La pasión por el dibujo de Walt Disney
El pato Donald, una de sus creaciones más emblematicas
Paul Valèry dijo que las tres grandes creaciones de la inteligencia son la poesía, la matemática y el dibujo. Como todas las exageraciones, ésta es la amplificación desmesurada de una verdad. Mi fascinación por el dibujo viene de lejos. Me maravilla su capacidad para transfigurar un volumen en línea y, además, en línea de caligrafía variada, expresiva y bella. ¿Cómo es posible que el mismo monte, dibujado por un europeo y por un japonés, sea a la vez tan igual y tan diferente? La pasión por el dibujo es una de las cosas que me une a Walt Disney.La gran ocurrencia de Disney fue hacer que el dibujo desembarcara en el gran arte del siglo XX, el cine. La irregular historia de los estudios Disney, sobre todo después de la muerte de su creador, puede hacernos olvidar su contribución a una cinematografía naciente. Los artistas e intelectuales de los años treinta no tenían tantas prevenciones hacia Disney como los de ahora. Thornton Wilder, una de las grandes figuras literarias estadounidenses, escribió que "los dos genios de las películas son Walt Disney y Charlie Chaplin". Y René Clair dijo que la "creatividad de ambos es sublime". Es verdad que han pasado muchos años y muchas cosas, sobre todo que Estudios Disney se han convertido en una gran multinacional, con todas sus servidumbres. Por eso, todo lo que digo se refiere al Disney vivo, no a la empresa que le sobrevivió.
El dibujo cinematográfico tenía ya precedentes: el gato Félix o los personajes de Max Fleischer, pero creo que fue Disney quien comprendió las posibilidades del cine, las posibilidades de la técnica y las posibilidades del dibujo. Siempre me ha llamado la atención ese talento especial que tienen los creadores -artísticos, científicos, técnicos, económicos- para ver posibilidades donde otros no ven nada. La animación planteaba al dibujante colosales problemas. El dibujo había desarrollado una gran técnica para representar el instante y la quietud, pero ahora tenía que reconstruir el movimiento. Y esto es más difícil de lo que parece. El dibujo siempre esquematiza la realidad, la esencializa. La caricatura todavía selecciona más drásticamente los rasgos, a la vez que los agranda. El dibujo de Disney está a medio camino del realismo y de la caricatura. La simplificación hace, por ejemplo, que las manos de Mickey o Donald tengan sólo cuatro dedos, para hacer más contundente la imagen. También el movimiento, los gestos, las expresiones, tienen que ser esencializadas, lo que era un asunto novedoso y difícil.
Si se intenta dibujar sobre una película real, el dibujo, en vez de adquirir realismo, lo pierde. El dibujo es una convención y hay que inventar primero ese lenguaje convencional. Cuanto menos realista sea el tema más fácil será conseguirlo. Por eso la animación de los animales antropomorfizados es más fácil que la de los personajes humanos. De éstos tenemos un claro referente real: vemos a la gente moverse, andar, saltar. En cambio, no hemos visto nunca a un pato jugando al baseball o a dos perros enamorados sorbiendo un fideo compartido.
Disney consiguió un dibujo grupal.Tomando como ejemplo su primer largometraje -Blancanieves y los siete enanitos-, la plantilla de dibujantes creadores fue la siguiente: Fred More, Vladimir Tytla, Fred Sencer y Frank Thomas se encargaron de los enanos, Art Babbit dibujó la reina, pero cuando se convertía en la vieja bruja se encargaba de ella Norm Fergurson. Milt Kahl, Eric Larson y Jim Algar, dibujaron los animales, y Blancanieves fue obra de Ham Luske y Grim Natwick.
¿Y Walt Disney qué hacía? Crear la totalidad. Crear es hacer que algo valioso que no existía exista. El creador es la condición de posibilidad de lo creado. En el siglo XX hay al menos dos grandes creadores cuya obra consistió en hacer que otros crearan: Sergei Diaghilev, promotor de los ballets rusos, y Walt Disney, promotor de los estudios Disney. Es un modo distinto de crear, podíamos decir un modo empresarial de hacerlo, que a mí me resulta extraordinariamente interesante, y que permite comprender que el talento organizativo e innovador que hay en la industria o en el mundo empresarial puede aplicarse a creaciones estéticas de gran envergadura.