No se pierdan Los iluminados, en la sala pequeña del Teatro Español de Madrid. Aún quedan dos semanas de funciones. Hacía tiempo que no veía una comedia política tan divertida y honesta, con un conflicto ideológico actual y sin caer en maniqueísmos. Hacía tiempo que una pieza no me mantenía alerta, sin que mi atención se relajara ni un segundo en las dos horas y 40 minutos que dura (con descanso), lo que dice mucho del autor del texto, Derek Ahonen, del director, Julián Fuentes Reta, y del extraordinario elenco que la interpreta: Jorge Muriel, Mónica Dorta, Pedro Angel Roca, Mariano Estudillo, Marina Cruz y Javier Albalá.



El autor Derek Ahonen nació en Chicago hace poco más de treinta años y escribió esta obra en 2007. ¿Se anticipó a las ideas que la crisis y el 15-M han puesto de moda? Puede…, pero yo creo que ya entonces el retrato de unos personajes “antiglobalización”, heraldos de las consignas anticapitalistas, estaban más que dibujados en nuestra sociedad. Lo que Ahonen encuentra es una forma para desenmascarar las contradicciones ideológicas de sus personajes que está en línea con la teoría estética de los espejos deformados de Valle.



En su pieza el autor nos presenta a cuatro anarco-alternativos que viven colectivamente y abrazan el amor libre, el ecologismo, el vegetarianismo y el animalismo. La tribu disfruta con las camas redondas, las rayas de coca y sin dar palo al agua, hasta que hace su aparición Juan, contrapunto a lo que ellos defienden y que pone patas arriba su utópica vida. No es arbitrario que Juan sea de una generación mucho más joven que los miembros de la tribu, indica lo anclados en el pasado que se han quedado aunque ellos no lo sepan. El hallazgo de Ahonen, sin embargo, es la dignidad que mantienen todos los personajes hasta el final de la obra. Personajes muy bien definidos, con brillantes diálogos. Nos reímos con ellos y de ellos, pero también los comprendemos, pues quién no sabe de gente dispuesta a defender utópicas ideas en decadencia.







Jorge Muriel interpreta a David, el ideólogo del grupo, politoxicómano y hermano mayor de Juan; su composición es extraordinaria, es un hallazgo que se pase borracho casi todo el tiempo, así sus proclamas ideológicas pierden solemnidad y ganan en gracia y en efectividad. Mónica Dorta es Amor (atención también a los nombres de los personajes), una especie de madre para todos los miembros del grupo, su frase favorita es “deja salir tus emociones, no entierres tus sentimientos, dí lo que piensas”. Pedro Ángel Roca interpreta a Velarde, grotesco pero humanísimo, obsesionado con la muerte. Y Marina Cruz da vida a Amanecer, la más joven de esta peculiar familia y también la primera en huir de ella.



Queda otro personaje importantísimo de la trama, el falso filántropo que mantiene a esta peculiar familia de perroflautas. Se trata de Joaquín, el mecenas del grupo que de haber muchos como él en la sociedad haría “que el capitalismo fuera algo efectivo”, dice David. Javier Albalá está formidable dando vida a este hipócrita de los negocios y del amor. Y también citar a Mariano Estudillo, el actor que interpreta a Juan, un chaval de 21 años que comenzó haciendo monólogos por los cafés de Bilbao a los quince y que ha sido el otro descubrimiento de esta pequeña gran producción.



Al director Julián Fuentes Reta, también autor junto con Jorge Muriel de la estupenda traducción, le sigo la pista desde Proyecto Laramie y Mundos posibles. Aragonés, formado en Inglaterra y Australia, Fuentes Reta nos ha ido descubriendo autores de otras órbitas dramáticas siempre interesantes. Aquí, además, hace evidente su buena mano para mantener el ritmo de la pieza, para evitar que los actores hagan un cliché de su personaje, para resolver una puesta en escena eficaz y simple y bien ambientada musicalmente, y para darle un final (que no desvelo) como se merece. Larga vida a Los iluminados.