Image: José Manuel Sánchez Ron

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Ciencia

José Manuel Sánchez Ron

“La ciencia no puede estar al margen de la Academia”

20 febrero, 2003 01:00

José Manuel Sánchez Ron. Foto: M.R.

Divulgación, rigor y actualidad son conceptos absolutamente integrados en la obra de José Manuel Sánchez Ron, que participa estos días en el ciclo Libros antiguos de Física, de la UCM, y que acaba de publicar Los mundos de la ciencia (Espasa). Desde hace algún tiempo su nombre se perfila para ocupar un sillón de la Real Academia Española. Sobre esta cuestión y sobre la importancia de la ciencia en nuestra existencia cotidiana habla con El Cultural.

-¿Está la ciencia en el momento más importante de su historia?
-Vive un momento especialmente importante, más aún, revolucionario, en el ámbito de las ciencias biomédicas, pero no creo que se pueda generalizar y hablar de que sea el momento más importante en toda la historia de la ciencia. La primera mitad del siglo XX, por ejemplo, fue más importante, en tanto que fue entonces cuando se crearon unas teorías -especialmente la física cuántica- sin las cuales es difícil pensar que habríamos dispuesto de técnicas e instrumentos que han favorecido en apartados básicos (como la química cuántica, la difracción de rayos X o las técnicas de manejo de información) el desarrollo de la biología molecular. Y qué decir de la denominada Revolución Científica, la época (siglos XVI y XVII) de los Galileo y, sobre todo, Newton, cuando se establecieron las bases sobre las que se asienta la ciencia moderna.

-Cuando James Watson y Francis Crick encontraron la doble hélice hace cincuenta años no se esperaban que pudiesen ver en vida la secuenciación del genoma. ¿Qué cree que nos deparará la ciencia en los próximos años?
-Muchas y profundas sorpresas en el ámbito de las ciencias de la vida. Por ejemplo, las denominadas "células madre", el hecho de que existan células que conserven durante al menos algún tiempo la capacidad de manifestarse de formas diferentes, como células de tejidos y órganos distintos, ¿no constituye una gran sorpresa? Y al margen de otras implicaciones, ¿no es fascinante el problema científico que plantean, el de entender desde el punto de vista teórico cómo puede ser eso posible? Pienso que todavía estamos simplemente oteando por el horizonte un universo científico, el universo de las ciencias de la vida, de dimensiones descomunales. Es un privilegio vivir en esta época, inmersos en una revolución científica.

Ciencia y guerra
-En El Siglo de la Ciencia y en Los mundos de la ciencia da una importancia especial a la guerra y su relación con los avances científicos. ¿Qué relación les espera a ambos para el siglo XXI?
-Depende de cómo sea la historia política internacional en este nuevo siglo, algo que, como parece evidente, es difícil de prever. De entrada, como he tratado de explicar en el último capítulo de Los mundos de la ciencia, parece que los sucesos del 11 de septiembre de 2001 pueden influir tanto en la magnitud de la financiación que recibe la investigación científica en Estados Unidos, la nación líder en la ciencia mundial, como en la dirección de la propia investigación, favoreciendo todo aquello que pueda ser útil en la lucha contra el terrorismo.

-¿Qué piensa sobre el accidente del Columbia?
-El accidente del Columbia ha sido un trágico suceso, pero no impensable habida cuenta de las condiciones extremas en las que desarrollan su actividad los vehículos de su tipo. Tal vez lo sorprendente sea los pocos accidentes que se han producido en la historia de la investigación espacial, lo que dice mucho del cuidado que se ha tenido.

-¿Puede el hombre llegar a explicarse su "función" en el Universo a través del estudio científico?
-No creo que la ciencia sirva para tanto. Nuestra "función" en el Universo es algo que construimos nosotros mismos. Yo no creo que exista semejante cosa, "nuestra función", fuera de nosotros. Y lejos de ver en ello una miseria, lo considero una grandeza de la humanidad: nos planteamos tareas no por sus fines últimos, sino por otros más contingentes, pero también más próximos. Como la solidaridad o la compasión o el deseo de conocer por el mero hecho de saber.

