Image: José Suárez, entre águila y profeta

Image: José Suárez, entre águila y profeta

Exposiciones

José Suárez, entre águila y profeta

Unos ojos vivos que piensan

20 noviembre, 2015 01:00

Mariñeiros, 1936

Cidade da Cultura. Monte Gaiás, s/n. Santiago de Compostela. Hasta el 27 de marzo

José Suárez se suicida un 5 de enero de 1974 en un humilde hostal de A Guarda, Pontevedra. En sus bolsillos, encuentran el prólogo que Miguel de Unamuno, maestro en lo intelectual y compañero en los afectos, había escrito para su primer fotolibro junto a un texto mecanografiado con las últimas voluntades para su sepelio, que deseaba austero y aconfesional. Triste final para un nómada curioso, incansable viajero, intelectual, exiliado, fotógrafo, cineasta y gallego, cuyo papel renovador de la fotografía documental ha pasado desapercibido para la historia de la fotografía española. Hasta ahora.

En Suárez lo biográfico determina lo fotográfico. Abandona Allariz para estudiar Derecho en Salamanca. Allí descubre a Unamuno a quien retrata en 1934 ensimismado, "entre águila y profeta", como lo describió Eduardo Blanco Amor. La foto tuvo una gran repercusión y fue decisiva a la hora de abandonar la abogacía. Comienza varios proyectos que se verán frustrados por la Guerra Civil, como su famosa serie Mariñeiros, un canto a los trabajos del mar que llegó a ser película gracias a la productora CINESA pero que tuvo que ser montada en Argentina perdiéndose para siempre. De Argentina viaja a Chile, Uruguay y más tarde a Japón, donde entrevista al cineasta Kurosawa y se convierte en un estudioso de su cultura. Regresa 23 años más tarde y encuentra una España que no dista mucho de la miseria que abandonó. Al recordar su celebrada serie dedicada a las tierras de Castilla-La Mancha afirma: "buscaba Donqujotes y sólo encontré Sanchopanzas".

Los comisarios Manuel Sendón y Xosé Luis Suárez Canal, los mismos que recuperaron el archivo fotográfico de Virxilio Vieitez, han tardado dos años en reunir las 206 fotografías, algunas inéditas, fotografías de época, de autor y fotografías nuevas digitalizadas y restauradas que dialogan en el espacio expositivo con unos 150 objetos personales: acuarelas dedicadas de Rafael Alberti, papiroflexias regalo de Unamuno, cartas de su amigo Pérez de Ayala junto con sus cámaras o maletas. Para albergar todo este universo, el arquitecto Alfonso Penela ha diseñado una arquitectura efímera que funciona como una segunda piel del edificio del Gaiás. Un dispositivo para la memoria inspirado en los blancos níveos del fotolibro Nieve en la cordillera y que se expande en esponjosas láminas de foam sobre una estructura metálica invisible.

Suárez fue un exigente etnógrafo y retratista de intensa preocupación estética. Alejado de romanticismos condescendientes, buscaba una fotografía esencial que explorara los recursos propios de la técnica, escenificando las composiciones, controlando las miradas, utilizando estrategias propias del mundo del cine; un personal modo de hacer que convierte a este artista en pieza clave para entender la fotografía del siglo XX y a esta exposición, la más ambiciosa hasta el momento, en una mirada imprescindible al genio, pero también al hombre.