Exposiciones

Miguel Ángel Tornero, estética del extrañamiento

Por ahora (todo va bien)

3 mayo, 2007 02:00

Lluvia de sevilla, 2007

Galería Luis Adelantado. Bonaire, 6. Valencia. Hasta el 26 de mayo. De 1.800 a 7.000 e.

Bajo el título Por ahora (todo va bien) presenta Miguel ángel Tornero una extensa serie de fotografías producidas en los últimos años, inspiradas en la película El odio de Mathieu Kassovit. Tornero propone un recorrido por una sucesión de imágenes en las que, como en la película, a menudo todo queda en suspenso. Este guiño al cine subraya la importancia que las referencias cinematográficas cobran en la definición de su trabajo.

El manejo del tiempo y el espacio, llevados a divergir en una sucesión de narraciones inconclusas en las que algo misterioso ha sucedido o está a punto de acontecer, se plantea como una simple estrategia para provocar en el espectador una sensación de extrañeza. Lo secuencial, el muy diverso trabajo de planos y la introducción del fuera de campo son, entre otras, maniobras con las que trata de desconcertar al espectador, llamado a ser no sólo cómplice de cuanto mira sino partícipe, además, de hechos indescriptibles. Es entonces cuando lo trivial y cotidiano se convierten en algo de particular trascendencia, en sucesos cuyas consecuencias no son perceptibles de inmediato. Así reconoce el artista, entrevistado por el no menos interesante artista José álvaro Perdices: "De pronto, una persona (conocida o, quizás, robada) pasa a ser un personaje y los lugares, escenarios o decorados […]. En la mayoría de las cosas emocionantes en la vida debe existir un desasosiego, esa incertidumbre de lo que pasará, la tensión de lo que sucede o la ‘resaca’ de lo que pasó. En mis obras procuro que pase lo mismo. No sé bien si hablo del presente, pasado o futuro. Me gustaría que se fundieran los espacios temporales. Un aspecto que considero relevante es que el espectador se implique, que interprete y, si quiere, que acabe la imagen. Es él quien decide dónde o cuándo se termina la acción o el tiempo".

Seguidor en la distancia de Jeff Wall, Tornero usa las referencias cinematográficas para trascender también el preciso marco de la realidad y proyectar en ella, de ese modo, una dimensión quimérica. Elevada a una categoría épica, la realidad sacude al espectador y lo lleva a protagonizar las insólitas narraciones que se dan cabida a lo largo de una sucesión de episodios desconcertantes. Desde unos primeros planos en los que se echa encima del espectador una barrera insondable de cardos en el político Borriqueros (2006), hasta las más alejadas vistas panorámicas de ciudades y paisajes, se suceden muy diversas localizaciones donde la figura humana parece ocupar un lugar equivocado, si no confuso. De este modo, adopta una postura contemplativa de difícil acomodo, cuando el espectador -su reflejo- es llamado a completar una narración en la que abundan desencuentros de procedencia surrealista.

No resulta raro, por tanto, que abunden aquí los nocturnos, si bien son las vistas interiores, a plena luz, las que presentan mayor alcance conceptual. Destacar en ese sentido, la serie Meteosat (2007), y obras como La lluvia en Sevilla (2007) que, dentro se su aparente simplicidad, resultan más enigmáticas y ofrecen una abundancia mayor de elementos ilusorios con los que acabar desorientado en un espacio representacional al que no le faltan esquinas y recovecos donde dejarse llevar por el ensueño.