A la intemperie por J.J. Armas Marcelo

El mito de las razas

23 mayo, 2018 11:59
Fernando Ortiz

Fernando Ortiz

El supremacista blanco fabricó el mito de las razas para esclavizar a quienes eran "inferiores" a él. Triunfó durante algunos siglos por la sinrazón de la fuerza. Invadió, conquistó, colonizó y esclavizó. Todo eso es Historia con mayúscula, según los más generosos de cada época. Occidente hace tiempo que, entre trancas y barrancas, escogió la civilización contra la barbarie, pero los resquicios supremacistas están en la memoria oculta y en la genética del mono blanco y caníbal que fuimos en el pasado y, cada vez que se puede, sale a relucir el embuste mítico de la raza para justificar todo tipo de sinrazones.

Esta última semana, antes de volar al Perú, me entretuve algunos ratos de ocio curioso en releer algunas páginas del ensayo del sabio cubano Fernando Ortiz titulado El engaño de las razas. Ortiz, descendiente de españoles en línea directa, era blanco de los pies a la cabeza, lo que no le impidió escribir un magnífico ensayo, científicamente probado, sobre la mentira que representan la raza y las razas. Era un antropólogo sabio de primera dimensión que combatió la ignorancia con la escritura de tres o cuatro libros, insistiendo en la importancia de la cultura de origen africano en Cuba y en otras partes del Caribe. El libro es una delicia para quienes somos antirracistas convictos y confesos y un pronunciamiento contra la ignorancia del racismo y la supervivencia supremacistas de la "raza" blanca. Convendría a muchos defensores de la "diferencia", tal vez a algunos catalanes y a algunos vascos, darse una vuelta por las páginas escritas por el sabio Ortiz para que reciban una ducha de agua helada y una buena friega de humildad. La cosa es así de simple y primaria: la llamada "diferencia" en la que muchos sustentan la supremacía de su ser se basa en el mito de la raza. Por ahí comienzan y, en algunos lugares, hay memoria de matanzas y guerras provocadas con el cuento mentiroso de la raza, cuando debajo no había sino intereses de tipo económico y bastardo.

Conviene mucho al Muy Honorable President de la Generalitat darse una vuelta por estas páginas. Este personaje, que no voy a nombrar para que no me estropee el ritmo de este comentario, escribió largas y profundas estupideces sobre la supremacía del catalán frente al resto de los españoles. No en un artículo sino en bastantes mantuvo las tesis de la "diferencia" del catalán, superior frente al resto de los españoles, "bestias" (sic) que hablamos una lengua inferior y tenemos un fuerte componente racial africano. Mira, Honorable, como dicen en mi tierra canaria, agárrame ese cangrejo que va por agua a la mar y, si te queda tiempo, me lo picas menudo que lo quiero para la cachimba. Como ciudadano libre y español, personalmente no voy a olvidar ni a perdonar jamás esa ignorancia, como no he olvidado ni perdonado la del "padre" Arzalluz que, en su momento, se lanzó emocionado, en un ataque de estupidez nórdica, en los brazos de las tesis de Telesforo Monzón, otro supremacista ignorante.

El ensayo de Fernando Ortiz sobre las razas es un gran elemento para la modernidad que creemos que vivimos. Representa un pensamiento progresista que lucha contra el mito embustero de las razas y sitúa el problema del racismo en su justa medida: en el mito y la mentira que en su origen y desarrollo ha corrido por el mundo y sus tiempos hasta ahora mismo. El mono caníbal que fuimos, y de dónde venimos, busca por todos los medios, en cuanto se lo permite su ignorancia y su incivismo, la espita primaria a la que agarrarse para explicar su superioridad frente a los demás. Es una vieja mentira que ha volado en el tiempo hasta nosotros provocando la farsa más grande de la Historia y la vida del ser humano sobre la tierra. Todavía hay por ahí, y en Cataluña parece que a la cabeza de su gobierno, caníbales primitivos y salvajes que se permiten, aún con corbata y traje completo, incluso con un lenguaje que pretenden sofisticado, el gesto criminal de pensarse superiores por el mero hecho de creerse blanco. Hoy, cuando incluso a la Casa Real Británica no le queda otro remedio que aceptar que el mestizaje es irremediablemente un avance extraordinario contra el incivismo racial y supremacista, en Cataluña, su jefe político ha llegado a la conclusión de que el catalán es superior por razones exactamente contrarias a la bondad del mestizaje.

Me asombra la ignorancia de este "intelectual" de esta categoría, este Lombroso catalán que cree que por serlo va a ser feliz en la Tierra y luego se va a ir al cielo a la hora de la muerte. Asombroso que en Europa haya todavía nazis y seguidores del supremacista blanco cuando está desde hace siglos claro que Europa es mayoritariamente mestiza, esa ideología (el mestizaje) a la que temen como el fuego maligno los racistas y los supremacistas de todo género.

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