Image: Imanol Marrodán, ascensión y caída

Image: Imanol Marrodán, ascensión y caída

Exposiciones

Imanol Marrodán, ascensión y caída

Imanol Marrodán. The Inner and Deep Part of Nature

3 mayo, 2013 02:00

Una línea de aire hecha con la mirada, 6.360 m , 2013

Galería Blanca Soto. Alameda, 18. Madrid. Hasta el 22 de abril. De 250 a 4.000 euros.


Coincidencias. Las dos galerías más pequeñas de Madrid, que llevan a su límite inferior las dimensiones posibles del espacio expositivo, dan a conocer sendos trabajos sobre el paisaje vasco, diametralmente opuestos. En Casa Sin Fin, Pedro G. Romero recrea en Los países, a través de fotografías y textos dialogados, las huellas en el territorio de las papeleras de Tolosa y de Hernani. Es un proyecto iniciado en 2008 y enmarcado en la sección Una violencia pura del Archivo F.X. que en breve se editará en un pequeño libro con las treinta hojas expuestas, un formato que le irá mucho mejor. En la Galería Blanca Soto, Imanol Marrodán (Bilbao, 1964) propone una revisión de su trabajo en los últimos años y podemos hasta cierto punto interpretar el apretado montaje de fotografías, dibujos, pinturas, pequeñas esculturas y un vídeo como el despliegue de cuaderno de apuntes o de extractos de una bitácora en la que casi siempre se recogen experiencias relacionadas con la mirada y el paisaje montañoso.

Marrodán no rehúye la mitología de la montaña en la construcción de la identidad vasca, a la que en algún momento alude Romero, y la convierte en guía para -en sus palabras- "el autoconocimiento". Si bien es cierto que sólo en alguna ocasión identifica el entorno fotografiado y que es muy posible que haya aquí imágenes de otras procedencias, el vínculo con su territorio -nacido en Bilbao, vive en Vitoria- se refuerza al dar el mayor protagonismo a la obra más reciente y que resume ese eje vivencial y artístico: Una línea de aire hecha con la mirada. Es un tríptico que representa, desde el interior, los "ojos" de dos cavidades muy señaladas, la Gerriko Koba en el Anboto -morada de Mari, la madre naturaleza vasca- y la Kobaundi en el Udalatx, y muestra sobre el mapa del Parque Natural de Urkiola, a vista de pájaro, esa línea imaginaria de 6.360 metros que se dibuja entre ambas entradas al interior de la montaña.

Marrodán se ha revelado como un excelente fotógrafo, con una gran sensibilidad para luces y cromatismos, pero a diferencia de quienes hacen de la perfección técnica y la belleza su último fin, diríamos que para él se trata de reflejar con justicia la experiencia. De igual manera que hizo esculturas habitables en las que se sometía al espectador a impresiones lumínicas, en la pequeña caja espacial de la galería nos rodea de detonantes de emociones.

Destacan en particular las hermosas fotografías de árboles aislados en la nieve, cubiertos de hielo, que se inscriben en una poética de las cumbres -se adivina en el autor la práctica de la escalada- cercana al "sueño de vuelo" al que se refiere Gaston Bachelard en El aire y los sueños; curiosamente, le atribuye un carácter vectorial, un "hipnotismo lineal" que podemos rastrear en la línea de aire de Marrodán. El homenaje a Yves Klein, por medio de su Salto al vacío, pone en comunicación todos esos factores, al tiempo que hace convivir las metáforas de la caída y las metáforas de la ascensión, a las que también se refiere Bachelard. El artista, que durmió una noche en la galería -en el saco que quedó en el suelo- como quien hace vivac expuesto a los elementos, pretende configurar con este montaje un Atlas interior. Un mapa particular para el pensamiento.