Las enseñanzas de Darwin
-¿Qué le ocurriría a nuestra cultura si se demostrase que "sólo" somos producto de una casualidad?
-Muchos, entre los que me encuentro, piensan que somos, efectivamente, producto de la casualidad. Mi visión del mundo, tengo que reconocerlo, está fuertemente condicionada por las enseñanzas de Charles Darwin. Cuando miro al mundo, no puedo evitar ver al mismo tiempo, como si de un tenue pero no por ello menos identificable trasfondo se tratase, el camino de variaciones, de luchas y mezclas, de senderos ciegos, y, sobre todo, de adecuación al medio para sobrevivir, que transitó la vida sobre la Tierra -incluyendo la aparición de los homínidos y su, por el momento última manifestación, los humanos-. Yo pienso que somos hijos, como en la sentencia de Demócrito, que Jacques Monod convirtió en título de un famoso libro, del azar y de la necesidad, pero de la necesidad de las leyes de la ciencia. En cuanto a lo que esto significa para nuestra cultura, obviamente la afecta, y mucho; especialmente a todo aquello relacionado con la religión, un apartado muy importante -¿cómo negarlo y cómo no comprenderlo?- de la historia pasada y presente de la humanidad. Pero, como apuntaba antes, la grandeza de los humanos reside en su capacidad para crear y mantener valores, para ser solidarios, para desear saber más, para crear obras de arte, filosofía, historia, literatura aún desprovistos de sentimientos de trascendencia.

-¿Es la consciencia el principal "valor" del hombre?
-Desde mi punto de vista, sí. Yo a veces digo que lo que marca realmente la diferencia entre nuestra especie y otras, no es tanto el ser "Homo sapiens", es decir, el "hombre (o el humano) que sabe", sino el ser "Homo sapiens sapiens", esto es, el "hombre que sabe que sabe", que no es sino una forma de hablar de la consciencia.

-¿Es el cerebro en sí mismo todo un universo? ¿Es la evolución su "mano divina"? ¿Llegaremos a entenderlo?
- No, el cerebro no es un mundo en sí mismo. En mi libro argumento que un apartado muy importante para comprender el cerebro es su relación con lo que hay fuera de él. El cerebro rige nuestras actividades, nuestras conductas, pero éstas son, a su vez, respuestas a estímulos externos. En mi opinión será la ciencia que se basa en procesos no lineales (y, consiguientemente, en la matemática no lineal), la que permitirá comprender plenamente el cerebro, integrando, eso sí, la ingente y todavía muy incompleta cantidad de datos, ideas y teorías que aportan constantemente las neurociencias, que florecerán, creo, a lo largo del siglo XXI. En este siglo, quiero dejar claro que en mi opinión, si no conocemos todavía, conoceremos, si no sabemos aún, sabremos. El cerebro no será una excepción.

Einstein y su época
-¿Considera, como la revista "Time", a Einstein la personalidad del siglo XX?
-Sí, y no sólo por su genialidad como científico, por el papel central que desempeñó en las dos grandes revoluciones científicas de la física del siglo XX, la relativista y la cuántica, sino también porque su biografía es algo así como un espejo del siglo pasado, un espejo que refleja la ciencia, la política, la cultura y muchas otras cosas más del siglo que hace poco nos abandonó. Mi próxima obra tal vez sea un libro sobre su ciencia y su mundo.

-Dicen que el próximo sillón de la Academia será para un científico. ¿Se ve usted en la Docta Casa?
-Por el respeto que me merece la Real Academia Española y las tareas que tiene encomendadas, lo único que puedo decir es que dejemos, todos, a sus miembros proceder como crean oportuno. Lo mejor, y yo trato de aplicarme esa regla, es encontrar sentido y placer en lo que se hace sin pensar en otros posibles réditos. Dicho lo cual, sí querría añadir que la ciencia no puede estar -y no lo ha estado nunca- al margen de las tareas propias de la Academia. La ciencia forma parte, una parte muy importante en el mundo actual, de la vida, y la Real Academia Española se ocupa del lenguaje, esto es, de la vida de todos y de todos los días.