Shyamalan
"El fenómeno de los superhéroes resulta imposible en estos tiempos mediocres"
3 enero, 2001 01:00Night Shyamalan, autor del El sexto sentido (una de las películas más taquilleras de la historia), vuelve otra vez a la carga con El protegido, un misterioso título que se estrena este mes en nuestro país y en el que se incluyen claves tan personales como la "resolución final", el suspense y los sofisticados retratos de sus personajes, encarnados por un desconocido Bruce Willis y Samuel L. Jackson. Shyamalan ha recibido a EL CULTURAL para hablar de su nueva entrega y de proyectos como el guión de un nuevo Indiana Jons para Steven Spielberg.
Night Shyamalan ha logrado superar su angustia al espacio cerrado que le provoca el avión para cruzar el Atlántico y presentar en Europa su cuarta película, El protegido, anunciada escuetamente como "escrita y dirigida por el autor de El sexto sentido". Se trata de su tercer y anterior filme cuyo éxito mundial le erigió en un fenómeno paracinematográfico. Y es que el tímido Shyamalan, un hindo americano de Filadelfia de apenas 30 años, hace poco que dejó de ser un desconocido para -tras estrenar la película sorpresa de 1999 en Estados Unidos y la más taquillera de 2000 en España- erigirse en uno de los niños mimados del último Hollywood. De hecho, la industria cinematográfica norteamericana le ha concedido privilegios (elección de actores, elevado presupuesto, final cut) que raramente no sólo no se otorgan a principiantes sino incluso a los maestros veteranos.Sentado confortablemente en un mullido butacón del lujoso hotel Dorchester de la Park Lane londinense, con una voz tan intensa como sus oscuros ojos y un cierto tono autoirónico, el director se aviene a comentar detalles de El protegido, aunque solicita que ciertas sorpresas y giros de la historia queden velados a los lectores para garantizar la "virginidad" del público.
Los segundos finales
Y es que la resolución de El protegido (título castellano del original Unbreakable, es decir, Irrompible) continúa la tradición de los asombrosos 50 segundos finales de El sexto sentido. Aquel ya legendario último minuto que no sólo lograba sorprender al público, sino que le daba un giro de 360 grados a una película que en el instante final cobraba un nuevo sentido, mayor emoción y una rara profundidad.
¿Cuáles han sido las razones para la enorme resonancia de aquella película concebida como una originalísima historia de terror y cuento de fantasmas? El director se muestra muy seguro, a un año y medio de la eclosión del fenómeno que logró seis nominaciones al Oscar, resucitó la moribunda carrera de Bruce Willis y lanzó a Haley Joel Osment, aquel niño doliente que "veía muertos": "He pensado mucho en este tiempo en por qué hubo gente que fue a ver El sexto sentido hasta cinco veces. Y he llegado a la conclusión de que la historia respondía a muchas preguntas básicas que nos hacemos los seres humanos ante la desaparición de un ser querido. ¿Qué nos ocurre cuándo morimos? ¿O qué le ocurre al ser querido que amo y muere? ¿Acaba todo con la muerte, no hay nada más? La película venía a decir que la muerte no es el final y que hay algo más, una respuesta que transmitió una sensación de calor y esperanza".
Lugares nunca imaginados
Shyamalan responde inmediatamente a la cuestión de los elementos en común compartidos por El sexto sentido y El protegido. Y amplía la respuesta: "La noción de que una vez que eres capaz de transportarte mental y anímicamente a un nuevo sitio de tus creencias, todo se abre ante ti de una manera nueva e inesperada y te lleva hasta lugares casi nunca imaginados".
En El protegido hay más signos de identidad de su anterior cine, naturalmente. Está de nuevo el carismático Bruce Willis, esta vez en el rol del vigilante y experto en seguridad David Dunn, un actor que entrega de nuevo un trabajo minimalista y preñado de angustiado desasosiego. Se recrea también otra vez una densa atmósfera poética de maldición sobrenatural, lograda gracias al trabajo de diseño de su íntimo colaborador Brick Mason y la fotografía sombría de Eduardo Serra.
También y como es costumbre en él, M. Night Shyamalan realiza un breve trabajo interpretativo, como en sus anteriores películas: primero fue un fantasma en Praying with Anger, un médico en El sexto sentido y en El protegido ha elegido ser un traficante de drogas al que el personaje de Bruce Willis "intuye", interroga y expulsa del estadio universitario que vigila.
Desde sus tiempos de estudiante de medicina y cineasta compulsivo en formato Super 8 en el suburbio de Conshohocken, en su natal Filadelfia (donde ahora posee las oficinas de su pequeña productora Blinded Edge Pictures), M. Night Shyamalan sólo ha escrito y dirigido películas basadas en sus propias experiencias. Así ocurrió con los cuatro cortometrajes que rodó antes de cumplir 17 años, Praying With Anger (1992), la historia de un joven indioamericano que regresaba a su país de origen para sentirse un completo extraño y Los primeros amigos (1997), la peripecia de un niño católico que trataba de continuar la relación con su abuelo, una vez muerto éste.
Ambas se fundamentaron "en miedos, obsesiones y vivencias propias de mi infancia y adolescencia". De nuevo, El protegido -del que confiesa haber escrito hasta nueve guiones diferentes- presenta también un origen altamente personal. El cineasta y productor lo relata: "Sufrí una grave lesión en la rodilla jugando un partido de baloncesto con unos amigos. El dolor fue casi imposible de resistir. Fue la primera vez en que sufrí herida tan severamente grave. Aquel sufrimiento me condujo al redescubrimiento de mi frágil condición humana. Aquello finalizó con una intervención en que se me tuvo que reconstruir quirúrgicamente la rodilla por completo. Lo consideré un hecho muy importante en mi vida. Así que use la dolorosa experiencia para el arranque de mi historia".
