'This Close' en tres planos
Examinamos algunos apuntes de puesta en escena que hacen de esta serie dirigida por Andrew Ahn un objetivo para nuestras retinas
1. Antecedentes. Antes de focalizar nuestro análisis en tres imágenes correspondientes a la primera temporada de This Close que el canal Sundance TV empezó a emitir en España el pasado lunes 2 de marzo, es conveniente hacer un poco de historia para tomar posiciones antes de desmenuzar la teleserie dirigida por Andrew Ahn. Nacida como una webserie financiada a través de crowdfunding, esta pequeña producción coescrita por Shoshannah Stern y Josh Friedman, a su vez protagonistas del show, terminó de alzar el vuelo cuando el Festival de Cine de Sundance se involucró en su desarrollo. Esta teleficción, cuya segunda entrega se estrenó en Estados Unidos el pasado septiembre, orbita alrededor de la relación de amistad que mantienen Kate (Stern) y Michael (Friedman), dos personas sordas afincadas en la treintena con una complicidad solo igualada por una veterana pareja de mus. Formados en la adversidad, como si en lugar de geografía y física hubieran cursado exclusión y perseverancia, ambos han aprendido a compensar sus altibajos emocionales apoyándose en el otro en una suerte de pas de deux emocional cuya reiterada práctica aborta el desbaratamiento de una coreografía vital ya de por sí complicada. Porque, aunque a Kate y a Josh les va relativamente bien -ella trabaja en una agencia de eventos y está a punto de casarse con Danny (Zach Gilford); él ha debutado en el terreno de la novela gráfica y ha recibido el encargo de una secuela- la fina capa de serenidad que parece envolver su día a día va quebrándose bajo el peso acumulado por la suma de pequeños incidentes: la ruptura de Michael con Ryan (Colt Prattes) y su conocimiento del compromiso matrimonial de Kate, la aparición del bloqueo creativo o la complicada relación que mantiene con su madre hacen del protagonista masculino el platillo débil de una balanza que, sin embargo, irá nivelándose a medida que avancen los episodios y Kate, sostén afectivo de Michael, se embarre, sin aventurarlo, en el fango de la inseguridad.
2. Like I Always Wanted. Así bautizaron al episodio piloto de la serie, un capítulo que termina en un aeropuerto, después de que Kate y Michael regresen de un viaje a Seattle, ciudad a la que él ha ido a presentar su libro y en la que ella ha ejercido de agente, intérprete y apagafuegos full-time. El nudo dramático de esta apertura es una confesión silenciada: Kate tenía que aprovechar el viaje para comunicarle a Michael su inminente matrimonio con Danny, pero ante el temor que le provoca el posible rechazo de su amigo - ¿y si siente que, de algún modo, lo abandono, lo dejo más solo? ¿cómo no va a molestarle que me case con alguien que no le gusta para mí? - prefiere acallar la proposición. Como suele suceder en estos casos, Michael acabará averiguándolo por otros medios. El episodio se cierra con un plano general del personaje interpretado por Friedman situado en la parte derecha del encuadre, a su izquierda está la cinta transportadora de equipajes y a sus pies, las maletas (sí, es el que tenéis justo arriba). La imagen ya denota soledad casi sin necesidad de contextualización. Primero, la cara de mascota abandonada que pone el actor y su posición descentrada. Segundo, ese desparrame de bultos que, si nos regimos por prejuicios estéticos, no pueden ser suyos: su manera de vestir no está en consonancia con esa trolley azul que parece esconder todo el menaje necesario para un picnic campestre… Si las maletas no son suyas es que alguien las ha dejado tiradas allí… con él. Y, por último, ahí está esa cinta portaequipajes, señal inequívoca de provisionalidad e indefectiblemente asociada a los lugares de paso, como si Michael dejará de ser un amigo para convertirse únicamente en uno de los múltiples destinos turísticos en el viaje por la vida de Kate.
Poniendo esa toma final en relación con la dramaturgia del episodio y con las imágenes que la preceden, esa sensación de abandono aún se hace más patente. La ocultación del secreto descascara la blanca envoltura de confianza que salvaguardaba la amistad de los protagonistas, ahora puesta en riesgo por la irrupción de un amor de superior categoría (el romance). La planificación de la secuencia evidencia el (posible) inicio de un proceso de ruptura. Kate y Michael llegan juntos al aeropuerto (la canción ‘Anthem’ de Alana Yorke sutura todo este tramo final y empieza tal que así: “I've been watching / I've been wandering / We've been saving up / We've been growing up / And how many friends have we lost along the way”). Cuando ella ve a Danny, que la espera con un ramo de flores, irá a su encuentro. Inicia esa carrera desde la derecha del encuadre hacia la izquierda con Michael detrás. Tras un corte de montaje la veremos abrazando a su futuro esposo. En los tres planos que componen ese abrazo -con la escala reduciéndose en cada cambio- dejaremos de ver a Michael, que ha quedado fuera del cuadro. El último plano de este bloque es el de los ojos de Kate quien, amarrada al cuello de su prometido, dirigirá la mirada hacia su amigo, alguien que ahora parece estar lejos, muy lejos de ella. Sobre todo, porque el último plano -el que hemos elegido- no es subjetivo, no responde a la mirada de Kate, sino que está tomado desde otro emplazamiento y con una angulación mucho más baja que alude a esa soledad (un plano subjetivo establecería el mantenimiento de una conexión entre ambos que esta elección niega). Vayamos ahora al episodio quinto. Ya saben que la serie se emite de manera semanal, así que a partir de ahora les puede caer algún spoiler. Avisados quedan.
