Image: Perseguidos (Documental)

Image: Perseguidos (Documental)

Cine

Perseguidos (Documental)

Director: Eterio Ortega

23 septiembre, 2004 02:00

Un momento del rodaje de Perseguidos, de Eterio Ortega

Reparto: Patxi Elola, José Luis Vela, Marisa Beraza, Javier Alonso. Guionista: Elías Querejeta. Estreno: 24 septiembre. 122 min.

Existen nada menos que cuatro antecedes y no sólo uno, como algunos podrían pensar dejándose llevar por la falta de curiosidad. Quiere decir esto que Asesinato en febrero (2001) no era, hasta ahora, la única incursión de su realizador en la compleja realidad de la Euskadi contemporánea, por mucho que sí haya sido la única en tomar forma de largometraje. Antes había realizado ya Euskadi en clave de futuro (1988), A través de Euskadi (1999) y, sobre todo, Ciudadanos vascos (2001), sendos capítulos de la serie El ojo de la cámara, producida para televisión por Elías Querejeta.

La cámara de este callado y pudoroso cineasta burgalés, ajeno en su práctica a todo atisbo de exhibicionismo, conoce bien, por tanto, el territorio al que ahora se aproxima otra vez con esta indagación en la trastienda de una tierra y de una ciudadanía que sufren, bajo la engañosa apariencia de una vida acomodada, una existencia amenazada -hasta en lo más íntimo de lo cotidiano- por la falta de libertad. Y en esa trastienda, en la dimensión más familiar de quienes se ven forzados a vivir asumiendo que acaso son ya "cadáveres de permiso", es en la que se adentra este trabajo nuevo y valiente de título suficientemente expresivo.

Perseguidos se convierte así en la quinta indagación de Eterio Ortega en esa herida doliente y sangrante de la que muchos prefieren cobardemente no hablar, pero que palpita con todo su dolor y con toda su amenaza en las entrañas de Euskadi. Claro está que se trata de un empeño impulsado, como los anteriores, por un cineasta vasco de inequívoco compromiso con aquella realidad. El mismo cineasta que ha hecho posible, a su vez, obras como El espíritu de la colmena, El desencanto, Tasio o Familia y cuyo trabajo rebasa con mucho el oficio con el que acostumbra a firmar.

Desde la producción y aquí también desde el guión (igual que ocurría ya con Asesinato en febrero), Querejeta hace posible las imágenes de este doble retrato familiar que viene a enmarcarse en una interesante corriente del documental actual: aquella que intenta devolver al cine la sustancia de la experiencia biográfica o personal (no intercambiable) como fuente de inspiración y como carne de su discurso. Aquella que responde al creciente "hambre de realidad" frente a la vigente catarata de imágenes que sólo se alimentan de imágenes y que parecen desligadas, ya casi por completo, del sentido de la necesidad (John Berger dixit).
Y esto sucede precisamente ahora, cuando la imagen digital hace posible que las apariencias puedan independizarse de la existencia contingente y también cuando más "efectos de realidad" proliferan sin conseguir rellenar, por ello, ese inmenso déficit de realidad que sentimos a nuestro alrededor. Un déficit que crece sin parar por mucho que los reality shows y las promesas engañosamente realistas de la imagen pixelada se revistan, una y otra vez, con la etiqueta de esa codiciada, pero esquiva realidad.
Resulta paradójico y simultáneamente aleccionador, sin embargo, que sea también la potencialidad de la imagen digital la que haga posible el desafío al escenario dominante implícito en una propuesta como la que lleva dentro Perseguidos. Pues en definitiva es la grabación en vídeo digital, con su inherente reducción de costes, la base que permite el acercamiento humilde y silencioso a unas circunstancias vitales que, por su propia naturaleza, resultan ajenas a todo espectáculo o dramaturgia convencional.

De ahí que la cámara de Eterio Ortega se acerque aquí con pudor y con extremo respeto a la existencia cotidiana de dos concejales socialistas amenazados por ETA y por su entorno (a los asesinos hay que llamarles por su nombre: lo que no siempre ocurre en la película, por cierto), seguidos siempre y de continuo, como una sombra intrusa pegada a sus pies, por los escoltas que protegen su vida a costa de arriesgar la suya propia.

Le sobran quizás a Perseguidos las intermitentes intromisiones del escolta que habla frente a la cámara (su textura y su diapasón resultan demasiado ajenos al resto del film, su funcionalidad narrativa, más bien discutible), pero tiene la vivificadora y revulsiva capacidad de hacernos partícipes de una realidad que está ahí mismo, delante de nuestros ojos, y de la que demasiadas veces nos olvidamos. Y también la virtud de hacerlo con las armas más nobles de un cine pegado a la carne y a los sentimientos, a la vida real de sus protagonistas reales. Una película de ahora y de aquí. Una obra marcada por la urgencia perentoria de la necesidad.