Patricia Gómez y Mª Jesús González, segundas lecturas
Proyecto para una prisión abandonada
11 febrero, 2011 01:00Vista de la instalación
Clausurada, perdida su función penitenciaria y ya en proceso de desaparición, una cárcel conserva aún algo amenazante y ejerce ese inquietante poder de atracción hacia lo desconocido. Es una fascinación similar hacia lo que Marc Augé llamara un "tiempo en ruinas", lo que subyace del trabajo de las ganadoras del Premio de Fotografía El Cultural 2010, las valencianas Patricia Gómez y María Jesús González (ambas de 1978).También por medio de una técnica grosera de "arrancado" (cuyos orígenes se remontarían al minucioso stacco a massello romano que se aplicó a los graffiti de Miró incluidos en el recorrido de la muestra), Gómez y González se apropian de la pequeña historia que había quedado fijada en los muros de las cárceles de Valencia y Palma. Decía Walter Benjamin que no puede recuperarse por completo lo que ha sido ya olvidado, pero estas "coleccionistas" (a la manera de Hans-Peter Feldmann) de imágenes encontradas, indagan en la naturaleza humana haciendo de estos fragmentos de vida y experiencia un insólito objet trouvé. Como muestra el vídeo que contextualiza el proyecto, la acción de arrancado de la película superficial de extensos paños de paredes se convierte en una "extracción de acciones" que luego deviene pintura y, más tarde, documento y memoria, como sugieren esos grandes "lienzos" plegados en forma de libro. Dos instalaciones (una incluye los objetos manipulados por los últimos siete reclusos de la antigua prisión de Palma), una videoinstalación, un libro de fotografías y diez impresiones digitales realizadas en los talleres de la propia Fundación, completan un proyecto rico en referencias que devuelve, a su condición de enigma, esa misma realidad que ha sido desvelada.
Rotundo más que prometedor, el trabajo de esta pareja de artistas suscita así una interesante reflexión que excede el propósito de evocar, documentar o "fijar" ese discurrir invisible de un tiempo y un espacio ajenos, para transportarnos de los oscuros recovecos de la naturaleza humana al candor de un deseo escrito al azar. Rige aquí la lógica del archivo, la del proceso y el documento, en un interesante vaivén de acción e interacción que, como si de un "nuevo realismo" se tratara, hace visible esa extraña belleza de lo humano que sobrevive hasta en la más cruda realidad.