Image: Javier Sánchez Palencia

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Ciencia

Javier Sánchez Palencia

“La arqueología necesita financiación adecuada”

6 marzo, 2003 01:00

Javier Sánchez Palencia. Foto: M.R.

Javier Sánchez Palencia coordina desde el Instituto de Historia del CSIC un equipo de investigación arqueológica puntero y lo ha demostrado en sus estudios sobre el Paisaje Cultural de Las Médulas. Ha dirigido la exposición, organizada por la Junta de Castilla y León, que puede verse estos días en el Real Jardín Botánico de Madrid.

-¿Qué hay de cierto en la mítica imagen de la arqueología?
-Muy poco, aunque muchos tienen la imagen de Indiana Jones a la búsqueda de tesoros. La arqueología nace en los siglos XVIII y XIX a partir de las Ciencias de la Tierra, como la Geología, de la Filología y de la Historia del Arte. En los años 60 se introdujeron nuevas concepciones que cimentaron definitivamente la Arqueología como ciencia moderna. Hasta hace poco, la cultura material se consideraba un objetivo en sí mismo. Hoy se han potenciado sobre todo los aspectos sociales y lo territorial frente a la mera cronología.

-¿Sigue siendo importante el hallazgo de nuevos restos?
-Sí, pero el objetivo principal de la arqueología es interpretar el desarrollo de las sociedades a partir de toda la cultura material existente o que se descubra. Ya no prima la "arqueología del descubrimiento", que tenía el riesgo de limitar el estudio a los grupos dominantes. Por ejemplo, en relación con Las Médulas, nos interesa conocer qué ocurría en Astorga, una capital romana de la época, pero también necesitamos comprender lo que pasa en todo el territorio del entorno. En la actualidad, existe una tendencia mayoritaria a considerar la Historia como un proceso continuo y complejo que afecta a la sociedad actual, con unas consecuencias mucho más amplias -históricas, patrimoniales, etc- de las que permitiría obtener un estudio puramente centrado en la descripción del pasado.


Renovación de conceptos
-¿Se considera en desventaja con respecto a otras disciplinas?
-Siempre ha habido una mayor preeminencia de las ciencias aplicadas. Es lógico que la sociedad muestre un mayor interés por aquellas ramas de la ciencia especialmente relacionadas con la salud o con la mejora de calidad de vida. Dentro de esa calidad de vida cada vez se valora más la adquisición de nuevos conocimientos. Y la arqueología se va adaptando cada vez más a esta exigencia de "aplicación", con la renovación del concepto de patrimonio.

-¿Pero cree que cuentan con financiación suficiente?
-Creo que la financiación no debe medirse tanto en función del dinero real que se otorga a cada equipo cuanto en la adecuación de los medios que cada uno de ellos precisa. Disciplinas científicas como la biotecnología necesitan instrumentos mucho más caros que nosotros. De todos modos, la falta de financiación adecuada para la investigación es un problema general hoy en día.

-¿Cuáles son las técnicas arqueológicas más habituales?
-Desde la teledetección mediante fotografía aérea y satélite, hasta la cartointerpretación, pasando por la microtopografía, análisis paleoecológicos, arqueometría, nuevas técnicas de prospección y excavación, etc. Sin embargo, no se hace mejor arqueología por manejar mucha imagen satélite, sino por saber interpretar los datos que te facilitan las nuevas tecnologías. Es fundamental tener claro para qué y por qué se utilizan esas técnicas.

-¿Y cómo aplican estas nuevas tecnologías al estudio del pasado?
-Todos los datos que obtenemos mediante teledetección, por ejemplo, los convertimos en registros digitalizados y en información arqueológica. Elaboramos una nueva cartografía histórica que nos permite trazar mapas de funcionalidades de asentamientos, de riesgos arqueológicos, etc. Hacemos nuestra propia microcartografía, con curvas de nivel incluso de 25 en 25 centímetros. Pero lo fundamental es saber combinar todas esas técnicas para la consecución de nuestros objetivos, teniendo en cuenta, además, que el recurso a la excavación ya no es imprescindible.

-Finalmente, ¿qué papel juegan las fuentes documentales?
-Hasta hace muy poco las fuentes escritas se utilizaban de manera subordinada respecto a los restos arqueológicos. Pero desde el momento en el que nos planteamos la investigación como la búsqueda de respuestas a problemas históricos, la integración de estas fuentes y la arqueología resulta imprescindible. Los textos escritos por los gobernantes; la información facilitada, por ejemplo, por Estrabón sobre la geografía del Imperio; las inscripciones latinas, nos dan una gran información.