Image: Sol de sal. La nueva poesía catalana

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Poesía

Sol de sal. La nueva poesía catalana

JORDI VIRALLONGA (ED.)

10 octubre, 2001 02:00

DVD. Barcelona, 2001. 556 páginas, 3.000 pesetass

Jordi Virallonga, poeta catalán de lengua castellana, antologa y traduce en esta antología, que viene a completar las de José Corredor Matheos y José Agustín Goytisolo, a veinte poetas, nacidos entre 1951 (Enric Casassas) y 1972 (Sebastià Alzamora). De la mayor parte de los poetas ahora antologados, se traduce por primera vez una muestra significativa de su poesía al castellano; son muy escasos (Enric Sòria, Vincenç Llorca) los que cuentan con algún libro editado fuera de Cataluña en edición bilingöe. Bastan estos datos para subrayar la importancia de este volumen, que nos permite saltar las bardas de nuestro corral, como diría Antonio Machado, y atisbar qué es lo que hacen ahora mismo -tan cerca y tan lejos- los poetas coetáneos de nuestros poetas más jóvenes.

Si nada se puede objetar a la laboriosidad del antólogo, y a lo encomiable de su empeño, algunas dudas vierte el prólogo sobre su idoneidad. Reparo menor podría ser algún lapsus fácilmente subsanable que se le cuela en la traducción. El más llamativo aparece en la cita de André Breton que Manuel Forcano coloca al frente de uno de sus poemas: "La beauté sera convulsive ou ne sera pas". A esa belleza convulsa, que tanto gusta a Francisco Umbral, Jordi Virallonga la convierte en bondad: "la bondad será convulsiva o no será", traduce (p. 509).

En el prólogo, de algo vacilante sintaxis, encontramos el siguiente párrafo: "Al contrario de lo que suele suceder en la poesía española, muy dada a formar -o a intentarlo- tres o cuatro grupos de tendencia estética o fraternales pesebres, con suerte lobbies de presión [...] que les permitan luego ingresar debidamente clasificados en artículos, antología, nóminas, libros de texto, historias de la literatura y arrimarse al poder político a través del literario, en Cataluña la falta de atención desde las administraciones públicas a sus poetas [...] propició la aventura del francotirador".

No se sabe qué admirar más en esta diatriba. Por un lado, resulta algo extraño que se hable de la falta de atención de los poderes públicos hacia la literatura catalana cuando se antologa a poetas que han desarrollado su obra durante las dos décadas del pujolismo, que apenas han publicado libro sin el premio correspondiente, que han dirigido o colaborado en numerosas actividades generosamente subvencionadas, que incluso han "desempeñado diversos cargos en el gobierno catalán", como se nos dice de Vicenç Llorca. Por otra parte, su pintoresca caracterización de la poesía española es un aguado eco de ciertas polémicas movidas por exasperados grupúsculos que pretendían sanear la vida literaria (los llamados "poetas de la diferencia", los anónimos que se agrupan tras Manuel García Viñó y sus panfletos). Ciertamente, en la literatura de cualquier época y de cualquier país suelen darse tendencias estéticas y formarse grupos de presión. ¿No marginó el grupo del 27 a poetas como Domenchina? ¿No trató Domenchina en sus colaboraciones en El Sol y en sus antologías de marginar y menospreciar al grupo canónico del 27? Ciertamente, y no por eso Lorca deja de ser Lorca ni Domenchina deja de ser Domenchina. ¿Se arrima más al poder político a través del literario Javier Marías que Baltasar Porcel, García Montero que álex Susanna? La mezcla de resentimiento y moralina no ayuda demasiado a la objetividad y el rigor en la crítica literaria.

Otra consecuencia de esas polémicas movidas por los autodeterminados "poetas noclónicos" es que Virallonga resalte "que ninguno de los poetas aquí seleccionados se parece entre sí, a excepción de algunos registros que pueden tener en común". Curiosamente, eso es lo que les ocurre a todos los poetas del mundo: sólo se parecen en aquello que tienen en común.

Mucho juego le da el breve prólogo, demasiado, al crítico o al lector malicioso, pero resultaría injusto para con el resto del volumen -más de medio millar de páginas- detenerse en exceso en él, por mucho que nos divierta. Quizá no sean estos los veinte mejores poetas catalanes del último cuarto de siglo, pero un puñado de ellos -María Mercè Marçal, Antoni Puigverd, Andreu Vidal...- bastan y sobran para justificar la edición del libro, para hacer que no resulte baldío el benemérito trabajo del antólogo.