Stanislavblog por Liz Perales

Mis Queridos Monstruos (de la escena) III: Hugo Pérez

28 marzo, 2013 01:00

Algunos aficionados saben que los espectáculos de la sala Tribueñe de Madrid casi nunca defraudan. La actriz y directora Irina Kourbeskaya ha conseguido atraer y conformar un numeroso grupo de artistas entregados a la tarea de hacer un teatro único, hermoso y emocionante. Dos lustros ha necesitado para asentar la sala desde la que desarrollar una idea del arte tan poco convencional como auténtica: “El arte nunca fue una expresión democrática, el arte lo hacen los individuos. La riqueza de la subjetividad ha movido la conciencia del mundo”. Y así, en este vivero que ella ha ido abonando con este credo, han surgido artistas como Hugo Pérez.

Con motivo de la celebración del X aniversario de la Tribueñe, la compañía ha recuperado dos de las piezas de su repertorio: la aclamada Por los ojos de Raquel Meller, estrenada hace cinco años, y la más reciente, Donde mira un ruiseñor cuando cruje una rama, estrenada el pasado año y que ahora se reestrena en la sala pequeña del Español con bastantes innovaciones. Las dos han sido escritas y dirigidas por Hugo Pérez. Cuando vi la primera no pude por menos que preguntarme quién era Hugo Pérez; “un artista con alma”, apuntó Irina; tras ver la segunda mi curiosidad por él aumentó. Le esperé al final de la función y disparé:

-¿De dónde ha salido usted?
-He salido de las faldas de mis abuelos, de unos padres como dos torres, del olor a humedad de los pueblos y del otro olor sutil del pan y quesillo de primavera madrileña, de beber Sevilla entera, de tener en un altar a Lola Flores y en la capilla siguiente a Gene Kelly, de subirme de niño en los toros de Guisando falsos que hay en un parque de Moratalaz...”.

Sí, una rara especie en nuestra geografía artística capaz de escribir un musical a partir de un profundo conocimiento de la copla y del folklore español, seleccionar qué actores y cantantes pueden interpretarlo, dirigirlo con elegancia y precisión, coreografiar los movimientos, diseñar y pintar la escenografía, ocuparse del impresionante vestuario (casi 60 trajes) para el que busca y selecciona reliquias casi museísticas, decidir y cuidar con esmero el maquillaje y el efecto que tendrá la iluminación... un hombre orquesta que huye de la especialización en el arte.



-Mi interés por la música española ni comienza ni acaba en Raquel Meller. Lo que pasa es que tengo la suerte o desgracia de estar enamorado del corpus entero, desde el pelo al zapato y no cierro conceptos. Me gustan igual el flamenco que Granados, la escuela bolera que la zarzuela, Jacinto que Francisco Guerrero, la Argentina que la Argentinita, los auroros de Murcia que el corri corri de Cabrales. Y esto pasa en un pais donde la élite intelectual no tiene nada ni de lo uno ni de lo otro y, encima, los integrantes de las diferentes disciplinas no se relacionan. Claro que no se estudia, pero por ignorancia.

-¿Y quiénes han sido sus maestros, dónde ha estudiado usted?
-¿Maestros que me han marcado? Mis profesoras de literatura en la adolescencia Palma y Adelina. Sofia Noel, el ser con el paladar musical mas extenso y exquisito que uno pueda imaginar. Romualdo Molina, escritor y visionario. Irina Kouberskaya, en cuya compaña me nutro, que vio en mí al artista antes que yo. Poetas de libro o de la vida que he podido conocer como Eduardo Scala, José Agustín Goytisolo o el señor Layton... no sé, mis propios actores son mis maestros.

Las producciones de Tribueñe se distinguen también por el protagonismo que tiene la música, incluso en aquellos espectáculos que no son del género propiamente. Mikhail Studyonov es el director musical de la sala y pianista y estrecho colaborador de Hugo Pérez tanto en Por los ojos de Raquel Meller como en el que acaban de reestrenar, Donde mira el ruiseñor cuando cruje una rama.

Es éste último una de las rarezas líricas más interesantes que se han visto en los escenarios madrileños, propia de una sensibilidad artística delicada y erudita. Se trata de un auto sacramental escrito en verso enteramente por Hugo Pérez, interpretado por cantantes líricos según partitura de Studyonov, y con una plasticidad que bebe directamente de las Inmaculadas de Murillo, ya que hay una clara intencionalidad de reproducir en el vestuario las texturas y colores de los cuadros del pintor.

"Pergeñé esta función con la sola idea de escribir sobre el amor, un amor sublime, místico, reverberado, sobreimpresionado, en la que se presentan pasajes paralelos, omitidos o relegados por las corrientes marianas. Hablar de mitología con la pluma y las barbas mojadas en la superstición popular y las tradiciones grecolatinas y judeocristianas aquilatadas en el complejo crisol de lo íbero”. Más tarde he sabido que una niña, su sobrina, fue la inspiración de Hugo Pérez: “Me inspiraron los niños que me rodean, a los cuales les debemos una explicación y una esperanza como poco.

Tiene razón el director cuando examina los riesgos que corre con este tipo de espectáculos: “La fragilidad del exceso, pues se está a un milimetro de lo grotesco. Por ello, se exige mucha concentración de todo el equipo. Por los ojos de Raquel Meller, macilenta y trepidante, quiere ser un susurro al hombre y un grito a Dios. Donde mira el ruiseñor cuando cruje una rama, mayestática y barroca, puede ser con todo su caramelo un estropajo dificil de tragar en este estado de catatonia común”.

A Hugo le esperan ahora dos nuevas producciones. Por un lado, va a montar con la compañía Bodas de sangre (ya hizo con Irina La casa de Bernarda Alba, que reponen a partir del próximo mes). Por otro, escribe ya un nuevo espectáculos sobre el toro de lidia, lo que está en absoluta sintonía con el barrio en el que la sala se encuentra, en la calle Sancho Dávila, 31, muy cerca de la plaza de toros.

Nota: No deja de sorprenderme que un equipo pequeño como el de Tribueñe, sin ayudas públicas prácticamente, en el que muchos de sus actores tienen otros oficios para sobrevivir, tenga un nivel de producción que ni siquiera alcanzan los teatros públicos.

Image: Diderot, paladín del comercio de libros

Diderot, paladín del comercio de libros

Anterior
Image: María Pagés

María Pagés

Siguiente