Stanislavblog por Liz Perales

Una cartografía del teatro. 1

5 agosto, 2014 13:08

La mayoría de los visitantes que hoy día van a Olmedo lo hacen porque Lope de Vega escribió una de sus mejores tragedias ambientada en este pueblo de Valladolid: El caballero de Olmedo. Probablemente, en el pasado, la ciudad fue importante por otras causas, pero creo que la obra de teatro se ha convertido en nuestros días en el reclamo turístico y ha facilitado que, incluso, acoja un Festival de Teatro Clásico de cierto renombre y una representación popular del título a cargo de sus habitantes que, precisamente, se escenifica este próximo fin de semana (9 y 10 de agosto).

Ahora que la consigna de las administraciones culturales es mezclar turismo con cultura, se me ocurre componer un mapa del país jalonado por ciudades y poblaciones que la literatura ha promocionado decisivamente. Posiblemente, hay algunos títulos que no hacen justicia a estas ciudades y pueblos, pero aventuro que en otros casos es al revés, y que la literatura ha contribuido a hacerlos más hermosos e importantes de lo que quizá fueron o son.

[caption id="attachment_567" width="560"] Representación popular en Fuenteovejuna de la obra de Lope de Vega.[/caption]

Hay tantas referencias literarias que la geografía resultante sería muy accidentada para un breve post  como este. Me ceñiré sólo a títulos teatrales, cuya bibliografía también es abundante e inabarcable, aunque el género tiene la dificultad de que se informa de los ambientes por las acotaciones escenográficas y a través de los personajes y de su habla.  Recordaré pues sólo los títulos más populares, sin ánimo de ser exhaustiva, dedicando este primer post al teatro escrito hasta el siglo XIX, y en un siguiente al que llega hasta nuestros días. El lector interesado siempre podrá ir completando este intento de cartografía teatral.

Sevilla goza de un lugar destacado, ya que ha sido una ciudad mil veces cantada por los poetas. Uno de los primeros que habló de ella fue Tirso de Molina con una obra que, aunque se desarrolla en varios escenarios (Nápoles, Tarragona, Sevilla), lleva el topónimo en su título: El burlador de Sevilla. Los caballeros sevillanos de la época no salen muy bien parados en esta comedia, si miramos con ojos actuales.  Pero al autor le inspiraron uno de los personajes más espléndidamente trazados de todos los tiempos, origen de un mito que recogerá después toda la literatura universal: Don Juan, arquetipo del joven transgresor de toda norma o restricción moral, que disfruta engañando, gozando y humillando a las mujeres, y dispuesto a desafiar al mismo Dios.  Dos siglos después Zorrilla retoma al galán y alumbra Don Juan Tenorio, mucho más popular y que sí transcurre en la capital andaluza, por donde hoy podemos encontrar establecimientos públicos que nos recuerdan la Hostería del Laurel, donde principia  la acción de la obra.

La increíble producción dramática que se registró durante el Siglo de Oro es un gran filón para emparentar literatura y geografía, aunque en la mayoría de las ocasiones las ciudades aparecen como una mera referencia. Pero abundan los ejemplos en los que los autores dramatizan hechos históricos.  Hay una pieza de Calderón que transcurre en La Alpujarra granadina, Amar después de la muerte o El tuzaní de Las Alpujarrasen la que el autor recuerda la rebelión que los moriscos mantuvieron contra los cristianos durante la época de Felipe II  en la escarpada serranía granadina.  O El alcalde de Zalamea, cuyos personajes son los habitantes de  Zalamea de la Serena, un pueblo de Badajoz  con un pasado importante, pues Nebrija publicó aquí su primera Gramática Castellana.  El cerco de Numancia, de Cervantes, escenifica el asedio del general Escipión, que tuvo lugar en las cercanías de la localidad de Garray, en Ávila.  Pero quizá la obra que más ha contribuido a difundir una localidad e, incluso,  el carácter sanguíneo de sus pobladores es Fuenteovejuna. En esta pieza Lope de Vega dramatizó la rebelión que los habitantes de esta villa protagonizaron contra el Comendador Mayor de la Orden de Calatrava en tiempos de los Reyes Católicos. Hoy la ciudad cordobesa escenifica a finales de agosto el texto en la plaza donde se suponen ocurrieron los acontecimientos y la página web del ayuntamiento de Fuente Ovejuna y sus 14 aldeas exhibe orgulloso el lema que Lope popularizó: “Todos a una”.

La capital de este mapa literario es Madrid y es lógico que así sea pues muchos de los autores, sin ser originales de la ciudad,  acaban siendo atraídos a ella. En la segunda mitad del siglo XVIII Ramón de la Cruz se convierte en el autor más popular, triunfa con sus sainetes, piezas herederas del entremés en los que el autor retrata la realidad de forma estilizada y con una intención levemente crítica. De la Cruz se propone con estas pieza un retrato del habla y de los oficios de los personajes que habitan Madrid y lleva la acción a zonas tan populares como el Prado, la pradera de San Isidro, el Rastro, Lavapiés, la Plaza Mayor. Manolo es el más conocido, en el que se cuenta la historia de un hampón que vuelve de las cárceles africanas a su barrio de Lavapiés. Por esta obra los “majos” y “majas” pasaron a llamarse “manolos” y “manolas”.  Los sainetes costumbristas de Ramón de la Cruz son un material fantástico para recorrer el Madrid más castizo y popular.

Image: Carlos Irijalba

Carlos Irijalba

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