La amistad según Séneca y Howard Hawks
El cineasta realizó tres hermosos wésterns dedicados a la amistad: 'Río Rojo', 'Río Bravo' y 'El Dorado' (1966). En todos ellos es el centro de la trama y se ajusta a la descripción del filósofo.
Según Séneca, maestro de almas, la amistad es más fuerte que el miedo, el egoísmo y la esperanza. Es un sentimiento capaz de desafiar a la muerte, pues sabe que el valor de la vida no reside en acumular, sino en compartir. Lo que caracteriza a la verdadera amistad no es el provecho mutuo. No tejemos lazos de afecto para que alguien nos cuide durante la enfermedad, alivie nuestra pobreza o nos visite en la cárcel, sino para cuidar, socorrer y acompañar a nuestro amigo.
En la carta novena de las Epístolas morales a Lucilio, Séneca escribe: "El que mira hacia sí mismo y con esa disposición llega a la amistad, discurre mal. Como empezó, así terminará: se procuró un amigo que le pudiese ayudar a eludir la cárcel; al primer crujido de las cadenas, desaparecerá". Algunos filósofos han afirmado que el sabio solo se necesita a sí mismo, que puede prescindir de los amigos, pero Séneca opina que Aristóteles tenía al razón al afirmar que sin amigos nadie querría vivir.
La amistad se parece al amor, pues atribuye más importancia a la felicidad del ser amado que a la propia vida. Buscamos la amistad "para tener por quién poder morir, para tener a quién acompañar en el destierro, oponiéndose a su muerte y sacrificándose por él". Séneca admite que hay algo de locura en ese tipo de afecto, pero no considera que se trate de un acto irracional: "¿Acaso hay alguien que ame por una ganancia?, ¿acaso por ambición o gloria? Es el mismo amor el que, por su propio impulso, menospreciando todo lo demás, enardece los ánimos con el deseo de belleza, no sin esperanza de correspondencia en la mutua estima". La amistad es "una realidad bellísima" y quien solo la busca para lograr algún provecho, la despoja de su grandeza.
La amistad se parece al amor, pues atribuye más importancia a la felicidad del ser amado que a la propia vida
Howard Hawks, uno de los grandes directores de la edad dorada de Hollywood, realizó tres hermosos wésterns dedicados a la amistad: Río Rojo (1948), Río Bravo (1959) y El Dorado (1966). En los tres casos, la amistad es el centro de la trama y se ajusta a la descripción de Séneca.
Fijemos nuestra atención en Río Rojo. En este filme, Tom Dunson (John Wayne), un ganadero adusto y de pocas palabras, adopta a Matt Garth (Montgomery Clift), un joven huérfano que deambula por las grandes llanuras de Texas con una vaca, después de haber perdido a toda su familia a causa de un ataque de los indios. Dunson es un hombre de afectos sólidos. Nunca se separa de Nadine Groot (Walter Brenan), un viejo entrañable y cascarrabias que le acompaña desde hace muchos años.
La relación entre Dunson y Garth posee otra dimensión. La diferencia de edad determina enseguida que el vínculo adquiera una dimensión paterno-filial. Dunson se propone ser un gran ganadero y, al cabo de los años, lo consigue, pero la Guerra de Secesión le sitúa al borde de la ruina y no le queda otra alternativa que trasladar su ganado a Misuri, donde lo comprarán a un buen precio. La travesía es larga y peligrosa. Estados Unidos aún es una nación en ciernes, con territorios salvajes y escasas infraestructuras. No se vive. Se sobrevive a duras penas, luchando contra un entorno hostil y un porvenir incierto.
Durante el viaje, que incluye jornadas agotadoras, caóticas estampidas y escasez de agua y comida, Dunson desdeña la sugerencia de desviarse hacia Abilene, Kansas. Aunque circulan historias de que el ferrocarril ha llegado a la ciudad, no les concede crédito y se obstina en seguir con sus planes. Hartos de penurias, sus hombres se rebelan y tres se fugan. Garth los atrapa con la ayuda de Cherry Valance (John Ireland), un pistolero que viaja con ellos por dinero y por afán de aventuras.
