistas que avalaba. En esta exposición se han buscado, con considerable éxito, esas piezas que formaron parte de su colección particular, así como las más significativas que pasaron por sus galerías y por el Armory Show, gran muestra internacional que organizó en 1913. Así, se suceden una versión reducida de la exposición que hizo de Brancusi, dibujos de Rodin, esculturas, papeles y óleos de Cézanne, Matisse, Picasso o Braque.

Entre 1913 y 1917 se producen frecuentes contactos entre Stieglitz y dos agitadores culturales, Francis Picabia y Marius de Zayas, y en 1915 llega a Nueva York Duchamp. Estos extranjeros quedan fascinados en América por las máquinas, los rascacielos, los coches y el ruido: todo lo que detestaba Stieglitz, quien, con cerca de 50 años, tuvo la cintura de apreciar (tras alguna burla cruzada, como el "retrato" que le hace Picabia) a estos artistas, e incluso de colaborar con ellos (se documenta el curioso episodio de la Fuente, el urinario de Duchamp que fotografió Stieglitz). 1917 es una fecha clave: comienza la relación con la gran Georgia O’Keeffe, mucho más joven, y se manifiesta claramente la evolución hacia la straight photography de Paul Strand, apoyado y secundado por Stieglitz. Se está formando en torno a él un nuevo círculo de artistas jóvenes que, por una parte, se someten al adoctrinamiento del ya algo acartonado "profeta" y, por otra, contribuyen a dar forma al renovado credo que defenderá a partir de entonces: un arte americano de modernidad atemperada, independiente de lo europeo, emocional, antimaterialista y ligado ante todo al paisaje. Son los "Seis + X" de la Intimate Galley y de An American Place, las galerías de Stieglitz a partir de 1925: Marin, Hartley, Dove, Strand, O’Keeffe, el propio fotógrafo y una variable (X), a menudo Demuth. Algunos de ellos notables artistas sólo recientemente revalorizados, de los que se han traído obras importantes. Por su parte, Stieglitz retrata obsesivamente a O’Keeffe ya bajo los preceptos de la fotografía pura y, en los años 20 y 30, realiza unas series de temas naturales que actualizan el transcendentalismo romántico, ya lejos de los nuevos avances artísticos: sus fotografías de nubes y árboles, y sus hermosos y casi abstractos Equivalentes.