Exposiciones

Xisco Mensua, lo que queda de lo que somos

Así éramos

20 abril, 2006 02:00

Summer 1997, 2006

Tomás March. Aparisi y Guijarro, 7. Valencia. Hasta el 23 de mayo. De 1.300 a 18.000 e.

A la entrada a la galería, el políptico Estudio sobre la muerte de la pintura (2006) anuncia, no sin ironías, la línea argumental que prevalecerá en esta extraordinaria exposición. Las siete piezas que componen esta obra compendian, con todo lujo de detalles técnicos, los diversos episodios a los que da lugar esta muestra, concebida a modo de elegía. Una fotocopia de un fragmento de una pintura decimonónica en la que se muestra el rostro angelical de la muerte; un viejo trapo para limpiar pinceles; un esqueleto recompuesto con secos coágulos de pintura; una antigua carta de colores; una hoja de un periódico empastada de pintura con críticas sobre Klee -"Un pintor para todos los gustos", reza el titular-, son partes de este variopinto memorándum en el que Xisco Mensua, a medio camino entre Kosuth y Duchamp, plantea una aguda disección de los procesos en el ejercicio de la pintura.

Con este copioso preámbulo, no resulta extraño que esta exposición, que lleva por título Así éramos. Sobre la muerte de la pintura y otros estudios, una vez nos adentramos en ella, constituya una animada declamación de los principios y los fines que mueven la personal obra de Mensua. Así, en un streptease, el artista muestra sin tapujos, junto a lo propio, sus delicados dibujos, también sus fuentes vivas: páginas de periódicos, revistas, libros de historia del arte y textos de enseñanza escolar. A modo de work in progress, imágenes impostadas, gráficos diversos que ilustran el origen de la vida y la proximidad de la muerte, del lado de sesudos textos sobre el saber artístico, se amalgaman en un caleidoscopio, a través del que se observan las cambiantes caras que dibujan la realidad.

Con ello, Mensua deja ver una declaración de fe en el arte, en tanto que, por otra parte, da por liquidada la pintura. De ese modo, cuando creíamos extinta a la pintura, Mensua no hace sino redimirla entre cráneos y esqueletos, y entre ciertas imágenes de aclamados artistas como Richard Prince o Jeff Wall. Y entre el ir y venir de las imágenes, frente a lo que pudiera entenderse como discursivo, Mensua actúa con inteligencia y huye de las sentencias, como también de la fácil lectura de su obra -a menudo simplemente estimada por el dominio de un dibujo sensible-, siendo su trabajo mucho más audaz, cuando es tan ostensible su trascendencia poética y un sentido del humor en el que se manifiesta el artista conceptual que ha sido.