Image: Dexter Dalwood, puro pastiche

Image: Dexter Dalwood, puro pastiche

Exposiciones

Dexter Dalwood, puro pastiche

Dexter Dalwood

29 octubre, 2010 02:00

Neverland, 1999

CAC. Alemania s/n. Málaga. Hasta el 28 de noviembre.

La pintura luminosa y colorista de Dexter Dalwood resulta muy atractiva en la primera impresión y, tras una ojeada panorámica, manifiesta su intención a las claras: las veinticuatro pinturas representan escenarios sin figura. Y hay más pistas: por secciones, la recreación de localizaciones, generalmente de interiores, dormitorios, salones, incluso baños, está formada a modo de puzle con retazos de diversos estilos y manieras de la tradición de la pintura moderna heredera de Matisse. Que la historia es el gato encerrado en esta pintura muy mediterránea pero de truculencia británica, lo comprobamos en cuanto nos fijamos en los títulos de las telas, la mayoría de ellos con referencias a nombres y apellidos de protagonistas y lugares ligados a hechos traumáticos: asesinatos, suicidios, dramáticos suspenses y algún infortunio colectivo. Así que nos hallamos ante acertijos, más bien fácilmente reconocibles y, por ello, placenteros.

Los retos de Dalwood están a la altura de la cultura popular y de las guías y top de la pintura, la literatura, el cine y la música contemporáneas, así como de las noticias más sonadas en los medios en las últimas décadas: de manera que si algo se le escapa, quizás es que el espectador no esté suficientemente familiarizado con las celebrities del glamour. Sus héroes, historias y mitos son bien conocidos: Michael Jackson, Truman Capote, Kurt Cobain, Sharon Tate, el revolucionario Marx, Ceacescu y Margaret Thatcher, Rebecca y el gran Gatsby, el siniestro Camp Davis y el palmeral desierto de Afganistán, Guantánamo, Irak...

En cuanto a la representación, el tono general de los escenarios tiene que ver con elecciones subjetivas del artista, bastante sensatas y con frecuencia neopop; y los fragmentos a veces yuxtapuestos, con lo que se estaba haciendo en pintura en la fecha del suceso. Es un buen imitador y reproduce con soltura las pinceladas de los que admira: Bacon, Ed Ruscha, Richter, Pollock, Hopper, Rousseau...

Declara el pintor que parte de "hechos" que le han impresionado y que pretende hacernos recordar. Pero el inicio de su estilo "característico", a comienzos de la década de los 90, coincide con la denuncia de Frederic Jameson del pastiche como falso historicismo y síntoma del polémico "fin de la historia". Por tanto, pintura encantadora cimentada sobre el desencanto. Tan lisa y plana como vacíos están sus decorados.

Además, se muestran veinte collages: bocetos de pinturas, cuya gracia reside en su factura manual, de técnica muy artesanal. Es la primera vez que se exponen y con la advertencia de que no son obras, sino una vía de acceso a la cocina del pintor. Pero en conjunto, esta primera retrospectiva europea de la última década de Dexter Dalwood, coproducida por la Tate St Ives, el Frac Champeigne-Ardenne de Reims y el CAC, se perfila como oportuna difusión del trabajo del pintor británico.