Alumbramiento
por Víctor Erice
15 mayo, 2002 02:00Foto: Javier Umbría
En la oscuridad, junto a los sonidos del campo en una tarde de verano, se oye el llanto de un recién nacido. Después de los normales ajetreos del parto, madre e hijo duermen confiados. De improviso, una manchita roja aparece en los pañales del niño: nadie se entera. Los habitantes del lugar continúan sus labores o sus juegos. Y la naturaleza sigue indiferente su curso ciego.Sólo en el interior de un desván, en penumbra, un niño solitario vela mientras, en la muñeca de su mano izquierda, dibuja la esfera de un reloj. Cuando termina de inscribir los números y las agujas, se lo lleva al oído, como si percibiera el latido del mundo que le rodea. Cronos, con su ojo alerta, pretende contabilizar la vida, pero la vida se escapa. La sangre sigue abriéndose como una rosa interminable. El niño encerrado borra de su piel el reloj de fantasía. En el aire una nana canta: "Ahora, no, mi niño, ahora no".
El eco de la Historia -la foto de unos soldados alemanes vencedores, sonriendo en el puente internacional de Hendaya- presente en las páginas de un periódico abandonado, se va desvaneciendo. Antes de que la oscuridad se haga de nuevo, percibimos una fecha: viernes, 28 de junio de 1940.