Exposiciones

Aquel oscuro objeto de deseo

Douglas Gordon: Lo que quieres que diga... yo ya estoy muerto

23 marzo, 2006 01:00

A través de un espejo, 1999

Fundación Joan Miró. Parque de Montjuïc. Barcelona. Hasta el 4 de junio

Esta exposición de Douglas Gordon (Glasgow, 1966) se complementa con una muestra de fotografía en la Galería Estrany & de la Mota. Ambas son las primeras exhibiciones individuales que este artista presenta en España. Vinculado al conceptual, se ha calificado a Gordon como "un pensador de los medias", en el sentido de que sus instalaciones y vídeos implican una reflexión y un análisis del medio audivisual. Entre otros premios fue galardonado con el Turner Prize (1996) y con el Hugo Boss Prize (1998)

Esta exposición se expresa como un cuento gótico. Es la puesta en escena de una idea de caos, de confusión, de terror soterrado bajo la superficie de la iconosfera de la alta y baja cultura. Para Gordon, todas las imágenes, incluso las más banales, encierran tesoros ocultos, o mejor, secretos indecibles… Son como cajas de Pandora que contienen lo más pérfido y extraño, a pesar de su apariencia inofensiva. Y acaso sea por esta razón, por ese trasfondo furtivo y nunca desvelado, por la que arrastran a las masas sin saber éstas porqué.

El trabajo de Gordon es una reflexión acerca del lado oculto de las imágenes, sobre el fantasma que habita en la cultura. La muestra dramatiza un itinerario de miedos, marcas del diablo, laberintos, bajadas al infierno… es una inmersión en lo subterráneo. Así, una de las piezas fundamentales de la exposición está situada en el subsuelo de la Fundación, conocido con la supersticiosa rúbrica de "Espacio 13".

El punto de partida de Douglas Gordon es la tradición presbiteriana de su Escocia natal, a través del reflejo demoníaco que de ella dan los relatos victorianos de terror, como Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado de James Hogg o El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson.

Novelas que no se explican si no es dentro de esta moral calvinista que separa radicalmente el bien del mal, cuyo dualismo fundamental se expresa en la temática del Doble.

En el relato de James Hogg el asesino apela a "la justificación por la Gracia" -una aberración de la doctrina de la predestinación que significa que el Elegido nunca puede pecar y que, haga lo que haga, tiene garantizada la Salvación- para cometer sus horrendos crímenes. En Stevenson se representa la idea de la "bestia" interior, del mal que anida dentro de la persona y que asume corporeidad en el Otro, convertido en pantalla para proyectar nuestro sentimiento de culpa.

Toda esta reflexión no es ociosa, viene al caso porque el tema del Doble es uno de los intereses capitales de Douglas Gordon. La obra más significativa, la que cierra el recorrido de la exposición y que se localiza -como antes explicaba- en el sótano del edificio, es Between Darkness and Light (after William Blake), una versión moderna de la problemática del bien y el mal. Esta instalación consiste en la proyección de dos películas, una en el verso y otra en el reverso de la misma pantalla, de tal manera que el público observa, en virtud de la semitransparencia de la tela, los dos films simultáneamente. Estas dos películas son La Canción de Bernadette (1943), dirigida por Henry King, que narra la biografía de Bernadette Soubirous, la joven francesa que presenció la aparición milagrosa de la Virgen de Lourdes en 1848; y, por otro lado, El exorcista (1973), dirigida por William Friedkin, que trata el caso de una posesión diabólica y de su exorcismo por un sacerdote.

El tema del Doble, metaforizado en el uso de esa pantalla también doble, se relaciona con otros aspectos. El doble es la proyección de uno mismo a través del espejo, es el reconocimiento de la propia identidad en el Otro, como explicó Lacan en su famosa teoría del espejo. Douglas Gordon traslada este concepto a la reflexión sobre la imagen cinematográfica: la pantalla se identificaría con el espejo; el espectador encontraría su doble en los personajes de la pantalla; la oscuridad, la visión hipnótica del cine reproduce el estado inconsciente.

Desde el romanticismo existe la convicción de que algo extraño habita en el arte, entre el éxtasis y el horror, que nos atrae irresistiblemente, quizás porque, como decía Rilke, "lo bello es sólo el comienzo de lo siniestro que todavía podemos soportar". Douglas Gordon realiza un análisis de esta imagen subliminal, de estos aspectos escatológicos de la cultura. Intuyo que los orígenes presbiterianos del artista le hacen especialmente sensible a escrutar este mundo. Si se ha interesado por Hitchcock es porque, en sus propias palabras, el director inglés "era un genio en transformar sus oscuras obsesiones en films". El trabajo de Gordon consiste precisamente en la deconstrucción del film para desvelar esa "obsesión oscura" a través de la manipulación del material cinematográfico previo. Las filmaciones se invierten, se desdoblan, se ralentizan, para revelar una imagen hipnótica, extrañada, patológica. Pero no sé si esta imagen es el reflejo de una verdad oculta e inconsciente o la imagen de una sombra. Tal vez en el fondo de estas imágenes sólo se hallen más fantasmas, las "oscuras obsesiones" de Douglas Gordon.