Y tú que lo veas

Petit Tour al Gianicolo. Primera etapa

22 marzo, 2013 01:00
Ayer se inauguró en la Calcografía Nacional la exposición de los becarios en la Academia de España en Roma en la temporada 2011-2012. Hacía algunos años que esta muestra no se celebraba, por lo que esta reaparición ante el mundo de la cultura español constituye una buena ocasión para que revisemos la historia reciente de esta institución que tanta importancia ha tenido para nuestras artes y que sigue siendo un destino soñado para muchos creadores e investigadores. Un brevísimo resumen histórico. La Academia se fundó en 1873, en un momento en que Roma empezaba a dejar de ser la meca artística -la culminación del Grand Tour- para dar paso a París, con la idea de reforzar el programa de “pensionados del rey”, mediante el que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando enviaba allí -desde 1746- a pintores, escultores y arquitectos para que completasen su formación. Se adecuó el monasterio de San Pietro in Montorio, que fue mandado construir por los Reyes Católicos en el Gianicolo y del que forma parte el templete de Bramante, obra maestra de la arquitectura renacentista. En 1876 se formalizó el traspaso de la propiedad de Italia a España y se inauguró en 1881. Su primer director fue Eduardo Rosales, a quien sucedió, ya en la sede definitva, José Casado del Alisal. Sus directores fueron siempre artistas, escritores o historiadores: Vicente Palmaroli, Mariano Benlliure, Valle Inclán, el Marqués de Lozoya, Antonio Blanco Freijeiro… En 1973 dejó de depender de la Real Academia de San Fernando y su gestión pasó al Gobierno español. Hoy depende de la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas -su titular es, provisionalmente y desde hace sólo un mes Itziar Taboada-, integrada en la AECID y vinculada al Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. Es territorio español, como las embajadas. Y no es “Real”, como aún se empeñan algunos en nombrarla: desde hace muchos años su denominación oficial es Academia de España en Roma. Hasta en su web le mantienen la falsa tutela monárquica. [caption id="attachment_770" width="450"] Exterior del monasterio y entrada a la Academia[/caption]

En los últimos años se ha producido una progresiva politización y “funcionarización” de la institución. Y se ha dado una curiosa coincidencia en el tránsito de la dirección de la Academia a la presidencia de la antigua SEACEX -hoy AC/E-, en una y otra dirección: Felipe Garín fue director de la Academia entre 1996 y 2002, y pasó desde allí a la sociedad estatal; de ella salía Juan Carlos Elorza, que fue director entre 2002 y 2005; le sucedió en 2005 Charo Otegui, hasta que en 2008 fue nombrada presidenta de SEACEX. En ese año hace entrada Enrique Panés, ya directamente desde la carrera diplomática: había sido embajador en Corea y ejercía como asesor en el Ministerio de Exteriores. Parecido camino y perfil tiene el director actual, José Antonio Bordallo -fue embajador en la República del Congo y en Paraguay,  y asesor en el Ministerio- aunque con mayor contacto con la gestión cultural  -como director del Centro Cultural de España en Chile y gerente del Consejo de Administración del Patrimonio Nacional- y sobre todo, con un talante más abierto. César Espada, Jefe del Departamento de Cooperación Universitaria y Científica en la Dirección de Relaciones Culturales y Científicas, defiende la idoneidad de los diplomáticos para la acción cultural exterior y no cree que el hecho de que el Patronato de la Academia esté dominado por representantes del Ministerio de Exteriores determine la elección, que realiza el Secretario de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica a partir de una terna que el Patronato le presenta.

Espada me ha dado la lista de los integrantes actuales del Patronato, que no se encuentra ni en la web de la Academia ni la de la AECID. Son:
  • Presidente: Jesús Gracia, Secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica
  • Vicepresidenta: Itziar Taboada, Directora de Relaciones Culturales y Científicas
  • Javier Elorza, Embajador en Italia
  • Teresa Lizaranzu, D.G. de Política e Industrias Culturales y del Libro
  • Jesús Prieto, D. G. de Bellas Artes y Bienes Culturales y Archivos y Bibliotecas
  • José Antonio Bordallo: Director de la Academia de España en Roma
  • Antonio Bonet: Director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF)
  • Juan Carlos Elorza: Ex-director de la Academia de España en Roma
  • Rafael Manzano: Académico RABASF
  • Juan Bordes: Académico RABASF
  • José Hernández, Académico RABASF
  • Manuel Gutiérrez Aragón: Académico RABASF
  • Fernando Villalonga: Delegado de Gobierno de las Artes, Ayuntamiento de Madrid
  • Miguel Ángel Cortés: ex-Secretario de Estado de Cultura
  • Guillermo Solana: Director Artístico del Museo Thyssen-Bornemisza
  • Secretario del Patronato: Guillermo Escribano, Jefe del Dpto. de Cooperación y Promoción Cultural, AECID
Quizá recuerden que cuando en otoño de 2011 el anterior gobierno estaba ya en sus últimos días y se hacían movimientos para dejar bien colocados a los afines se redactó apresuradamente una convocatoria para nombrar director en la Academia. ABC publicó que Elena Salgado y José Blanco pretendían regalar el caramelo a Fernando Puig de la Bellacasa. El 13 de abril de 2012 se declaró desierta la convocatoria (?) y el 16 se volvió a convocar la plaza, eligiéndose en junio a Bordallo. [caption id="attachment_769" width="450"] Claustro de la Academia[/caption]

