Exposiciones

La contradicción de la carne

Caravaggio y la pintura realista europea

13 octubre, 2005 02:00

Caravaggio: Flagelación, 1607-1610. Museo Capodimonte. Nápoles

Comisario: José Milicua. Museo Nacional de Arte de Cataluña. Barcelona. Hasta el 15 de enero

No hay duda de que ésta es una gran exposición. Se exhiben piezas maestras y difíciles de transportar, los especialistas han realizado un rigoroso catálogo razonado, se presenta una obra inédita de Georges La Tour -atribución del comisario y profesor José Milicua-, se ha colaborado con instituciones nacionales e internacionales… Y, sin embargo, es también una muestra irregular en la que se exhiben algunas piezas secundarias… No estamos, pues, ante uno de esos acontecimientos culturales singulares como fueron la exposiciones de Caravaggio (1999) o de Tiziano (2003) -y tantas otras- organizadas por El Prado. "Caravaggio y la pintura realista europea", producida por el Museu Nacional d’Art de Catalunya, es una exposición limitada que acaso exprese las propias limitaciones del MNAC y la dificultad de situarse en la posición que correspondería a un museo nacional, como son sus pretensiones.

La muestra es una panorámica de la difusión de este artista en la pintura del siglo XVII, que fue extensísima, pues su nueva manera de pintar "realista" influyó enormemente en los pintores italianos, españoles y franceses del seiscientos. Entre otros artistas se exhiben cuadros de Ribalta, Zurbarán, Ribera, Velázquez, La Tour, Artemisia Gentileschi, Terbrugghen y Régnier.

Ahora bien, ¿qué entendemos por "realismo" cuando hablamos de pintura y además de pintura barroca? Es difícil de explicar porque el término es de una gran ambigöedad y posee muchas ambivalencias. Sin embargo, el realismo en Caravaggio posee un significado muy concreto: se trata de una nueva manera de mirar y dirigirse a las cosas impregnada -a pesar de las apariencias- de religiosidad. Cuenta la leyenda que mostraron a Caravaggio unos mármoles griegos para que le sirvieran de ejemplo y se ejercitara en el dibujo. él, por el contrario, se dirigió a unos transeúntes que encontró en la calle y los adoptó como modelo. Caravaggio -dicen los especialistas- incorporó a la pintura religiosa al "pueblo llano". La leyenda continúa y narra que algunos de sus cuadros fueron retirados de las iglesias porque los personajes sagrados eran representados por campesinos, algo que fue considerado irreverente, pero que a los ojos de hoy puede -tal vez- interpretarse como la expresión de una nueva espiritualidad.

Caravaggio pinta la carne y la materialidad de las cosas; nadie, antes que él, en la pintura de la Europa meridional, había descrito con tanta crudeza los cuerpos, los rostros, la superficie de las cosas… Pero este "realismo" es algo trascendente, esta "realidad" tan descarnadamente representada posee un orden moral. Más todavía, se trata de una suerte de virtualidad a través de la cual se expresa un mensaje espiritual. Es precisamente a través de la carnalidad cómo Caravaggio llega a lo más espiritual, al misterio de las cosas. Y es el diálogo entre lo uno y lo otro, entre la santidad y el pecado, entre la baja y la alta cultura, entre el cuerpo y el espíritu lo que le hace fascinante y contemporáneo a nuestra mirada.

Tal vez se trate de una vía de santidad por el lado oscuro, en la que desde el pecado se accede a la virtud, simetría de aquella espiritualidad material que comentábamos antes... Es conocida una versión de Caravaggio de Santa Catalina de Alejandria en la que el artista representa a la santa -se ha dicho- como fascinada por los instrumentos de tortura. Milicua ha interpretado este gesto como un agradecimiento, como la expresión del amor de la mártir a los instrumentos de tortura, gracias a los cuales ha ganado la vida eterna. Por lo demás, hoy en día se sabe que fue un encargo del cardenal Del Monte y que la modelo era -probablemente- una prostituta. Acaso, como dice Milicua, la devoción del cardenal por la santa responda a un amor por las herra- mientas del martirio, esto es, el "no rehuir la muerte por una fe que es un enigma". En definitiva en esta obra se reúnen el pecado y la gracia, la muerte y la resurrección, la materia y el espíritu. éste es el "realismo" de Caravaggio.

Cuando se habla de Caravaggio siempre se alude a la luz, una luz muy particular que ilumina determinadas zonas y deja otras a oscuras. A veces se ha definido como luz "nocturna", "luz linterna" o incluso de "luz teatral" y se ha dicho que permite a Caravaggio cincelar las formas y los volúmenes. No se ha hecho hincapié, sin embargo, en que se trata de una luz sobrenatural, literalmente "ajena a la naturaleza". En realidad estamos ante un milagro. A Rembrandt se le ha definido como un artista místico por su luz envolvente, por sus penumbras que crean apariciones. Y sin embargo, la luz de Caravaggio también posee este carácter de epifanía, ese revelar lo sagrado en lo más nimio, en la contradicción y en la carne de las cosas, ese descubrir la espiritualidad en los aspectos más vulgares y banales de la vida.

Yo no sé si este mensaje es recogido por los seguidores del artista, ni siquiera si el significado profundo de Caravaggio es comprendido hoy en día. Pero hay algo en Ribera, en Zurbarán, en el primer Velázquez que va más allá del puro efectismo, de la simple apariencia, de la sensualidad que se atribuyen a Caravaggio. Es el mirar el mundo en su complejidad y descubrir lo sagrado en lo cotidiano.