3. The Way We Were. El quinto es, sin duda, el mejor episodio de esta breve temporada inicial (150 minutos en total). La casa veraniega de Ryan se constituye en un escenario único atravesado por el tiempo, un decorado fijo sobre el que transcurre el devenir sentimental de las dos parejas principales (Michael/Ryan y Kate/Danny). Aunque en su campaña promocional se ha impulsado como valor diferencial la sordera de sus creadores/protagonistas -refrendada en la ficción por el uso de algunos efectos de sonido como la distorsión o por la ruptura de determinados clichés a través del sentido del humor- lo más relevante de This Close no es tanto iluminar realidades desconocidas para la inmensa mayoría como su indagación en la necesidad de alcanzar el mayor grado de autoconocimiento posible para trabajar con y desde las limitaciones propias. La serie gana peso cuando desarticula las teologías del éxito sobre las que se sustenta una sociedad que ve la vida como una competición y aboga por valorar a las personas por cómo son y no por sus triunfos profesionales (algo que se observa claramente en el capítulo segundo ‘Who we are’). Todas esas cuestiones, que la serie aborda sin renunciar a un naturalismo cool y urbanita, forman parte de una reflexión más significativa sobre las dificultades comunicativas de los personajes, un obstáculo que va más allá de la sordera de la pareja principal y de los conflictos que se derivan de su diversidad funcional para constituirse como una patología social: si Kate no le cuenta a Michael que va a casarse, Danny es incapaz de contarle a Kate que ha perdido su trabajo y la madre de Michael no se atreve a decirle que ha retomado la relación con su padre. Ese miedo al rechazo genera toneladas de frustración y conduce a los seres humanos a la soledad más absoluta. De ahí que, en este episodio quinto, la mansión de ensueño de Ryan termine por adoptar la forma de una celda de la que Michael no puede escapar. En la parte final del capítulo, la casa será el lugar elegido para la celebración de una fiesta entre amigos bautizada como Gaychella. Cuando la rumba agota sus últimos compases, Michael recoge vasos para tirarlos a la basura. Está en la cocina y desde allí observa cómo, en el exterior, Ryan habla con alguien al que previamente le presentó como un exnovio. Esa conversación, preludio de diálogo erótico para el que no harán falta las palabras, anticipará la ruptura entre ambos. Toda esa secuencia, pero sobre todo el plano siguiente a la visión que Michael tiene de la pareja que charla en el jardín, esta filmada utilizando los reencuadres (la tenéis al inicio del epígrafe). Estamos ante una imagen casi irrespirable, con las paredes de la cocina ocupando dos tercios del cuadro y dejando espacio para una sola figura. Un hombre que, a su vez, queda enjaulado por el marco de la puerta que da al exterior (además, la barandilla que da a la terraza tiene forma de reja). Michael está aprisionado por una relación marcada por una infidelidad intuida en ese momento -y confirmada después- y de la que le va a costar salir (las secuelas serán muy dañinas para él). Es alguien que, a pesar de tener pareja, se siente solo y atrapado.
4. What happened to us? Como se deduce del plano anterior, en This Close la relación que se establece entre los personajes y determinados espacios sirve para describir su estado psicológico o su situación personal. En el capítulo de cierre de esta primera temporada, tras una fiesta de compromiso con final de película del trio Zucker-Abrahams-Zucker, Kate terminará sola en el callejón adyacente al local en el que los invitados todavía siguen brindando ya sin otro motivo que el de seguir bebiendo. En el trayecto que nos conduce desde la primera imagen descrita en el post hasta esta última contemplamos un trasvase emocional que los dos planos elegidos concentran. Kate pasará de ser el componente estable, sólido y reconfortante de la pareja a infectarse de zozobra y apartarse de todo lo que le rodea, como si sus seres cercanos fueran el terreno idóneo para el cultivo de ese virus afectivo. La imagen elegida -que tenéis justo arriba- nos muestra a Kate en medio llorando en esa callejuela débilmente iluminada. El curioso emplazamiento de la cámara hace que el muro de ladrillo situado a la izquierda y la puerta, abierta, de acceso al bar, ocupen casi la mitad de la pantalla, lugar que delimita la posición de la escalera de incendios. Kate esta situada en la parte derecha del cuadro, apoyada sobre un contenedor. Por el suelo pueden verse algunas bolsas de basura. Este plano abrocha una secuencia de ruptura que ha sido rodada en ese mismo espacio, pero recurriendo a primeros planos. Ese paso al general nos indica que la protagonista está, literal y simbólicamente, hecha una mierda. Pero no solo eso, además de llorar rodeada de detritos, si uno presta atención al segundo plano de profundidad de la imagen observará que la valla que pone fin al callejón y las líneas verticales de la fachada del edificio que está justo detrás, recuperan ese motivo carcelario tan presente en esta primera entrega de la producción de Sundance TV. Hecha polvo y atrapada, Kate tendrá que buscar una solución a la disyuntiva que acaba de planteársele. Todos estos apuntes de puesta en escena que hemos examinado son los que hacen de la serie escrita por Stern y Friedman un objetivo para vuestras retinas. Avisados quedáis.