Stanislavblog por Liz Perales

Otra buena comedia: La ruina

4 septiembre, 2015 16:57

[caption id="attachment_974" width="510"] La ruina estará en el Teatro Lara hasta final de mes[/caption]

Dos buenas comedias en menos de un mes y las dos con la crisis económica como telón de fondo. Ya recomendé en este espacio La esperanza en tiempos de crisis, que se mantiene en los Teatros Luchana. Ahora, y antes de sumergirme en el aluvión de estrenos que se avecinan, quiero hablar de La ruina, que se ha ganado su plaza en el teatro Lara durante el caluroso estío, y que permanecerá allí durante todo este mes.

Se pasa bien con La ruina, una comedia que el catalán Jordi Casanovas estrenó en 2008 en Barcelona, inspirado por una realidad social que ya palpaba y que, sin embargo, por aquel entonces el avistador de nubes ni siquiera intuyó. Y da igual lo que hoy digan esos indicadores que hablan de recuperación económica, porque la obra sigue teniendo su chispa y funciona. Su credibilidad no depende de que esté bien contrastada con la realidad, sino de que las situaciones que plantea, además de divertidas, nos dan una idea muy aproximada de cómo los jóvenes desfavorecidos sufren los efectos de una crisis.

Una idea parece presidir la pieza de Casanovas: "La realidad es demasiado aburrida si no le echamos imaginación". Y a ello se afana el autor, pues después de presentarnos un conjunto de personajes realistas con caracteres contrastados (pragmático, idealista, borracha, paranoico…), la resolución de los conflictos llega por la vía de la fantasía y el misterio, un poco a la manera de Mihura.

Silvia y Tony (interpretados por Gabriela Pulgar y Carlos Serrano) son una joven pareja de personalidad enfrentada. Él es un hombre pragmático que estudió Filología aunque trabaja como comercial en una empresa de limpiezas para poder pagar las facturas a final de mes; ella, sin embargo, no es ese tipo de mujeres que se preocupan por vulgaridades domésticas, ella es una artista, imaginativa e idealista. Viven en el antiguo piso de la abuela de Silvia, para ahorrarse el alquiler, y su salón es el lugar de encuentro de todo los personajes.

Entre ellos, está Ricki, amigo de la pareja, anárquico y divertido, tan idealista como Silvia; la hermana de Silvia, felizmente casada con la botella y no tanto con su marido; el paranoico vecino Abel, y su mujer Mari, ejemplo de esposa castradora; y por último, la seductora Carla, una pija de Serrano que completa el elenco.

Conocemos bien lo que muchos personajes viven: Tony ha perdido su trabajo;  Abel, el vecino, anda obsesionado con los pesimistas informes del Banco Mundial y teme por sus inversiones inmobiliarias (chistosísimo Vicenç Miralles); y el esposo de Carla la pija acaba de cerrar la empresa de Tony y llevarse la pasta. La situación es una ruina social y personal: se ha declarado una especie de "corralito" y los bancos han cerrado. Y crece el desencuentro entre ellos ya que no comparten la manera de hacer frente a los problemas. Sin embargo, como exige el género, triunfa el amor y el humor. Y, también hay confianza en la revolución, pues como se dice en la obra, "la calle tiene cara de felicidad", la gente ha salido a manifestarse a la puerta de los bancos.  "Ahora que todos son más pobres que nosotros", clama Toni, "parece que nosotros empezamos a ser normales".

Para su versión en español, Casanovas ha tenido la suerte de que su obra haya sido dirigida con acierto y ritmo por el también actor Noé Denia, que ha reunido un joven elenco. Denia creó el pasado año la productora Tresbalas, junto con Juan A. Molina y Manuel Gancedo. Una empresa que, a tenor de los otros dos títulos que hasta ahora han producido (Camisa de fuerza y Milagro en casa de los López), parece que se dirige a la producción de comedias.

Image: El Bósforo abre el telón

El Bósforo abre el telón

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