La gestión de Panés al frente de la Academia había sido contestada ya antes por no pocos becarios pero en sus últimos meses la institución quedó a la deriva. Los becarios que ahora muestran sus obras en Madrid cuentan que cuando se hizo la exposición en Roma -momento en que la Academia debería echar el resto- el secretario de la Academia estaba de vacaciones y el director se presentó sólo el día de la inauguración. La desconexión con los becarios era grave; incluso se olvidó de invitarlos a la fiesta de despedida que organizó, a la que acudieron cientos de personas. Bordallo tiene otras formas. Ha atendido mi petición de información, aunque concreta poco y evita los aspectos conflictivos. Varios de los becarios con los que he hablado se quejaban de que la dirección no ha tenido lo suficiente en cuenta todo lo que los residentes pueden aportar, el protagonismo que pueden adquirir, y Bordallo parece haber tomado nota: “Su paso por la Academia no ha de servir sólo para su enriquecimiento profesional sino también para ofrecer al máximo su potencial. Los becarios deben sentirse actores de la proyección cultural de la Academia y debe ser también su responsabilidad de la misma manera que el objetivo de la Academia es su formación artística y humanística”. ¿Cuál es el presupuesto del que dispone? Al margen del importe de las becas y del capítulo de personal, “el presupuesto en el año 2012 para el mantenimiento de las instalaciones y la actividad cultural ha sido de 727.000 euros, un 16,35 % menos que el ejercicio anterior y sensiblemente inferior al que manejan otras Academias en Roma”.

En la convocatoria para su puesto se insistía en dos puntos: la presentación de un proyecto para la Academia y una propuesta de vías de financiación público-privada. ¿Ha conseguido esos apoyos financieros externos? El director considera que es imprescindible conseguir patrocinios y no sólo para las actividades culturales: “Así lo hacen activamente la Academia de Francia, que es la dispone de mayor presupuesto, próximo a los 8,5 millones de euros, y el Istituto Suizo, de características comparables a nuestra Academia -sede, personal, número de becarios- con unos 3,5 millones al año, incrementados con un porcentaje importante de patrocinios. Pero en la situación actual la Academia no puede generar ingresos propios. Tampoco puede obtener ingresos de sus publicaciones, de las exposiciones y demás actividades (la Academia de Francia cobra el acceso a prácticamente todas sus actividades, aunque no es esa la norma entre las Academias extranjeras en Roma). El principal obstáculo que tenemos para la recaudación de fondos es el corsé administrativo, que debe ser superado para recuperar la idea reiterada de convertir la Academia en una Fundación o por lo menos el poder captar recursos externos de terceros tanto públicos como privados”.

[caption id="attachment_768" width="450"] Templete de Bramante[/caption]

César Espada reconoce que se lleva hablando de fundación mucho tiempo pero la descarta. “No es el momento oportuno y el trámite sería largo. Pero existen formas de financiación alternativas. Estamos considerando generar ingresos por medio de tasas y precios. Se pueden alquilar espacios en la Academia y cobrar por la ocupación de las habitaciones que se reservan para artistas o investigadores residentes. También por la asistencia a cursos o actividades culturales y, ante todo, por la visita al templete de Bramante, que ahora es gratuita”. Esta última, junto a la del alquiler de espacios, es la opción que parece más viable, porque la asistencia a actos no es elevada y lo sería menos si fuera de pago. Pero, aún sin concretar, el plan más ambicioso de la AECID es el de la transformación del papel y la imagen de la Academia; su aggiornamento, en palabras de Espada. Un plan del que él mismo se está ocupando, junto a Guillermo Escribano. “No podemos trasladar la Academia en el espacio, pero sí en el tiempo. Facilitar que sea un escaparate de la cultura, un laboratorio de proyectos”. Lo cierto es que la Academia no reúne en la actualidad las condiciones físicas necesarias para cumplir esos planes: las instalaciones son arcaicas, hasta el punto de que la mitad de los enchufes están fundidos, Internet funcionaba mal hasta hace poco y sigue haciendo un frío tremendo. Espada cree que pueden renovarse a través de patrocinios en especie, de empresas constructoras, energéticas, de comunciaciones... que además hicieran actuaciones ecológicas, modernas. Las estrecheces presupuestarias no deberían imponer, dice, una paralización. Y en esa línea redactó un documento que se filtró hace unas semanas en el blog soymenos y que ha provocado ampollas: Cultura Zero. Él piensa que se ha interpretado mal: se trataría de producir “proyectos replicables, de bajo coste pero gran impacto mediático”. Podrían abrirse convocatorias internacionales, premios... la fórmula no está definida. La verdad es que el documento, presentado como una campaña publicitaria, pone los pelos de punta.

El director de la Academia comparte esa fe en la cultura low cost. En su discurso de presentación, en septiembre pasado, ponía ésta a “disposición de todos los protagonistas de la cultura con dos condiciones: que lo que se ofrezca sea siempre la excelencia cultural

y que tenga un coste cero para la Academia”. Pero es curioso que los mencionados planes -y otros más inmediatos, como una “guía psicogeográfica” de Roma, especie de guía alternativa propuesta por los becarios con itinerarios alternativos relacionados con sus trabajos en la Academia, que editará Rosa Olivares- sean diseñados e impulsados desde Madrid, como si no hubiera un director con un proyecto propio. (La semana que viene se publicará la segunda parte de este reportaje, sobre la experiencia de los becarios.)
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