Image: La libertad deshabitada

Image: La libertad deshabitada

Cine

La libertad deshabitada

Alfonso Cuarón impulsa el cine mexicano con Y tu mamá también

10 octubre, 2001 02:00

Tras su experiencia americana, Alfonso Cuarón (Sólo con tu pareja, Grandes esperanzas) estrena este viernes Y tu mamá también, road-movie mexicano cargado de amistad, pasión y sexo. Maribel Verdú, Gael García Bernal y Diego Luna protagonizan una desgarradora relación triangular en un viaje hacia la libertad y el final de la inocencia.

Diez años llevaba ausente Alfonso Cuarón del cine mexicano. Después del exitoso debut con Solo con tu pareja (1991), se pasó a la cinematografía norteamericana para rodar A Little Princess (1995) y Great Expectations (1998). Pero tras codearse con los oscarizados Robert de Niro y Gwyneth Paltrow, y de obtener modestos resultados en la tierra de la oportunidades, Cuarón ha encontrado lo mejor, más realista y naturalizado de su filmografía de nuevo en su patria chica con Y tu mamá también (que tras su paso por San Sebastián llega este viernes a nuestras salas). Y es que el cineasta mexicano, que ha escrito el guión junto a su hermano Carlos, sostiene que nunca se imaginó Hollywood como su "destino final": "Quería regresar y rodar en español con personajes específicos mexicanos".

Al dictado de las hormonas

Los personajes son Julio (Gael García Bernal) y Tenach (Diego Luna), dos adolescentes, uno de clase alta otro de clase media, que viven días de placer y despilfarro bajo el dictado de sus hormonas y de la poderosa amistad que les une. Una amistad que trasciende lo estrictamente mostrado en pantalla, como explica García Bernal: "Pasamos nuestra adolescencia juntos y, de algún modo, compartimos muchas de las experiencias que se muestran en la película". Las experiencias, siempre apasionadas, surgen a partir de una boda de alta sociedad, a la que acude el mismísmo presidente de la República de México (en los tiempos agónicos del PRI). Allí, los jóvenes conocen a Luisa (Maribel Verdú), una española con antecedentes trágicos que ronda los treinta años. La invitan a Boca del Cielo, un paraíso imaginado, y ella, que está casada con un escritor engreído y primo de Tenach, rechaza amablemente la invitación.

Necesidad de aventura

Días más tarde, Luisa recibe una trágica noticia, y dispuesta a recuperar la libertad deshabitada, invadida por una irreprimible necesidad de aventura, localiza a los chicos. Los tres emprenden el viaje que, en forma de road-movie (es curioso constatar cómo los últimos éxitos mexicanos se estructuran en torno a este género), les conducirá a complejas y salvajes relaciones, basadas en un esquema triangular que funciona sin estridencias, en las que el sexo (a dos bandas, claro) se muestra sin concesiones al puritanismo, en los diálogos, en la retórica de los gestos, en los juegos, en los actos. "Queríamos hacer una película sexual que no ocultara nada -explica el director-. Solamente queríamos ser honestos con los personajes y ver situaciones sexuales de la manera en la que realmente son".

Alejándose de los comportamientos del trío protagonista -que a medida que avanza el filme ganan en interés y profundidad-, una voz en off omnipresente, que en algunos casos adelanta acontecimientos que se producirán más allá del tiempo narrado (aunque el carácter del filme es claramente elíptico) frecuenta y fragmenta la narración para darnos más señales del contexto social y político mexicano, así como de los antecedentes que sustentan a ciertos personajes, aunque sean irrelevantes para la trama que ocupa a la relación en triángulo. Una relación en la que sexualidad, amistad e inocencia entran en conflicto y pondrán fin a una adolescencia deshonrada por la mentira, pero embellecida por la nostalgia.