Ciencia

Fernando González-Candelas: "Si fuéramos inmortales, nuestra especie desaparecería"

Hablamos con el catedrático de Genética por la Universidad de Valencia experto en teoría evolutiva

16 mayo, 2014 02:00

González-Candelas en el Instituto Cavanilles de Valencia

¿Por qué envejecemos? La pregunta que se ha hecho la especie humana desde que se mira en el espejo de la existencia tiene ya casi todas las respuestas. Sobre este apasionante tema nos habla el investigador Fernando González-Candelas que ha participado recientemente en el ciclo Ciencia y Sociedad de la Fundación Banco Santander.

Los trabajos del catedrático de Genética por la Universidad de Valencia Fernando González-Candelas (Valladolid, 1959) se centran en el estudio de la variación y evolución genética y genómica de microorganismos como bacterias y virus. La teoría evolutiva y, más específicamente, la genética de poblaciones, le proporciona el marco metodológico para estudiar los cambios que se han producido y se siguen produciendo en las poblaciones de patógenos a todas las escalas, desde su origen -normalmente a partir de otros organismos ambientales de otras especies- hasta el interior de los individuos infectados.

El equipo de González-Candelas investiga en el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva y en FISABIO-Salud Pública nuevos métodos de caracterización de la variabilidad genética para comprender mejor los puntos clave que ayudan a reducir la incidencia y gravedad de las infecciones que producen, aumentar la eficacia de los tratamientos y retrasar la aparición de mutaciones de resistencia a los fármacos (antibióticos y antivirales) usados en su tratamiento. Investigaciones como esta han contribuido de forma decisiva a lo largo del siglo XX a aumentar la esperanza de vida de la humanidad, especialmente en los países desarrollados.

-¿Qué nos dice la evolución de la esperanza de vida en el ser humano?
-La extensión de nuestra esperanza de vida, en especial durante el pasado siglo, es el resultado de cambios importantes en nuestro entorno, procedentes de una mejor alimentación, higiene y extensión de avances médicos, como vacunas y antibióticos. Buena parte de este fenómeno se debe a la reducción de la mortalidad infantil. Además, y esto afecta por ahora sólo a las regiones más desarrolladas, estamos asistiendo a una prolongación de la esperanza de vida de aquellas personas que alcanzan edades más avanzadas, lo que, de nuevo, es indicador de los logros obtenidos en atención social y sanitaria. Por tanto, se ha producido un aumento de la esperanza de vida y una mejoría en las condiciones físicas, psicológicas y sociales de aquellos que llegan a envejecer. Estos cambios, por el momento, no han tenido consecuencias evolutivas en el sentido biológico del término, pues son de naturaleza fundamentalmente ambiental.

-¿Puede el desarrollo de nuestra especie alterar el reloj biológico?
-No parece fácil, pues esos cambios se producen a lo largo de muchísimas generaciones. Los culturales, por el contrario, son más rápidos y se extienden a gran velocidad por diferentes sociedades. En ocasiones, parece que el cambio producido, como el del retraso en la edad del primer embarazo en muchas sociedades desarrolladas, puede tener consecuencias biológicas, pero, como digo, se trata de modificaciones del ambiente que aún no se han trasladado a nuestro sistema genético. En caso de hacerlo, lo observaríamos al cabo de muchos miles de años.

-¿Tiene este reloj biológico un límite en cuanto a la longevidad?
-Casi todos los seres vivos tienen una longevidad máxima, como expuse en mi conferencia organizada por la Fundación Banco Santander. Nosotros compartimos una historia evolutiva con los primates y los restantes mamíferos. Todos ellos, incluso en las condiciones más controladas y protectoras, acaban manifestando los síntomas ya conocidos del envejecimiento. Por los datos que disponemos, la longevidad máxima en nuestra especie se sitúa alrededor de los 120 años, que es un valor muy elevado, siendo contadas las personas que pasan o han pasado de forma documentada de los 110.

La longevidad máxima en nuestra especie se sitúa en torno a los 120 años"

-¿Conoce la ciencia exactamente el mecanismo biológico por el que envejecemos? ¿Qué procesos podrían frenarlo?
-Las teorías actuales postulan la acción simultánea y concurrente de diversos mecanismos, unos de acción directa, o efectores, y otros resultantes de nuestra herencia evolutiva. El envejecimiento es, por tanto, consecuencia de ambos tipos de mecanismos y, siguiendo los precedentes que han tenido tanto éxito, la medicina se centra en el estudio de los primeros. Los sistemas de reparación del daño celular y genético, la reducción de la acción de radicales libres y otras sustancias oxidantes, la inactivación controlada de mecanismos de apoptosis (muerte celular programada) son, entre otros, los principales objetivos con los que se quiere lograr retardar el proceso.

-¿Un conocimiento exacto de esos mecanismos haría accesible la alteración de los mismos para acercarnos a la inmortalidad?
-En mi opinión no se puede conseguir. Nuestro sistema biológico tiene incorporado un sistema de envejecimiento a través de numerosos procesos. Incluso si lográsemos reducir la incidencia de alguno de ellos, eliminando aquellos de consecuencias más dolorosas para el individuo y su entorno, no creo que sea posible suprimir todos sin provocar otras alteraciones que acabarían llevándonos al mismo punto pero por vías alternativas. Seguiríamos envejeciendo, aunque quizá nos afectarían otro tipo de patologías o alteraciones. Pero, además, ¿cómo conseguiríamos mantener una sociedad de individuos inmortales? Si nuestra especie, con una esperanza de vida de 35-40 años durante la mayor parte de su historia (y prehistoria) ha dado sobradas muestras de su capacidad para crecer de forma descontrolada y provocar profundas y persistentes alteraciones en el medio que han llevado a la extinción de numerosas especies y todo tipo de cambios ecológicos, ¿qué consecuencias tendría si se alcanzase una supuesta inmortalidad? Mucho me temo que aunque fuese posible, no sería deseable y, si así fuese decidido y llevado a cabo, en poco tiempo el mantenimiento de nuestra propia especie sería insostenible. Desaparecería.

-¿Qué hito científico ha abierto más puertas a la longevidad humana?
-Los demógrafos reconocen varios factores, ya comentados, en el aumento de la esperanza de vida de nuestra especie, la extensión de la higiene y también la utilización de fármacos anti-infecciosos, además de vacunas. Como hitos científicos, estos dos ocupan, sin lugar a dudas, el primer lugar.

Estrategias reproductivas

-¿Por qué entonces existen seres vivos con una longevidad tan elevada y otros tan corta?
-Lo que observamos es que hay una gran variedad de estrategias para envejecer, que tienen que ver, aunque no exclusivamente, con estrategias reproductivas. La longevidad elevada es propia de organismos que se reproducen varias veces a lo largo de su vida (técnicamente se les denomina especies iteróparas), mientras que las que lo hacen sólo en una ocasión (como las plantas anuales, ejemplo de especies semélparas) apenas sobreviven más allá de ese momento. Estas estrategias tienen todas un mismo objetivo: maximizar la contribución a las siguientes generaciones partiendo de una cantidad limitada de recursos.

-¿Diría que controlar la enfermedad es controlar el envejecimiento?
-No el envejecimiento, pero sí la forma en que se envejece: la posibilidad de una mejoría en las condiciones físicas, psicológicas y sociales que suelen deteriorarse sí es un objetivo de la medicina. Esto se logra tanto por vías preventivas como paliativas y, en ocasiones, curativas. En mi opinión, debemos diferenciar claramente entre un mejor envejecimiento y una eliminación del envejecimiento.