Image: El regreso de Matji, Horas de luz, único largometraje español que se disputa la Concha

Image: El regreso de Matji, "Horas de luz", único largometraje español que se disputa la Concha

Cine

El regreso de Matji, "Horas de luz", único largometraje español que se disputa la Concha

Festival de San Sebastián 2004. Participación española

16 septiembre, 2004 02:00

Emma Suárez, Manolo Matji y Alberto San Juan durante el rodaje de Horas de luz

El amor tiene manos como la lluvia, escribió Cummings, y puede entrar en cualquier parte. Incluso en una celda de alta seguridad, donde un asesino permanece encerrado sin más horizontes que los cacheos y las vejaciones rutinarias, sin más espacio que el que ocupa su cuerpo tumbado. De eso se ha dado cuenta Manolo Matji (Madrid, 1943) reconstruyendo para el cine la vida a la sombra de Juan Antonio Garfia, recluso contestatario, astuto, inteligente, condenado a más de cien años de prisión por asesinar, sin motivos claros, a tres agentes de policía. ¿Podrá la invasión del amor acallar la culpa de un homicida múltiple? Esta es la pregunta sin respuesta en Horas de luz, tercer largometraje del veterano guionista Manolo Matji (La guerra de los locos y Mar de luna), único director español que compite en el 52 Festival de San Sebastián.

Cine carcelario
El filme con el que Matji regresa a la dirección, después de diez años dedicado en exclusiva a la producción y a escribir guiones, se inscribe dentro del llamado "cine carcelario". Generalmente basado en hechos reales, como es el caso, en realidad se trata de un subgénero muy poco frecuentado por el cine español. Aunque también presentes en Horas de luz, Matji prefiere pasar de puntillas por las convenciones narrativas del género, líneas argumentales tantas veces revisitadas por el cine nortemaricano -planes de fuga, un alcaide antagonista, motines que requieren la intervencion de la guardia nacional-, para contarnos una historia de amor entre barrotes, la crónica de una redención a través del encuentro con los sentimientos. Como asegura el propio Matji, "queríamos atrapar el relámpago, ese instante concreto, el milagro de la lucha del hombre contra su propia fatalidad". La libertad que propone el amor no entiende de muros ni de rendiciones, asegura Garfia a su compañero Morata.

En el pabellón de alta seguridad de El Dueso, el recluso Garfia y la enfermera Marimar se conocen, se miran y se desean, pero no les es permitido hablar. Son las únicas horas de luz de un hombre condenado a la oscuridad. Ella protesta por la situación de los presos, reducidos a la mínima expresión humana, y automáticamente es despedida. Pero sus denuncias consiguen porvocar el cierre del módulo de aislamiento. En un inesperado gesto del destino, la vida parece haberle concedido una próroga a Juan José Garfia. "Marimar le ha enseñado a enfrentarse al destino de otra manera. No le ha prometido un futuro, pero le ha dado un porvenir", explica el director. Ese porvenir incluye traslados de cárcel en cárcel, encuentros mensuales en salas vis a vis, una boda en el comedor de la prisión, tres hijos que no son suyos pero que le llamarán papá.

Trabajos convincentes
Alberto San Juan, en una de sus contadas interpretaciones dramáticas, construye un Garfia convincente y convencido, resultado de un trabajo de campo que le permitió un contacto directo con el propio preso. "Luchó por el papel desde que el guión cayó en sus manos de manera fortuita", asegura Matji. Añade que la debilidad que siente por Emma Suárez no le dejó dudas sobre quién debía apropiarse de la personalidad de Marimar, "de apariencia débil e indomables convicciones", y la actriz, en una de sus contadas participaciones en cine en los últimos años, imprime autenticidad dramática a un papel con no pocas aristas. Destaca también la participación de José ángel Egido como Chincheta, sobrenombre del funcionario de prisiones que se convertirá en el protector y padrino de Garfia, cómplice en el camino a la reinserción.

Retratados bajo una luz pálida, en escenarios claustrofóbicos, José Luis López Linares deja su marca de la casa en el aspecto fotográfico. "La cárcel es el escenario del dolor, pero para ellos también es el territorio del amor", dicen los co-guionistas y productores del filme, José ángel Esteban y Carlos López, quienes han conocido muy de cerca a los auténticos Garfia y Marimar. Para ellos, la batalla diaria por alimentar un amor enjaulado, la búsqueda del perdón y la reinserción, no terminan con los créditos. Juan José Garfia y Marimar siguen viéndose hoy, de mes en mes, en la prision de Córdoba.