Max Howard, la revolución animada
[caption id="attachment_863" width="150"] Max Howard[/caption]
Es uno de esos hombres cuyo nombre nadie conoce y cuyo rostro aún menos. Uno de esos productores de Hollywood que forman parte más de la mitología colectiva que de la realidad porque pocos saben quiénes son realmente. Max Howard, británico de nacimiento y muy americano de adopción, pasó la semana pasada por España y estuvo en Animayo, Festival Internacional de Cine de Animación, Efectos Especiales y Videojuegos que se celebró en Canarias. Howard ha sido productor de algunas de las películas de animación más importantes del siglo XX: ¿Quién engaño a Roger Rabbit? (1988), La sirenita (1989), La bella y la bestia (1991), Aladdin (1992) o El Rey León (1994), o sea, la época en la que Disney redescubrió la animación tras años de declive del género marcando un hito no solo en la historia de la compañía, también del cine contemporáneo ya que no solo Disney, todo Hollywood, y diríase que poco después el mundo, descubrió el potencial creativo, y por supuesto comercial, de un género que hoy copa con frecuencia los puestos más altos de la taquilla y está más vivo que nunca.
Los productores son como los sobres del PP, se habla mucho de ellos pero muy pocos los han visto. Figuras revestidas de todo tipo de misticismo (que va del productor loco y apasionado a la imagen más frecuente del productor malvado que tortura a los artistas), en nuestro país los productores americanos son poco menos que el Mal, capitalistas puros que usan tácticas imperialistas para dominar el mundo con sus películas. Sin entrar en el fondo del asunto, los productores americanos se parecen mucho a Howard, un señor perpetuamente risueño con esa actitud animosa y entusiasta que a los europeos, más escépticos por naturaleza, nos causa una cierta rabia o risa. Hace constantes referencias a España, y en un momento dado, para que se entienda un poco el estilo, dice: "Cuando alguien quiere hacer una película para todo el mundo, levanto la ceja. ¿Todo el mundo es un chaval de 32 años aficionado al Real Madrid y una ama de casa de Wisconsin?". Me quita años, guiño deportivo, sonrisa, con esos dientes tan blancos de los americanos, este es el estilo.
Dicho esto, Howard se extiende explicando ese momento de transición que vivió en primera persona: "En esa época el equipo de animadores que creó el propio Disney se habían muerto o se habían retirado. La animación estaba totalmente en un punto muerto. Fue con el éxito de Roger Rabbit cuando volvió a ponerse de moda otra vez después de 20 años de decadencia. Yo tuve la suerte de estar en el mejor momento en el sitio adecuado". Corrían finales de los 80 y Roger Rabbit fue un apoteósico éxito planetario. Howard coordinó la producción en Gran Bretaña (la película se rodó allí) e hizo méritos para ser contratado en California, donde lleva casi 40 años. Disney volvió a montar el departamento de animación con nuevos parámetros: "La decadencia del género propició que la tecnología se hubiera quedado muy anticuada. Teníamos que empezar de cero. Hoy hacer una película de animación es mucho más barato porque tienes cómo hacerla pero en aquella época tenías que crearla tú mismo y eso llevaba mucho tiempo y era muy costoso".
De una película de Disney "cada dos o tres años" antes del boom pasó a estrenar como mínimo dos al año y el resto de la industria en seguida se apuntó al carro y hoy "se hacen entre 15 ó 20". A la hora de formar el nuevo equipo, "nos pusimos a buscar animadores en todo el mundo. Los colaboradores de Disney habían sido todos americanos pero ahora el talento se busca allí donde está. De hecho, siempre consideramos a España un vivero muy importante de talento y hay muchos animadores españoles en Hollywood. En esa época, tuvo un papel importante Raul García". Mas cambios: "La animación hasta entonces era terreno exclusivo de los niños. Hoy esas películas están orientadas a toda la familia y se crearon historias más adultas, capaces de tener varias lecturas. De todos modos, lo más maravilloso de la animación sigue siendo que son películas que no envejecen. Puedes ver Pinocho o El rey león y no puedes decir cuándo fueran hechas".
[caption id="attachment_864" width="450"] ¿Quién engañó a Roger Rabbit? de Robert Zemeckis[/caption]
Para Howard, que alaba el trabajo de los revolucionarios Pixar, la animación ha recorrido un largo camino pero aún le queda el reto de conquistar definitivamente las temáticas adultas. Como presidente de la división de animación de Warner produjo una de las películas más bellas y extrañas del género, El gigante de hierro (1999), alabada por la crítica pero de resultados discretos en taquilla. "Vemos películas puntuales para adultos que funcionan como Persepolis pero siguen siendo las menos. La animación es un medio excepcional para explicar todo tipo de historias. Aún no hemos llegado a ese punto pero es cuestión de tiempo". Howard tiene ahora su propia productora y sigue en activo, su próxima película será The Hero of Color City, en la que un grupo de pinturas con ceras se une para defender su casa. "Lo más importante no es la tecnología, ni siquiera la animación, lo más importante es la historia. Lo segundo, conocer a quién te estás dirigiendo. No es lo mismo una película para niños de 5 años que para niños de 10. Los niños reaccionan muy mal cuando ven una película que perciben que está hecha para menores que ellos".
Y terminamos: ¿Existe una conspiración de Hollywood para dominar el mundo? "Entiendo que que pueda verse así, el cine americano copa el mercado y es lógico que haya una reacción cuando sientes que hay una cultura dominante y la tuya está siendo sometida. Tal y como yo lo veo, la cultura americana es una derivación de la europea porque Estados Unidos fue creado por europeos. Hay muchos valores en común. En cualquier caso, es importante que cada país pueda hacer su propio cine y poner en valor su identidad. En California, por ejemplo, hemos seguido con mucho interés el desarrollo de la animación en España".