Los afectos intensos siempre están expuestos a caídas estrepitosas. El cariño deviene odio cuando sucede algo inesperado
Dunson ordena colgar a los desertores, pero Garth no lo consiente y, tras un breve enfrentamiento, asume el mando con la intención de conducir el rebaño hasta Abilene. Dejará a Dunson atrás, herido y desarmado, pero con la promesa de entregarle el dinero que le paguen por el rebaño. Sombrío y sumido en una cólera bíblica, Dunson le asegura que lo perseguirá y lo matará. Los afectos intensos siempre están expuestos a caídas estrepitosas. El cariño deviene odio cuando algo inesperado altera el equilibrio que había reinado hasta entonces.
Dunson y Garth se reencuentran en Abilene. Matt ha llevado el rebaño hasta la ciudad y ha aceptado la generosa oferta de un tratante. Podría huir y quedarse con el dinero, pero prefiere esperar a Dunson. No está dispuesto a utilizar la violencia para defenderse. De hecho, no responde a los disparos intimidatorios, ni a los primeros puñetazos. Su aprecio por Dunson supera el amor por su propia vida. Volvió al rancho después de combatir en la Guerra de Secesión para apoyarle en todo, no por interés material. Le acompañó en su temeraria travesía sin ignorar que las probabilidades de éxito eran escasas y los riesgos muy altos.
Tal como apunta Séneca, está dispuesto a realizar cualquier sacrificio por su amigo y moriría por él, si fuera necesario. Su amistad no es simple camaradería, sino amor y, como tal, alberga una notable carga de insensatez. Sin embargo, ya no es un adolescente y ha de demostrar que ha alcanzado la madurez y la independencia. Por eso, acaba respondiendo a los puñetazos de Dunson. No le mueve la ira, sino la inevitable rebeldía de los hijos que necesitan enfrentarse a sus padres para forjar su propia identidad. Dunson, que también le ama, no es capaz de matarlo, pero le golpea varias veces.
Finalmente, Matt responde, pues ha llegado la hora de dejar muy claro que la relación se ha transformado. Necesita demostrar que no es un muchacho, sino un hombre. La pelea se interrumpe cuando Tess (Joanne Dru) dispara sobre sus cabezas y los acusa de obrar como dos locos. En el fondo, saben que se quieren y su pelea solo es una ceremonia de tránsito hacia una nueva situación. Dunson lo comprende y cede. Matt ya no será su hijo adoptivo, sino su socio y su amigo.
Aunque casi dos mil años separen a Séneca de Howard Hawks, ambos conciben la amistad como una forma de amor
En Río Bravo y El Dorado, John Wayne interpreta a un pistolero que lo deja todo para ayudar a un amigo en apuros. En ambos filmes, la teoría de Séneca sobre la amistad se materializa con esa dimensión mítica inherente al wéstern. Aunque casi dos mil años separen a Séneca de Howard Hawks, ambos conciben la amistad como una forma de amor. Y el amor, como escribió Pablo de Tarso, es paciente, servicial, no conoce la envidia, el rencor ni la vanidad, disculpa todo, soporta todo, no transige con la injusticia, cree todo y jamás se acaba.
Circuló la leyenda de que Pablo de Tarso y Séneca mantuvieron un intercambio epistolar, pero enseguida se descubrió que ni siquiera se conocieron. A pesar de ello, su concepto de los afectos es similar y ha traspasado los siglos. Río Rojo actualiza una filosofía milenaria, mostrando el poder del cine clásico para revivir viejos mitos.
Dunson y Garth quizás no transmitan demasiado a los más jóvenes, que han crecido con otras referencias. En cambio, los que pasamos muchas tardes de sábado frente a un televisor en blanco y negro, siempre les recordaremos como ese par de cowboys reacios a expresar sus afectos, pero dispuestos a morir el uno por el otro. Séneca, según el cual las ideas abstractas siempre son menos influyentes y valiosos que los ejemplos, habría aplaudido esa actitud, colocándolos a la altura de los héroes de la Ilíada.