Image: La arqueología moderna de los Becher

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Exposiciones

La arqueología moderna de los Becher

Tipologías

16 junio, 2005 02:00

Castilletes de extracción, 1965-82

Comisarios: Armin Zweite y Maria Möller. Fundación Telefónica. Gran Vía, 28. Madrid. Hasta el 7 de agosto

Uno de los platos fuertes de PhotoEspaña 2005 es esta inolvidable presentación monográfica en Madrid de la obra de Bernd y Hilla Becher, matrimonio de fotógrafos alemanes -nacidos respectivamente en 1931 y 1934-, cuyas series de imágenes de edificios y maquinaria de arqueología industrial han determinado la corriente de la nueva objetividad, impulsada desde la Escuela de Bellas Artes de Dösseldorf, donde los Becher han sido maestros de fotógrafos tan reconocidos como Andreas Gursky, Candida Hüfer, Thomas Ruff y Thomas Struth.

En la segunda mitad del XX, a partir de que, en 1959, Bernd y Hilla comenzaran a trabajar juntos, su obra ingente (integrada por unos 16.000 negativos) ha establecido un antes y un después en la trayectoria histórica y en el aprecio social de la fotografía. Hacia 1960 nadie podía vivir del arte fotográfico, cuya dimensión artística o se negaba o se seguía intentando desde las maneras del pictorialismo, que ponía la fotografía bajo el dictado estético y la forma de mirar de la pintura. Fue entonces cuando los Becher cortaron con la concepción de la fotografía denominada "artística", para practicarla, en cambio, como un arte autónomo, asumiendo su naturaleza fotográfica con todas las consecuencias. Diez años después, a comienzos de los 70, alcanzaban sus primeros grandes éxitos, integrando la estricta fotografía documental en las encuentros internacionales del minimalismo y del arte conceptual.

La estrategia que siguieron fue la de, por una parte, rechazar la fotografía subjetiva, alentada por Otto Steinert, cuyos postulados esteticistas arrancaban de buscar una foto acusadamente expresiva, en la que las intenciones creativas del autor resaltaban sobre el motivo y el significado de la imagen. Por otra parte, su búsqueda de la autenticidad fotográfica los condujo a estudiar el lenguaje documental de determinados fotógrafos alemanes acusadamente realistas -también llamados "históricos"- de las décadas de 1920 y 1930, que ya estuvieron interesados en la temática laboral e industrial, especialmente Albert Renger-Patzsch, Eugène Atget y Karl Blossfeldt, los cuales habían sido olvidados por el tercer Reich y la segunda guerra mundial. A la vez, analizaron a los fotógrafos norteamericanos -asimismo de la época de entreguerras- de la Farm Security Administration, y en particular a Walker Evans, del que aprendieron las claves de su estilo: empleo de la perspectiva frontal (en favor de una imagen precisa y fiel, puramente fotográfica y voluntariamente impersonal), el aislamiento del tema respecto de su contexto (incluso del más inmediato) y un enfoque uniforme de los objetos a representar. Son caracteres desarrollados en las maravillosas series sobre motivos industriales de los Becher, cuyas imágenes han terminado siendo inconfundibles, inequívocamente personales y expresivas, a fuerza de buscar la impersonalidad y el control radical de la expresión. (Se trata de un "efecto contrario" frecuente en los dominios del minimal).

A la vez, la relación de los Becher con la arqueología, es decir, su sistema selectivo de inventariar, comparar, clasificar y establecer tipologías de viejas arquitecturas y objetos industriales, viajando durante muchos años por medio mundo (Europa y Norteamérica) y siguiendo criterios formales y perspectivas morfológicas, documentales y enciclopédicas (las series Depósitos de agua, Torres de refrigeración, Gasómetros, Castilletes de extracción, Altos hornos…), implica en los artistas no tanto un interés por los resultados objetivos de su "investigación" -o sea, del método científico-, cuanto por la facultad de crear unas imágenes propias que se caracterizan por un lenguaje extraordinariamente exacto, objetivo, esencialmente fotográfico. A ello se suma el criterio empírico-medial del conceptualismo, que reivindica la percepción como fundamento del conocimiento y como articulación simbólica de la realidad.

El montaje impecable de la exposición en las salas centrales de la Fundación Telefónica subraya el carácter sistemático del trabajo de los Becher en estos últimos cuarenta años, así como su purismo radical. Nuevo elogio del arte de la luz, en una Fundación que ha hecho de la fotografía uno de los perfiles de su pasión coleccionista.