Pablo San Juan
Sin título, 2004
Las obras de Pablo San Juan (1965) son brotes pictóricos resultado de un doble proceso de concentración y expansión. Pintura minimal con clara ascendencia Pop y reminiscencias del lenguaje del diseño gráfico y, más aún, del cómic, basada en las formas bien delimitadas y los colores planos y fuertes. El artista madrileño llama a la muestra Agujero negro, metáfora astronómica que sirve para nombrar a aquellos puntos invisibles dentro del cosmos que absorben cualquier materia o energía situada en su campo gravitatorio. Y el título da sentido poético a tres de los cuatro tipos de obras que se exhiben (habría un cuarto formado por tres tablas cuadradas con entramados de líneas horizontales y verticales), los tres donde el agujero es el elemento primordial. Y es que el motivo no es el círculo como podría parecer, porque algo se indica sobre el vacío que lo constituye. Por un lado hallamos varios tondos con lo que podrían ser vistas esquemáticas de los interiores de un ser vivo (animal o vegetal), pero que también pueden verse como concentraciones de un gas o fluido, torbellinos, corrientes concéntricas: procesos de absorción hacia un centro. Por otro, en varias obras de mayor tamaño, círculos negros irregulares flotan sobre fondos violáceos. Son, claro está, agujeros negros, figuras que han perdido un centro que se ha devorado a sí mismo. Por último llegamos a las piezas que más brillan: varios subyugantes dibujos de ritmo musical. En cada uno, varias manchas regulares con forma de círculo imperfecto de las que salen estelas rectilíneas que se entrecruzan y superponen. De nuevo una trayectoria, una inercia, un movimiento y una vibración contenida pero repleta, una visión de fluidos vivos atraídos por una gravitación que sólo puede estar fuera del cuadro.