Stanislavblog por Liz Perales

Un solo de Akram Khan, una descomunal producción

22 noviembre, 2013 17:06

Una va a ver un “solo” concienciada de la limitaciones que supone el formato, pero a veces surgen artistas y producciones que pulverizan esas limitaciones, como Akram Khan en  Desh. Un único bailarín en escena que es una caja de sorpresas: cuenta una historia sobre la identidad tejida a partir de varios cuentos, y lo hace bailando con un magnetismo y un dominio del espacio extraordinario, y apoyado por un diseño artístico que quita el hipo.  Desh es un espectáculo elegante e hipnotizador y, atención,  sólo se representa hoy  y mañana en los Teatros del Canal de Madrid. A buen seguro que los  iluminadores y escenógrafos que vayan a verlo aprenderán muchísimo.

Akram Khan se ha presentado como el plato fuerte de esta edición del Festival Madrid en Danza. Él es un reconocido bailarín y coreógrafo,  -fundó compañía en el año 2000 en Londres-, al que ya hace tiempo que se han rendido muchos festivales internacionales. Creo no equivocarme si digo que ya había actuado en Madrid, pero como siempre ocurre en este mundo de los escenarios,  hay que volver varias veces a la misma plaza para ganarse al público.

Es importante conocer el origen de Khan para entender Desh, una de sus obras más personales y cuyo título se traduce del bengalí como “Tierra natal”. Él nació en Londres, en el seno de una familia de Bangladesh. Su madre,  amante del folklore bengalí, le llevó a los siete años a estudiar danza khatak. Más tarde incorporaría estudios de danza clásica y contemporánea, teatro físico e improvisación. Es pues de esos artistas cuya mezcla de raíces, conocimientos e inspiración le ha permitido desarrollar un estilo heterodoxo que lo hace único.  O sea, en la línea, por ejemplo, de Sidi Larbi Cherkoui o nuestro Israel Galván, dos artistas, por cierto, con los que Khan ha estrechado lazos. Con el primero, ya trabajó en un espectáculo, con el segundo, lo prepara para presentarlo en Madrid la próxima primavera.

Khan está solo en escena, pero en ella se multiplica en muchos personajes. Cuenta un historia familiar, a partir de un personaje, él, que emprende un viaje a Bangladesh y narra pequeños cuentos que le permiten dar pinceladas de aquella tierra:  la ruidosa vida cotidiana, los mitos, la guerra, el hambre, el trabajo de los niños,  la rebeldía…. Son breves textos del escritor y poeta bengalí Karthika Nair. Y, por supuesto, está la música que baila Akram, original del Jocelyn Pook, bellísima y magníficamente interpretada, un gozo para los oídos.

Son muy divertidas y camaleónicas las escenas en las que Akram aparece con su padre, y en las que él interpreta a los dos personajes, echando mano de su redonda cabeza calva y utilizándola como quien manipula a un títere.  Su padre es cocinero en Bangladesh y no comprende a su díscolo y desobediente hijo que ha dejado de creer en sus dioses para creer en cualquiera.  También es encantadora  la fábula que relata a un niño, quizá su sobrino, ayudado de una animación mágica que sobre un telón nos va introduciendo en una selva asiática. Sí, él está solo en el escenario, pero no ha ahorrado en medios y está arropado por un equipo artístico de primer orden, que han diseñado una producción de altísima factura.

Para emprezar ha contado con Tim Yip para el diseño visual de la producción. Yip es el oscarizado director artístico de Tigre y dragón de Ang Lee, y realmente su trabajo es espectacular, con delicadas animaciones. Otro tanto habría que decir de la iluminación, fantástica, fuente continua de atmósferas, original de Michael Hulls. Y la escenografía, hermosa, limpia y, a la vez, hipnotizadora especialmente en la última parte,  cuando echa mano de tres varas del peine a las que se han colgado varias cortinas. Las varas descienden sobre el bailarín en una magnífica escena final,  demostrando que este solo de Akram Khan sólo teatros de gran complejidad técnica como este del Canal puede acogerlo.

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Image: Ignasi Aballí

Ignasi Aballí

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