De hecho, M. Night Shyamalan comenzó a escribir el guión de El protegido hace tres años, con sólo 27, mientras rodaba El sexto sentido. Entonces concibió otra historia hipnótica acerca de eventos que bordean lo casi inexplicable. Todo gira alrededor de dos personajes, Elijah Price y David Dunn, interpretados por Samuel L. Jackson y Willis.
El primero es un hombre frágil como el cristal aquejado de una enfermedad ósea conocida como osteogénesis imperfecta que provoca la constante rotura de sus huesos y al que desde su torturada infancia le apodan Señor Cristal. El segundo trabaja como vigilante de seguridad del estadio universitario de Filadelfia. Superviviente único de un apocalíptico accidente ferroviario (rodado con extremo virtuosismo), la película narra la relación distópica que establecen ambos con un fin: descubrir un don secreto del segundo que le revelaría como un superhéroe real -"algo casi imposible en estos tiempos mediocres", como define su autor-, aunque erigido sobre la mitología, iconografía (Willis se reviste de una capa con capucha para la lluvia, que le convierte en la sombra de un ángel vengador) y tradición del cómic.
Por todo ello, El protegido -un título tomado de un cómic titulado El centinela, que juega una baza clave en la narración- vuelve a responder a varias preguntas. Según su autor son: "¿Qué le ocurriría a un hombre si lentamente descubriera poderes que le convierten en un ser sobrehumano? Se trata de alguien que sale vivo sin un rasguño de un horrible accidente. Y comienza a preguntarse: ¿Fue suerte? ¿Fue algo más? Se trata de un hombre normal que rehúsa descubrir sus dones, pero que finalmente cede, los afronta y trata de ajustarse a ese nuevo orden de cosas. La película trata el tema del potencial de cada ser humano y de su descubrimiento".
Elementos autobiográficos
Al igual que en su obra anterior, M. Night Shyamalan revela su obsesión por los temas del aislamiento, así como de las exigencias y tensiones de las relaciones y vínculos familiares, todo ello adornado de numerosos elementos autobiográficos. Forjado en el estudio de cineastas como Alfred Hitchcock, David Lynch, Wes Craven, William Friedkin, Nicolas Roeg, Tarkovsky y el Michael Mann de Manhunter, sus películas muestran la capacidad de fusionar el minimalismo con la exageración, mientras sus personajes caminan por la delgada línea que separa la acción decidida de la irresolución ambigua de la duda.
Resolución final
En su cuarto largometraje hay también una sorprendente resolución final que pide no se desvele, aunque tras reconocer la fuerte influencia de las escenas que clausuran Psicosis, de Hitchcock, apunta: "El tercio final cambia absolutamente de tono respecto a la película vista hasta entonces. Se podría decir incluso que se trata de una completamente distinta. Y el protagonista se aproxima a su propia realización, que es mi idea de una resolución final, aunque la reconozco alejada de la convención y, quizá, de las expectativas del público".
El estatus privilegiado del director obtenido tan sólo a partir del formidable éxito de su tercera película queda subrayado por uno de los raros privilegios que le concedió el estudio Disney -y un lujo carísimo a la hora de revisar los costes de producción-, y que fue que el cineasta pudo rodar la película de nuevo en Filadelfia y en orden cronólogico (rodando desde la página primera del guión hasta la última, secuencia a secuencia) que le permitió a él, al equipo técnico y a los actores "compartir juntos la fascinante experiencia de vivir la progresión de los personajes, de hacer juntos el viaje emocional de unos individuos al encuentro de unas dotes extraordinarias que poseen y se resisten a reconocer". El futuro del cineasta es más que excepcional. Nacido en el seno de una familia de médicos, banqueros y técnicos ("yo fui la excepción familiar, el soñador", dice), conocido por el apelativo infantil de Night (Noche), Manoj Shyamalan afirma querer seguir los dictados paternos y escolares que han forjado su personalidad y obra: "Disciplina, control y una cierta rutina", confiesa sonriendo. Es lo que aplicó para la escritura por encargo del guión de la deliciosa fábula infantil Stuart Little para una película "que pudieran ver mis hijas". El cineasta está casado con Bhavna Vaswani y tienen dos pequeñas de cuatro años y once meses.
Nuevo Indiana Jones
Ahora, elabora ya un guión para Steven Spielberg destinado a la cuarta entrega de Indiana Jones, a la mayor gloria de Harrison Ford. Y también ha hecho las veces de script doctor para A.I., un guión de Stanley Kubrick que Spielberg acaba de dirigir con Jude Law y el niño de El sexto sentido, Haley Joel Osment.
Tras el éxito de El sexto sentido, M. Night Shyamalan recibió una de las pagas más elevadas de la industria: diez millones de dólares por escribir y dirigir El protegido. La Factoría Disney quiso firmar dos proyectos más, pero él rechazo la multimillonaria oferta: "No quiero firmar acuerdos prenupciales", dice con cierta sorna. Sin embargo, el todopoderoso Willis, aliado con Samuel L. Jackson, le presiona para que escriba una tercera historia que podría completar la trilogía de películas de contenidos sobrenaturales del cineasta hindú-americano, pero éste se resiste. De hecho, escribe ya dos historias más cuyos contenidos, sonriendo y disculpándose cortésmente, se resiste a desvelar.