Los juguetes bárbaros de Jacobo Castellano
Homo Ludens
30 enero, 2015 01:00El cubo Rubick de Jacobo Castellano, según dice, su autorretrato...
A pesar de que el título de esta exposición de Jacobo Castellano (Jaén, 1976) nos hace pensar, en primer lugar, en el ensayo homónimo publicado en 1938 por Johan Huizinga, el marco teórico, o más bien poético, más directo para estas obras, como revela el propio artista, hemos de buscarlo en un artículo que Charles Baudelaire escribió en 1853 para Le Monde Litteraire, titulado "La moral del juguete". La idea de que el niño rompe el juguete para buscar dentro su alma le parece a Castellano muy cercana a su quehacer escultórico. Pero además, encontramos ahí una caracterización del "juguete bárbaro" que dice mucho sobre los materiales y las formas que vemos en sus obras: el juguete primitivo construye con elementos humildes una imagen que posee la más alta entidad como realidad.Estas esculturas objetuales pueden tener un funcionamiento estético autónomo pero incorporan una historia material y algunas referencias figurativas que enriquecen siempre sus significados. Una de las obras ahora expuestas, quizá la mejor de la muestra, evoca a El pelele, uno de los cartones para tapices de Goya. Los trozos de madera de roble están toscamente envueltos con lino para lienzos (curiosamente de un tipo conocido como "lino Goya"), lo que hace alusión al soporte pictórico pero también al cuerpo de trapo del muñeco y a la manta que le hace volar.
La asociación de madera y tela se da también en una forma alargada que se propone como autorretrato y, en otras obras, la de madera y cuero, cuero y hueso, madera y barro. Materiales que inducen una experiencia sinestésica de la escultura al producir de inmediato la ilusión de una percepción táctil e incluso olfativa de las piezas. Objetos reales y vitales que traducen una noción del juego ancestral, agónica y hasta cruel.
El desencadenante de esta exposición es un dibujo infantil encontrado (casi todo es encontrado en su obra) en el que se representa un arsenal de armas. En el juego, los niños vuelcan e, idealmente, reconducen sus instintos destructivos. En la escultura, y en los collages con marcado carácter escultórico que ahora presenta, Castellano recompone con los pedazos entes poéticos a los que no borra las heridas y en los que no disimula sus aristas más amenazadoras.
Jacobo Castellanoes sin duda una de las figuras más destacadas en la escultura reciente en España, pero tiene también una obra fotográfica muy notable. Las imágenes que ha incluido aquí no están entre las mejores que ha hecho y me parecen mal integradas en el montaje. No obstante esa evidente desconexión, es interesante el grupo de fotografías sobre El Pasatiempo de Betanzos, un alucinante parque cultural que sufre un lamentable estado de abandono, cuyos relieves cercados por la húmeda vegetación ha fotografiado el artista. En cualquier caso, El Pasatiempo da forma a uno de las funciones antropológicas del juego que definía Huizinga: el saber, la adquisición de conocimiento. El juguete bárbaro, nos recuerda Castellano, es una herramienta de adiestramiento para el arte, para el saber material y formal que nos proporciona una experiencia más profunda de las cosas y del mundo.