Lima entre libros
Digo en una reunión de escritores, amigos como Ray Loriga y Rosa Montero, que a mí hoy me parece que la gastronomía peruana es la mejor del mundo, por encima de la india, la china, la japonesa y, desde luego, la francesa. Iván Thais no estará de acuerdo conmigo, ya lo sé, pero sigo manteniéndolo al pie del cañón. Reto a mis amigos escritores españoles que vayan a una "pollería" y se pidan un pollo asado para que vean la diferencia con otros muchos pollos de otros países. No he dudado, hace tiempo, en comenzar un ensayo divertido con el pollo asado peruvian (a la peruana) porque voy por el mundo, a cualquier país pidiendo, un pollo asado para convencerme yo mismo de que el peruvian es el mejor. Un trago con Fernando Ampuero, que es un "vividor" espléndido (en el sentido francés del término, bon vivant), no me convence de otras viandas fantásticas que, sin embargo, son para mí inferiores al pollo sencillo y llanamente asado, con papas fritas a la francesa, de una de las clases formidables de papas que los peruanos tienen por cientos de clases.
Por la mañana, corro las persianas de mi habitación y veo la fachada pastel del Hotel Country de Lima, el mismo que aparece en la novela Un mundo para Julius, tan lejos en el tiempo y tan cerca en la memoria. En fin, la Feria. Presentan mi libro primero de memorias, Ni para el amor ni para el olvido, Alonso Cueto, Pedro Cateriano y Fernando Carvallo. Glorias de mi amistad presente. Dicen que les gusta y que me retrata. Cuando joven, respondo. Ya estoy escribiendo el segundo tomo que llega al año 2000 en el tiempo y que es un revolú de episodios, anécdotas, filias, fobias, historias y leyendas que me están divirtiendo mucho.
En otro apartado, con otros tragos sobre la mesa, alguien se acerca y me dice que está escribiendo un ensayo sobre aquel personaje extraño de La casa verde, el japonés Tushia/Fushia, que habita radiantemente una isla de delincuentes en medio del río de la novela. "Un antecedente de Fujimori, ya ves", le digo a la estudiosa. Se queda asombrada. No lo había pensado. Vargas Llosa hace eso: pronunciamientos novelescos con mucha antelación a que las cosas sucedan y los personajes que escribe aparezcan en la vida real. En Los cachorros el perro que emascula a Cuéllar es un gran danés, la misma raza del perro que le regaló Isabel Preysler en uno de sus cumpleaños últimos. Be careful, sir.
La literatura y los libros en Lima, en la FIL: España, país invitado, ha realizado un desembarco de escritores muy notables. Los hay de todas las especies, y despliegan su amabilidad entre lectores y adictos. Rosa Montero llena las salas cuando viene. El otro Montero, con su reciente nombramiento cervantino bajo el brazo, no viene como se creía, pero está en ausencia. Olvido García Valdés, problemas del cargo, tampoco. Pero nosotros sí: nosotros cargamos solo con un cargo, nosotros mismos y nuestra presencia. Ahora hago la maleta para Porto Alegre, Brasil, a seguir hablando de literatura, y regresaré a Lima, a seguir entre libros, sobre finales de mes. Entre libros y en Lima el tiempo perdido pasa pronto y se recupera y rescata a cada minuto.